La segunda edición de la muestra organizada por La Internacional Teatral presenta dos montajes y un libro
VALÈNCIA. Cuando la opción política es la calle, la gente común, la colectividad, se supone que no se debería agitar la bandera de ninguna nación, sino la defensa de una manera de entender las cosas más global. Al movimiento político que adopta este discurso se le llama internacionalismo, es uno de los tantos matices que surgieron con el socialismo en el siglo XX. Es lo contrario, por tanto, a los nacionalismos. Así, que en época de banderas en los balcones y de convocatorias a manifestaciones incendiarias, este pensamiento se ha vuelto de imperiosa actualidad. Este es el espíritu de la 2º Semana de Teatro Político, una propuesta que hace La Internacional Teatral -impulsada por la compañía Atirohecho- reflexionar sobre el bien común de manera amplia a través de este internacionalismo militante.
Este teatro político no es más que la superación del concepto de teatro social, que plantea el problema pero no la solución ideológica, con un prisma sugestivo pero muy alejado del activismo. Las propuestas que se mostrarán a partir del viernes son lo contrario. Sin equidistancias, con buenos y malos, señalando, arriesgando, tomando partido. Este fin de semana, en su segunda edición, será el turno de dos montajes, uno de Chile y otro de Argentina. Pichanga, de La Criatura, habla de la generación que nació en la post-dictadura en Chile a partir de la vida de Cristian; un joven actor de los barrios de la periferia de Santiago, que -como casi toda persona en su infancia- quiso ser un crack del fútbol, pero las vueltas de la vida lo llevaron a cambiar las canchas, por barricadas y más tarde por las tablas del teatro. Se trata de un montaje que interroga este deporte como fenómeno de masas desde distintas miradas; el fútbol como el sueño que cruza a todo niño, el fútbol como espectáculo, tanto desde la belleza de su juego, como desde la mercantilización del mismo, el fútbol como negocio, el fútbol y la política.... Esta obra se podrá ver en Espacio Inestable el viernes y el domingo, y hace un pequeño recorrido por otras localidades, como Sagunto el sábado.
Por otra parte, Crónicas de un comediante de Manuel Santos Iñurrieta apunta hacia una reflexión sobre el artista y su práctica. A través de un monólogo en tono de comedia el espectáculo transita por temáticas que van desde la identidad, la poesía y el teatro a la historia, el amor y la política. El protagonista recorre distintos interrogantes conflictivas sobre el arte, y fundamentalmente sobre el rol del artista en la sociedad, con el panorama sociopolítico latinoamericano de fondo, claro. La función de este monólogo se hará en el mismo Espacio Inestable el sábado. Completan la oferta de esta Semana de Teatro Político, por un lado, la presentación hoy en el CSOA L'Horta del libro Resistències (forma parte de la propuesta editar un volumen que recoja las líneas de la iniciativa de cada edición) y un concierto posterior. Por otra parte, durante estos días anteriores se ha ido desarrollando un taller de Teatro Documental, que es la técnica en la que se desarrolla el montaje de Pichanga y que ha sido impartido por el propio autor de la obra, Cristian López: "Se trata de dotar a personas interesadas en la interpretación de herramientas corporales, expresivas, pero también de palabra, para poder dramatizar su propia historia, para construir un montaje a partir de las experiencias personales y el mundo que le ha rodeado a cada uno", explica Elías Taño, uno de los promotores de estas jornadas.
La iniciativa se lleva de manera autogestionada, con el apoyo de Espacio Inestable y otros espacios y colectivos, y se quiere cuidar esa independencia de cualquier organismo con el objetivo puesto en mantener esa militancia y alimentar esta escena transatlántica de teatro político que busca que una compañía con este trabajo tan concreto pueda mostrar su trabajo cuántas más veces sea posible.
El Espacio Inestable acoge este fin de semana la primera obra de la pareja de artistas urbanos, Hito