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el muro / OPINIÓN

Todo es posible

Foto: EVA MÁÑEZ
15/05/2022 - 

Si como especula la denominada “fontanería” política, una crisis de gobierno a un año de elecciones puede servir para dar un supuesto impulso a la propia acción de gobierno es que no ha efectuado muy bien los cálculos. Un año no es nada, y menos aún cuando por delante se avecinan meses estivales, paralización administrativa y posteriormente periodo navideño y bloqueo de la Cámara autonómica. Como es sabido, cuando gobierna un conglomerado político lo normal es que, poco a poco, vayan saliendo todos aquellos que desconfían de un supuesto “futuro final feliz” o prefieren resguardarse bajo techo.

No conozco a nadie que con un año de gestión por delante le haya servido para nada o casi nada, que es lo mismo. Porque después de nombramientos y toma de posesión del primer escalón llega el segundo y hasta el tercero; el cambio de asesores, tomar posiciones y descubrir lo que existe y se les viene encima. Y con todo eso ya estamos en plena campaña electoral: reñidos y armados.

En eso Marzá ha sido listo, según los analistas. Aunque no lo reconozca tiene otras ambiciones. Las suyas son a largo plazo. Y tal como están las cosas, mejor ver el panorama desde la barrera que quemarse en la arena con tantas leonas sueltas. Es lo natural. No hay nada nuevo que objetar. Además, aún es joven y sin mayor carrera profesional que el anonimato. Su ambición, aunque la niegue, es a más largo plazo después de los desencantos que internamente ha sufrido en sus propias aspiraciones/ambiciones negadas por él mismo y que a estas alturas no se cree ni él. Ya se la jugaron en Les Corts. Fue un aviso.

Vicent Marzà. Foto: KIKE TABERNER

Por ello, creo que esta crisis que se le viene encima al President Puig y otros han abierto frente a una inesperada ingenuidad, no es del todo afortunada sino más bien incómoda si no acierta de pleno o no le dejan respirar. Y si hablamos de una coalición con partidos formados por más partidos es un disparate, o como un amigo define: pura dinamita.

En el área que tenemos más directa, los movimientos en Educación y Cultura no tendrán muchos más misterios. El fin de curso está al caer. No sólo también por los plazos sino porque no hay más harina que amasar. Sólo se trata de movimientos políticos.

La antigua edil -Raquel Tamarit- que llegó de Sueca de rebote a un cargo de Secretaria Autonómica porque había que buscarle en su día salida y no existía puesto en el área en la que sabía algo -Educación- se hará cargo de un puesto netamente político. Tampoco hay más que rascar. Ni le dejarán. Por lo que respecta al área de Cultura tampoco se pueden esperar sorpresas porque ni hasta ahora y después de siete años han existido objetivos tangibles. No ha figurado proyecto global, salvo el continuismo, el lingüístico localista y el reparto de café para todos. No sé qué podemos esperar en sólo unos meses de DOGV, salvo los nuevos nombramientos, ceses y reformulaciones del día a día.

Ha tardado este Gobierno autonómico mucho en afrontar cambios cuando las grietas hace tiempo que se están dejando sentir. Más aún con asuntos en los tribunales -siempre son los tribunales los que esponjan dificultades políticas- que pueden o no hacer saltar todo por los aires.

Raquel Tamarit. Foto: ESTRELLA JOVER

Así que, más bien, muchos esperamos una cierta parálisis administrativa más que una nueva ilusión de caras nuevas. Al menos para que a los periodistas nos animen la mañana con especulaciones y promesas que jamás se cumplirán. Por lo menos en esta legislatura que lleva tiempo agonizando y ha dejado de formar parte de un conjunto de iniciativas para quedar convertidas en acciones de Gobierno individuales o de partido, acertadas o absolutamente equivocadas, que es otro cantar.

Así que a partir del nuevo Consell comenzaremos a vivir un proceso de anuncios, promesas y autodestrucción, pero parece complicado lo del supuesto relanzamiento de Gobierno. Ojala esté equivocado, por nuestro bien, y nuestra sociedad pueda volver a ser ese supuesto paraíso bíblico que de momento y después de tantas décadas aún no hemos descubierto. Menos todavía cuando el pastel sólo se reparte entre ambiciones personales, políticas y cortoplacistas.

Ahora entenderán mejor la hipótesis eurovisiva, festivalera y bailonga del alcalde Ribó. Lo que desconozco es si será por ambición política o deseo personal. Aquí ya todo es más que posible. Igual es identidad.

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