VALÈNCIA. Lo que Montoro ha unido, que no lo separe la política. La reivindicación en Madrid de una inversión estatal para el transporte metropolitano ha supuesto un impasse en la agitada vida política del Ayuntamiento de València y ha contribuido a que el alcalde, Joan Ribó, recupere por un lado una vocación metropolitana que hasta la fecha no había exhibido en su acción de gobierno y mejore sus frías relaciones con sus socios del PSPV.
De manera más que simbólica el alcalde de València encabezó este miércoles una marcha al Ministerio de Hacienda de representantes institucionales del área metropolitana de València, con más de 30 regidores, para exigir al Gobierno de España que incluya una dotación económica de al menos 38 millones de euros en los Presupuestos Generales del Estado de 2018 para la Autoridad de Transporte Metropolitano de València. Esta cifra se ha calculado teniendo en cuenta lo que reciben anualmente tanto Madrid (126,9 millones de euros) como Barcelona (109,3) de las arcas públicas nacionales.
Bajo la premisa No queremos ser más que nadie, pero tampoco menos que todos, la marcha tenía como fin visualizar en la capital del Reino el creciente malestar ante lo que desde diferentes entidades administrativas se considera como uno de los agravios comparativos más palmarios. Ya en el Ministerio, la delegación tuvo que conformarse con entregar por registro una Declaración Institucional; Montoro no les quiso recibir.
La rebelión de los alcaldes, que se vivió este miércoles, lleva tiempo larvándose aunque ha saltado por los aires este año. No sin cierta lógica, surgió de las filas del PSPV, partido que aglutina la mayoría de alcaldías del área metropolitana de la ciudad, el llamado cinturón rojo. Una chispa que han avivado la asintonía con el Gobierno central de Mariano Rajoy y la conciencia clara de que la infrafinanciación es uno de los problemas a resolver en esta legislatura. Jaleados desde la sede del partido en Blanquerías y por la teniente de alcalde de València, la socialista Sandra Gómez, en el partido socialista encontraron un argumento electoral irrebatible y pleno de contenido: ¿Por qué Madrid y Barcelona sí, y València no?
La postura de Ribó, empero, no había sido tan decidida hasta que tuvo conocimiento de la reunión que se iba a celebrar en la Conselleria de Vivienda, Obras Públicas y Vertebración del Territorio el pasado 10 de abril para anunciar los actos que se iban a realizar. Fue entonces cuando, media hora antes, anunció su presencia para manifestar su apoyo a la iniciativa y su predisposición a ser cabeza de cartel. Un invitado de última hora que fue bien recibido entre las filas socialistas, especialmente en el entorno del presidente Ximo Puig que ha hecho de la cohabitación un dogma de fe. “Ribó tenía que estar al frente sí o sí”, admitían fuentes del PSPV; “sin él perdería mucha fuerza la protesta”, añadían. Carecería de sentido, cabría decir.
Pero si no había estado antes en primer plano, recuerdan otras fuentes del mismo partido, había sido por su querencia a permanecer entre bambalinas. Cuando se presentó la Autoridad del Transporte Metropolitano de València, el alcalde delegó la representatividad de la ciudad en el concejal de Desarrollo Urbano, Vicent Sarrià. Incluso en su propio partido, Compromís, la mayor parte de las declaraciones al respecto las había realizado el concejal de Movilidad Sostenible, Giuseppe Grezzi, quien siempre que ha podido ha sacado el tema a colación.
Todo cambió ese 10 de abril. La voz cantante la habían llevado hasta entonces desde la Conselleria, y muy especialmente la consellera María José Salvador y su mano derecha, Josep Vicent Boira. Usando un símil ciclista, ellos hicieron la escapada buena. Ribó, como ciclista hábil que es, supo ver la jugada. La conciencia del problema y la convicción de que ahora sí se puede hacer algo son dos de los motivos que explican la vivacidad con la que se sumó a la escapada y decidió abanderar la protesta. Una protesta que desde el equipo del alcalde intentan desligarla de unas siglas políticas concretas. Así, no cesaban de repetir este miércoles que lo sucedido en Madrid es “un triunfo del municipalismo”, sin nombres y apellidos. Lo importante, dicen, es que ha quedado demostrado el poder de los ayuntamientos. En su relato, lo de Madrid ha sido una rebelión de los pueblos contra el frío e insensible Gobierno central. Los alcaldes, como Fuenteovejuna, todos a una.
