No sé si alguna vez nos hemos parado a pensar que todas nosotras, en una, dos o tres generaciones a lo sumo, tenemos una mujer rural en nuestro árbol genealógico. Todas nosotras descendemos de una mujer rural. Esta semana se ha celebrado el Día Internacional de las Mujeres Rurales
Con este arranque tan potente comenzaba la jornada de trabajo, de la que he tenido el placer de formar parte esta semana, con motivo de Día Internacional de las Mujeres Rurales. Un encuentro donde todas las mujeres que asistieron tenían su historia. Historias de vida que me hubiera encantado poder escuchar una tras otra. Historias que contaban lo difícil que es ser mujer y vivir en un entorno rural al mismo tiempo. Historias que nos trasladaban al pasado, a esos años donde la vida rural existía aunque era muy dura. Historias que narraban el trabajo nunca reconocido ni, mucho menos remunerado, de esas mujeres que trabajan en casa y en el campo o con el ganado. Historias de mujeres cuya aportación económica era siempre una ayuda a la economía familiar pero no se reconocía como pilar importante. Historias de mujeres que después de trabajar en el campo por la noche cocinaban los almuerzos del día siguiente para que se llevaran los hombres al campo. Mujeres que se quedaban hasta la madrugada lavando o zurciendo a mano la ropa que traían sus padres, hermanos o maridos del campo para que al día siguiente estuviera seca y lista de nuevo.
Mujeres que acompañaban a los hombres de la casa a vendimiar y que cuando llegaban a casa cocinaban, lavaban, zurcían, criaban y cuidaban a toda la familia. Un trabajo que nunca se les ha reconocido. Un trabajo no existe en las estadísticas oficiales.
Mujeres que de una ración de lentejas hacían comida para tres días. Mujeres que aprendieron a cocinar “con base de pan” como el gazpacho dulce o el ajoarriero que era la comida que comían los hombres cuando no iban al campo sobre todo en Semana Santa cuando no podían comer carne. Una comida entonces considerada “comida de pobres” y que hoy en día es la delicia de la gastronomía de Camporrobles. Mujeres como Adoración, Ana, Mª Ascención, Maria, etc. que se emocionaron al ver que, por primera vez, el municipio de Camporrobles , su pueblo se ha puesto en el mapa y se ha elegido para visibilizar el Día Internacional de la Mujer Rural en la Comunitat Valenciana.
Camporrobles es el lugar que vio nacer a Ángeles. Una de esas mujeres que en un momento determinado se marchó de su pueblo para estudiar. Hoy día Ángels es subdirectora de la Consellería de Agricultura, Desarrollo Rural, Emergencia Climática y Transición Ecológica, una conselleria que siempre ha sido muy masculina y que ahora está liderada por una mujer joven, Mireia Mollà que se enfrenta a callar muchas bocas y muchos prejuicios. Y que también tiene una vinculación rural, las mujeres de su familia, su abuelo y su padre.
Ángeles Garcia Mata, es una de las responsables y organizadoras de estas jornadas que consiguió llevar a su pueblo. Uno de estos pueblos que hoy día se están muriendo en vida, con los años se quedan sin vida.
En el medio rural existen dificultades específicas como son la masculinización de la actividad agraria, el envejecimiento progresivo de la población, ligado también al despoblamiento.
Ángeles y todo el equipo de trabajo (Isabel Gomis, Maite Chafer y muchas más… ) estaban bien orgullosas y emocionadas de haber podido reunir a tanta mujer rural en su pueblo natal, de darle visibilidad y de dar voz a tantas mujeres que se sienten aisladas. Todas ellas vienen de mujeres rurales también. Y una de esas mujeres era la madre de Ángeles, con mucha discreción se mostraba bien orgullosa de su hija. Una madre y una figura en la que se inspiró Ángeles para escribir la noche de antes el discurso de bienvenida que fue el pistoletazo de salida de una jornada muy interesante para todas. Su discurso hablaba así:
“Esas mujeres, nuestras mujeres rurales, que han sido las depositarias de una sabiduría ancestral, que nunca se enseñó en las escuelas y que, en muchos de nuestros pueblos, está a punto de desaparecer. Son una especie de auténticas supervivientes en peligro de extinción.
Ellas amasaban y cocían el pan, cortaban la leña, encendían el fuego, ordeñaban las cabras, cultivaban el huerto, cargaban piedras en los burros para hacer yeso, encalaban las casas, cosían la ropa, elaboraban jabón, envasaban la conserva, criaban los cerdos, mataban los pollos y conejos, cuidaban a sus mayores, regentan pequeños negocios, alimentaban a varias generaciones de la familia.... Pero ellas, según las estadísticas, nunca trabajaron. Su trabajo nunca fue reconocido ni remunerado
Estas mujeres rurales que nunca dejaron de trabajar Pero ellas, según las estadísticas, nunca trabajaron. Su trabajo nunca fue reconocido ni remunerado.
Con su ejemplo crecimos y adquirimos las herramientas necesarias para enfrentarnos al mundo. Y gracias a la mujer rural fuerte, sabia y poderosa que todas llevamos dentro. Porque reconocerla es reconocer nuestro origen, nuestra historia como mujeres, para saber desde ahí, hacia donde queremos caminar...”
