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al otro lado de la colina / OPINIÓN

Trump marca la agenda a la ONU, otra vez

Sabíamos que el presidente USA, contra pronóstico y contra el 'establishment', iba a dar mucho juego y muchos titulares, pero una vez más nos ha vuelto a sorprender a todos

9/12/2017 - 

A pesar de que la ONU representa a los casi 200 países de la Comunidad Internacional una sola persona, Donald Trump, vuelve a poner del revés las agendas de todo el mundo, anulando la celebración de días tan importantes como el Día Internacional contra la Corrupción (9-XII) y el Día de los Derechos Humanos (10-XII), de los cuales no evitará que los rememore.

No hace falta querido lector que les diga cuáles son los motivos, porque todos los conocerán, pero sí me permitirán que les deje mi particular comentario, en un tema, el conflicto palestino-israelí, que como ya dije en otro artículo, no es una historia de buenos y malos, que aunque individualmente los hay, geopolíticamente hablando es una historia de la supervivencia de dos pueblos, que quieren ocupar un mismo espacio físico.

Además, para añadir más leña al fuego, la semana la iniciaba el presidente USA de manera contundente, anunciando la retirada de su país de la Declaración de Nueva York, aprobada por la resolución de la Asamblea General el 19 de septiembre de 2016 referida a Refugiados y a Migrantes, tras la oleada de éstos que se produjeron en el 2015, principalmente en Europa, y que las diferentes organizaciones internacionales no supieron atender.

Pero la bomba informativa la dio Trump cuando este miércoles anuncio el traslado de la embajada USA a Jerusalén como reconocimiento de su capitalidad sobre Israel, justamente en la víspera de la fiesta hebrea del Janucá (celebración que recuerda la victoria de los judíos sobre sus enemigos seléucidas en el siglo II a.c.). Esta decisión política tiene muchas causas, y quizás excesivas e imprevisibles consecuencias.

Las motivaciones son varias: en primer lugar dar cumplimiento a lo dispuesto en la Jerusalem Embassy Act, ley norteamericana de octubre de 1995 en la que se decidió reubicar la embajada USA de Tel Aviv a Jerusalén y que ningún presidente desde entones, ni Bill Clinton, ni George W. Bush, ni Barack Hussein Obama II, habían querido cumplir, desoyendo al poder legislativo de su nación ¡Si Montesquieu levantara la cabeza!

Por otra parte, y siguiendo en el ámbito doméstico, Trump ha sido más proclive a la causa judía que a la causa árabe, a diferencia de su antecesor, Obama, que había abandonado la tradicional y férrea alianza entre USA e Israel, permitiendo, por ejemplo hace un año, que el Consejo de Seguridad condenara a Israel por la cuestión de los asentamientos; y los apoyos mutuos con el lobby judío. Y por supuesto dar respuesta, o mejor dicho satisfacción a sus votantes ¿en eso consiste la democracia?, más cercanos de la causa hebrea, a diferencia de las minorías (afroamericana e hispana) aparentemente más cercanas al partido demócrata más próximas a las posiciones árabes.

Finalmente el entorno internacional, que esta decisión ha tornado en explosivo, o cuanto menos lo ha vuelto un campo de minas, que en cualquier momento puede hacer saltar por los aires cualquier acción o iniciativa diplomática en Oriente Medio, y si no ha estallado ya se debe a diversos motivos. Primero porque ha cogido a todos los actores por sorpresa; después por una combinación de sentido común y altura de miras, como la del Imán de la mezquita de Al Aqsa de Jerusalén que parece ha intentado tranquilizar a los musulmanes por una parte, y por otra la preparación y el gran despliegue de las fuerzas de seguridad israelíes.

Pero sobre todo el motivo del por qué ahora, y del porqué no se ha producido un mayor estallido de violencia, creo yo, es por la gran división existente en el mundo musulmán, ya saben el viejo dicho de “divide y vencerás”, como consecuencia de la guerra existente entre suníes y chiíes en múltiples frentes (Siria, Yemen, o un poco más larvada y latente en Irak o Líbano), de las que justamente la semana pasada les hablaba en mi artículo.

Por lo tanto, no nos debe de sorprender de forma mediata las decisiones de Trump, muy propias y cercanas a lo que se puede entender en Europa como políticas populistas, pero sí nos debe hacer prepararnos para este claro retroviraje de la política internacional de los USA, que como ya dije cuando fue elegido el presidente USA, están de vuelta en el mundo.

Por otra parte esta semana, a pesar de los anteriores sobresaltos, no podemos obviar el recuerdo de dos celebraciones internacionales. En primer lugar este domingo 10 se conmemora el Día de los Derechos Humanos, algo básico en el respeto del individuo y primer escalón para hacer posible la dignidad de la persona, más aún para los que creemos en su transcendencia, y fundamental en la convivencia de las sociedades modernas; y que, aunque se ha conmemorado desde hace muchos años o incluso décadas, no hay que cejar en su protección y difusión, pues a pesar de que en nuestro entorno occidental y aunque es mejorable se respetan, hemos de intentar que el mayor número de países en el mundo respeten los Derechos Humanos, para mejorar la convivencia de la Comunidad Internacional y de la Aldea Global en la que se ha convertido nuestro planeta.

Y para ir finalizando la más moderna celebración del Día Internacional contra la Corrupción, este sábado 9, que como nos recuerda las Naciones Unidas anualmente se pagan en sobornos un billón de dólares, cerca del PIB de España, y ademas se roba por medio de la corrupción unos 2,6 billones de dólares, lo que en total equivale a alrededor del 5% del PIB mundial; cifras que si las focalizamos en países en desarrollo, la corrupción distrae un “cantidad de dinero diez veces mayor que la dedicada a la asistencia oficial para el desarrollo”, según esas misma fuentes de la ONU.

Desde luego, como ya les conté en otro articulo, la corrupción es una lacra para las sociedades, más aún si son democráticas, y el peor delito, no sangriento contra la Comunidad. Además esta corrupción puede revestir múltiples caretas, desde la inicial corrupción moral por falta de valores, pasando por la corrupción política motivada por los sectarismos y totalitarismos, y terminando en la corrupción económica, de la que les acabo de dar datos.

Respecto a esa última corrupción, la económica, la Convención de la ONU de 2003 contra la Corrupción, establecía la necesidad de crear órganos que impulsaran su persecución. Y mientras en España (que ha ratificado la convención y por tanto es de aplicación) la cuestión se desarrolla en el ámbito autonómico y local (falta su desarrollo en la Administracion central), a nivel europeo ya existe una activa Oficina Europea de Lucha contra el Fraude. Y, ¿qué ocurre en nuestra Comunitat? ¿Se está empezando a cumplir la Convención de la ONU? 

Pues parece que sí, dado que la Agencia Antifraude de Les Corts dirigida por Joan Llinares arranca entre dimes y diretes de unos políticos y otros, y la expectación de toda la sociedad. Pues si unos líderes objetan contra ella, incomprensiblemente pues se declaran muy defensores del Estado de Derecho, y que mejor defensa que la lucha contra la corrupción, otros que tienen que darle el apoyo en recursos, y que querían su impulso, parece que no les dan todas sus bendiciones (por Valencia Plaza nos hemos enterado de que buscan local de alquiler a pesar de la cantidad de inmuebles que tiene la GVA), lo cual nos hace ver que esta institución de Les Corts está naciendo con aires de independencia respecto los diferentes partidos políticos, lo cual es ya una garantía. Mucha suerte.

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