La forma con la que se ha soslayado la Conselleria ha sido visto con paciencia franciscana en el equipo de Salvador. La ausencia, un año más, de partidas presupuestarias en los PGE 2018 destinadas a financiar el transporte del área metropolitana de València, es una ligazón más fuerte que la afinidad política o el protagonismo mediático. Si Ribó quiere protagonizar la protesta, mejor para todos, parecen decir; es lo que se necesita, es lo que debe ser. Del mismo modo, desde el entorno del alcalde celebraban este miércoles la presencia del alcalde de Massanassa, Vicente Pastor, y su teniente de alcalde, Francisco Comes, ambos del PP, por lo que suponían de modelo a seguir. “Es gente que ha dicho que no hay mayor lealtad por parte de un alcalde que defender a sus vecinos, preocuparse por ellos”, explicaban. Compromís alabando a políticos del PP; cosas tenedes, Cid, que farán fablar las piedras.
Esa postura centrada en los vecinos, en la gente, la fe en la justicia de sus reclamaciones, y la convicción de que una iniciativa así sólo podrá obtener réditos si es transversal y no entiende de ideologías, es la que explica que desde el consistorio se quiera fomentar este movimiento como una cuestión supramunicipal al margen de colores, y que desde el PSPV le acepten la propuesta. Tal y como recordaba Ribó en Madrid, se está hablando de la tercera área metropolitana de España, más de dos millones de habitantes que no tienen ningún tipo de ayuda del Estado en cuanto a transporte metropolitano, en un contexto en el que, además, se está apostando por fomentar el servicio público para reducir la contaminación.
Porque ése es otro elemento a tener en cuenta. Desde el entorno de Ribó son conscientes de que su apuesta por la movilidad urbana sostenible se halla atrapada en un callejón sin salida si no cuenta con una fuerte dotación presupuestaria que facilite el incremento de los servicios públicos. Es más, en el seno de Compromís hay cierta preocupación por el malestar que está causando entre los vecinos del área metropolitana las medidas estrellas de Grezzi en esta materia, como la retirada del aparcamiento en el carril bus, ya que han ocasionado un perjuicio evidente en los vecinos del extrarradio, de rentas más bajas en algunos casos que los de la capital. Habida cuenta que la infrafinanciación sigue sin resolver, y lo que quedará, la única opción viable pasa por esta ayuda estatal que es la misma que reciben otras ciudades.
La delegación de alcaldes valencianos, que incluía a nombres propios del PSPV como el alcalde de Mislata, Carlos Fernández Bielsa, el de Paterna, Juan Antonio Sagredo, o el de Rafelbunyol, Fran López, y destacadas alcaldesas de Compromís como la de Godella, Eva Sanchís, o la de Paiporta, Isabel Martín, después de la entrega de la Declaración en la sede del Ministerio de Hacienda participó en una reunión con los portavoces de los grupos parlamentarios Socialista, Unidos Podemos y Compromís, del Congreso de los Diputados.
Desde la comitiva lamentaron el silencio de Ciudadanos (“están fuera de onda”) así como la actitud del PP nacional, displicente, en un claro desprecio del partido de Rajoy a sus correligionarios valencianos, con los que no ha tenido ningún gesto; un desprecio por parte del PP nacional que se irá haciendo cada vez más obvio conforme pase el tiempo. Salvo rectificación de última hora, si el gobierno de Rajoy no tiene un detalle significativo con el transporte metropolitano valenciano, tanto en Compromís como el PSPV aumentarán el arsenal de argumentos contra los populares en las próximas elecciones. “¿Cómo van a defender en el PP su valencianía cuándo son incapaces de reclamar ayudas para el transporte público de los valencianos?”, se preguntan en el Ayuntamiento. “El problema [que tenemos] es que el PP y Ciudadanos están haciendo una política claramente antivalenciana”, le dijo Ribó a Ferreras durante la entrevista que le concedió a Al rojo vivo, “y por eso estamos todos los alcaldes hoy aquí reivindicando este tema” [la ayuda al transporte metropolitano].
Ribó tiene ahora frente así una causa justa que no piensa soltar, una causa transversal con la que espera reforzar la autonomía de los ayuntamientos (cuanta más fuerza tengan mejor para él, que es alcalde) y que le permite tender puentes en su difícil (en ocasiones inexistente) relación con el PSPV. Una causa justa ante la que el Gobierno de Rajoy sólo puede responder con excusas basadas en la manipulación de las cuentas públicas, tergiversando conceptos a su arbitrio para cuadrar la justificación su desprecio e intentar ocultar el hecho real: no existe una partida dedicada al transporte metropolitano de València, y sí la hay para Barcelona y Madrid. Una causa justa que además Ribó no a va a abandonar porque sin esa financiación estatal todo su proyecto de ciudad sostenible es casi inviable. Una causa justa en la que, por una vez y sin que sirva de precedente, coincide plenamente con sus compañeros de gobierno. Ya lo dijo el alcalde este martes: “Es hora de unir fuerzas”. La cuestión del transporte metropolitano ha llegado para quedarse. València no quiere ser una metrópoli de segunda.