Las mujeres que intervinieron en este encuentro* , organizado desde la Dirección General de Desarrollo Rural de la GVA, eran mujeres jóvenes y vinculadas con el mundo rural. Todas estaban de acuerdo en que se necesita más formación y descentralización de servicios. Además denunciaban que se necesita romper con esas estructuras masculinizadas que nos obligan a seguir modelos masculinos que quizá no representan a la mujer. Entre todas juntas son y se sienten más fuertes. Allí no se sintieron solas. Allí cada una contaba su historia y hablaron del campo, vinos, ganadería, etc.
Inmaculada Alemany Latorre, la alcaldesa de Camporrobles, estaba exultantemente orgullosa de su pueblo, es la primera alcaldesa de la historia de su municipio; también participó la alcaldesa de Sinarcas, Mª Jose Clemente, orgullosa de ser la representante de un municipio donde las principales representantes son mujeres, un pueblo muy feminizado. Raquel nos contó la historia de su granja de caracoles y el orgullo que siente de ser la responsable del relevo generacional de su familia; Isabel, agricultora, denunció lo lenta y farragosa que es la administración para emprender un proyecto en un entorno rural; Miriam hacia una reflexión ¿ por qué tienen más privilegios las ciudades frente a los entornos rurales? y a la vez aclaró que la comida no es una mercancía es un servicio que los pueblos rurales abastecen a las ciudades y tendría que estar más respetado.
Mujeres jóvenes, que representaban al pasado y futuro de la mujer rural, y que a día de hoy piden menos burocracia y más ayuda real. No quiere abandonar sus pueblos, quieren vivir y poder trabajar en ellos. Tienen la sensación que están aisladas, necesitan crear redes y sentirse parte de una comunidad.
Y precisamente en esta línea de creación de redes de mujeres rurales para reflexionar y actuar, es donde se ha comprometido trabajar la Consellería de Agricultura, Desarrollo Rural, Emergencia Climática y Transición Ecológica en coordinación con la Consellería de Igualdad y Políticas Inclusivas. Y el año que viene pondrá en marcha un servicio de promoción de la mujer en el ámbito rural.
El servicio pretende facilitar la incorporación de las mujeres en el ámbito rural a los sectores económicos y mejorar sus condiciones; ser foro de detección y/o transmisión de necesidades reales de las mujeres del ámbito rural, buscar vías de solución y/o mejora de éstas; impulsar y difundir actuaciones que fomentan una visualización y participación de las mujeres en la toma de decisiones en los ámbitos sindical, profesional, cooperativo y político. Así lo recoge el manifiesto, la Declaración Institucional de Día de las Mujeres Rurales, que pretende ser una herramienta de trabajo.
“La mujer rural sufre una doble discriminación: por ser mujer y por vivir en un medio, el rural, con dificultades específicas. Esto implica un mayor riesgo de vulnerabilidad y una necesidad de un adecuado desarrollo de sus condiciones socioeconómicas.”
En la actividad agraria y ganadera las mujeres sufren la precariedad laboral, la carencia de servicios e infraestructuras, la falta de oportunidades, la invisibilidad y la ausencia de reconocimiento, tanto social como económico en su trabajo. Estos fenómenos, contemplados en el manifiesto, generan una situación de desigualdad y sumisión hacia la mujer, por la cual muchas optan por el abandono de sus pueblos hacia las ciudades. La discriminación que sufren las mujeres y los graves problemas de despoblamiento requieren una especial atención para el futuro desarrollo del medio rural valenciano.
En su discurso Ángels decía que: “las mujeres rurales fuertes, se convirtieron en nuestro ejemplo por su coraje para vivir. Y sin tener conciencia de ello, plantaron en nosotras la semilla de la rebeldía ante un mundo que, tampoco a nosotras, tenía la intención de reconocernos.
Gracias a ellas, a esas mujeres que nunca tuvieron apenas nada que no fabricaran con sus manos, hoy estamos nosotras aquí, fuertes y firmes para reivindicar el lugar que nos corresponde y el derecho a elegir aquello que queremos ser: alcaldesas, directoras generales o agricultoras, gerentes de bodegas, asesoras, ganaderas,... o periodistas.”
Y aquí en este punto me reconozco como periodista y como descendiente de mujeres rurales. Buceo en mi pasado rural que me traslada a Montanejos y a mi abuelo Manolo que de pequeño fue pastor. Allí aparece la figura de mi bisabuela. Allí radica mi vinculación rural. Allí encuentro esa mujer rural que todas llevamos dentro.
La semana que viene… más!
* Regina Campos, Presidenta de la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales en la Comunidad Valenciana (FADEMUR-PV); Àgueda Vitòria, miembro de la cooperativa valenciana Esquellana, que trabaja en proyectos de ganadería; Mireia Vidal , Secretaria General de la Coordinadora Campesina del País Valencia – COAG. Carmen Cárcel, secretaria del Consejo Regulador de la DO Utiel-Requena.