Ahora que la alarma por la falta de agua en la Albufera causada por la campaña electoral parece haberse apagado con el paso por las urnas —¿o será porque ha llovido estos días?—, ya podemos volver a nuestros clásicos, a la financiación autonómica, que la vicepresidenta Montero ha devuelto a la actualidad con unas declaraciones confusas que se prestan a todo tipo de interpretaciones.
Dijo la ministra de Hacienda, en una entrevista en RNE, que Cataluña tiene "singularidades" y por tanto merece un "tratamiento especial" en la reforma de la financiación autonómica, algo que los independentistas de ERC y Junts vienen reclamando cada vez con mayor insistencia y Salvador Illa viene toreando como puede desde que ganó las elecciones.
Lo que dijo Montero, a la pregunta de si Cataluña debe tener un trato singular en este asunto, es lo siguiente: "Aquellas cuestiones singulares que tienen algunas comunidades autónomas como Cataluña tienen que tener un tratamiento especial". Dijo eso la ministra, pero añadió, como dándose cuenta de la que se iba a montar, que también merecen un trato singular "otras comunidades autónomas" por sus características singulares, entre las que citó, a modo de empanada mental, las competencias asumidas, "razones históricas" y "características de su propia orografía".
Vuelta a escuchar la entrevista, resulta que Montero no dijo nada ilógico, pero su torpeza argumental llevó a que más de uno pensara que el Gobierno iba a negociar bilateralmente con Cataluña al margen del resto —cosa que negó expresamente—, o que iban a darle una bicoca como la de los vascos, cosa que también negó. Lo único que admitió es que Cataluña va a tener un "tratamiento especial" pero no único, que en realidad ya tiene al gestionar competencias que otras comunidades no han asumido, tales como la policía autonómica, las cárceles o, próximamente, el servicio de Rodalies cuyo traspaso pactó el PSOE con ERC, cuando la investidura de Sánchez, con unas condiciones leoninas que pagaremos entre todos.
Si no hubiera antecedentes, uno pensaría que la tormenta política que han provocado las palabras de la vicepresidenta es producto de un error de comunicación, pero como esta película ya la hemos visto, parece más acertado concluir que estamos ante el inicio de otro capítulo del manual de cómo hacer tragar ruedas de molino y que te sigan votando, by Pedro Sánchez.
Pacto con Bildu, indultos, rebaja del delito de malversación, Ley de Amnistía… La fórmula parece fácil pero requiere dedicación y tiempo, meses de trabajo. Lo primero es lanzar la piedra y esconder la mano, que es lo que ha hecho Montero. Digo lo que digo pero no lo he dicho y luego lo niego: Cataluña merece un trato singular pero todas las comunidades son singulares y merecen un trato singular y no va a haber ninguna negociación bilateral con Cataluña ni se le va a conceder un régimen como el del embudo vasco, también conocido como Cupo...
Lanzada la idea al debate público, y negada rotundamente, es el turno de los columnistas y, muy especialmente, de los tertulianos que se multiplican por las mañanas, las tardes y las noches para debatir sobre la cuestión planteada en términos dicotómicos y, por tanto, engañosos: ¿es Cataluña singular y, por tanto, merece un trato singular? Meses de debates con politólogos, historiadores, economistas y demás expertos convenientemente seleccionados, meses de lluvia fina hasta que Sánchez, masajeado en una emisora amiga, marque definitivamente el compás y la orquesta ejecute la pieza con una disciplina ya engrasada de ocasiones anteriores.
Ya podrá Núñez Feijóo —y García Page— desgañitarse contra el ataque a la igualdad de los españoles o sacar vídeos antiguos de Sánchez y Montero diciendo que no habrá trato preferente para Cataluña. Cuando quiera convocar la manifestación, la gente estará aburrida del oír hablar del tema. Además, el PP no tendrá más remedio que coincidir con Vox, y ahora también con Alvise, de manera que lo que Sánchez planteará a los españoles es si están con las ultraderechas o con la España plural y diversa.
Y cuando se apruebe el trato especial para Cataluña un servidor escribirá aquí que la igualdad en materia de financiación autonómica, como sabemos muy bien los valencianos, nunca ha existido porque los dos grandes partidos tenían otras prioridades, y que en política territorial lo que prima no es la igualdad sino cuántos votos tienes y cómo de decisivos son para que un señor sea presidente del Gobierno.
Diría aquello de que me quede com estic, si no fuera porque peor no podemos estar. ¿O sí?