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el muro / OPINIÓN

Trituradora sinfónica

Ya tenemos nuevo lío en la Orquesta de Valencia y sin comenzar temporada. Los músicos han puesto en el disparadero a su director titular cuando aún le queda un año de contrato. Grave error

12/07/2020 - 

A pesar de la que está cayendo y lo que se nos viene encima con un futuro desconocido e imprevisible, todo apunta a que vamos a tener una temporada musical de lo más divertida. O de los más rocambolesca. Al menos de lío, que es lo que divierte a los plumillas para poder especular y marear a estos políticos y gestores que están dando luces oscuras. Y si no observen el panorama que nos están pintado: la Orquestra de la Comunitat Valenciana, sin director titular sine die, y la de Valencia, en armas contra su director, sin espacio fijo conocido y muchas nebulosas en su entorno. Lo mejor que les podía pasar para comenzar temporada o afrontar un futuro. 

Pero nadie habla, y hago un inciso, de la Sociedad Filarmónica de Valencia. Y no sé por qué, cuando se debería proteger como institución centenaria que es y en su día como motor de la música en Valencia. Da la impresión de que a nadie le importa. Al menos desde el balcón institucional. Pero comprobar cómo sus abonados y aficionados en sí a la música van de peregrinación por la ciudad para poder escuchar cámara o sinfónica en directo es muy triste. 

Estos políticos de salón han tenido tiempo durante todos estos meses para hacer deberes y poner cierto orden en infraestructuras, proyectos así como soluciones, pero han preferido cumplir con la cuarentena y han pasado de pensar. Y aunque ahora nos presenten programaciones a saco -por cierto, en grandes casos a cargo de promotores o managers que van a taquilla, aunque vendan como propio- se mantiene una absurda rivalidad de competencias que continúan sin ser solucionadas. Les da igual. Estos nuevos gestores están creando su nueva realidad  Y eso resulta preocupante porque quien olvida su historia y origen sin aprovecharse de ellas se equivoca. Dicho de otro modo, su desconocimiento del pasado  es tal que no saben en qué terreno juegan. Lo que ellos no han creado, pues no existe.

Pero a lo que íbamos. Esto de la Orquestra de la Comunitat Valenciana que no tenga director titular es lo menor. Al menos nos ahorramos un sueldo millonario. Pero desnaturalizar a la formación, le hace perder prestigio y continuidad de formación. Pero es lo que ha elegido nuestra Generalitat después de haberse gastado una millonada en la propia construcción de Les Arts, la formación de una orquesta ad hoc a base de fichajes y los emolumentos repartidos entre directores de primera fila que al paso que vamos no habrá servido para nada. Todo es pura contradicción y sobre todo manifiesta una ausencia de proyecto y criterio digno de ser estudiado en el futuro en las universidades y sus masters de gestión cultural con nombres y apellidos.

Sin embargo, lo preocupante es lo que sucede en la Orquesta de Valencia y la ausencia de liderazgo que parece existir en la misma, tanto desde el punto de vista musical como político. Así que ahora sólo faltaba cuestionar a su director titular Ramón Tébar con una consulta interna en la que los músicos de la formación le dicen de todo menos bonico. Y eso que aún le queda un año de contrato y el ayuntamiento pensaba en renovarle. No en balde, su llegada al auditorio fue decisión de sus actuales responsables. Pero el chico no ha cuajado a los deseos de la orquesta. La bofetada, pues, no sólo es para Tébar sino que se amplía a la edil Gloria Tello y su director gerente Vicent Ros.

La OV se está convirtiendo en una trituradora de directores. Así ha sido desde la época de Galduf, aunque ahí pesaban los sindicatos. Los dos últimos –Traub y Tébar- van a salir a base de encuestas filtradas y nada alentadoras. Hay que tener muy poco cerebro o mucho, según se mire, para encargar una encuesta interna de este tipo a estas alturas y filtrarla. Con un año por delante. Es de nota. Yo de Tébar la devolvía. O bien los dejaba a unos días del comienzo de temporada plantados o ponía la orquesta a ensayar e incluir en su repertorio programas de música dodecafónica, madrigales y folclore andino. Pues no me iba a divertir.

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