Sin duda este verano ha sido el gran trending topic, la gran canción del verano. Alimentado un poco por la necesidad de los medios de llenar páginas y un mucho por algunos que ven en este sector carnaza para poder reclamar otras muchas cosas que poco o nada tienen que ver con el turismo. Para comenzar esta reflexión hay que situar cada cosa en su lugar ya que de no hacerlo así podríamos caer en la debilidad de incluso pensar que está bien esto de perseguir a señores de fuera que invaden nuestras calles con maletas, se sientan en nuestros restaurantes y se comen nuestra comida.
Estos señores vienen porque hay una industria, “la turística”, que genera en la ciudad de Valencia alrededor de 1.114 millones de euros y 16.660 empleos; en torno a un 10% de su PIB viene generado por sus más de 1.800.000 turistas.
Estos señores, los turistas, son generadores de actividad económica de la que sin duda no solo se benefician los hoteles, restaurantes y compañías de avión. Nuestras joyerías, taxistas, farmacias, supermercados, etc., sin duda venden más que si no tuviéramos una ciudad que recibe más de un millón y medio de personas.
Si bien es verdad cualquier actividad económica tiene sus aspectos positivos y negativos, la capacidad de que ésta sea sostenible es aquella que equilibra esos aspectos positivos y negativos de manera que su futuro desarrollo no ponga en riesgo el espacio sobre la que se lleva a cabo.
Pudiendo entonces entender que todos tenemos el derecho al descanso, una ciudad y más una turística tendrá sin duda aspectos negativos que podrán afectar la vida cotidiana de la misma, pero también generará elevadas oportunidades para la mejora de la situación socioeconómica de los que en ella viven. La inteligencia de la gobernanza turística es la que desde la planificación y ordenación permite asegurar la convivencia entre todas las realidades. Pero que nadie se imagine que una ciudad turística es igual de vivible que una ciudad no turística. También es verdad que una ciudad no turística no oferta las mismas oportunidades de desarrollo socioeconómico que una ciudad turística.
Por hacerlo sencillo sería como querer en los años 60 el desarrollo de la Ford y al tiempo que querer mantener la esencia rural de la zona sobre la que se sitúa. Hoy en día podríamos trabajar en una mejor convivencia ambiental entre la actividad industrial y su entorno, pero habrá humo, ruido de camiones, circulación de vehículos, consumo energético, etc... Sin embargo no encuentro muchos colectivo de vecinos saltando a la calle por estos problemas industriales, incluso cuando el número de trabajadores que genera esta marca de vehículos y sus industrias auxiliares con toda seguridad no superaran el empleo del sector turismo en la ciudad de Valencia.
Valencia y su centro histórico tienen muchos problemas: abandono de edificios, solares con basuras, ruido por el ocio nocturno (no siempre generado por el turista), etc... ¿Pero podemos decir siendo objetivos que todo esto está provocado por la demanda turística?
Y además ¿alguien piensa que la solución está en realizar manifestaciones, en atacar al visitante, en alterar los medios de comunicación internacionales? ¿Alguien está pensando en las consecuencias futuras? Este es un sector mucho más sensible de lo que la mayoría piensa, pequeñas alteraciones provocan mucho ruido negativo en los destinos emisores y esto será algo que otros destinos competidores aprovecharán.
Sin duda creo que es necesario trabajar por hacer más sostenible el desarrollo turístico de la ciudad y la vida en ella pero por favor no creemos falsas expectativas, no existe una ciudad turística sin factores negativos, sin pérdida de espacios públicos para los residentes.
Trabajemos todos no solo desde la promoción si no desde la ordenación de la ciudad, donde está el verdadero problema de convivencia, aseguremos ocio y descanso, consumo turístico y limpieza, consumo y seguridad.
Es en la planificación de la ciudad que queremos donde se encuentra la solución y no en aplicar parches y menos en trasladarle al visitante la responsabilidad de algunas situaciones que nada tienen que ver con él. Si seguimos presionando y persiguiendo al turista, estamos además expulsando justamente al turista de mayor gasto que todos están reclamando, mucho más sensible a conflictos sociales.
En muchas ocasiones es más fácil disparar fuegos artificiales y seguir focalizando la solución en poner parches y no a atajar la verdadera necesidad de esta ciudad que es planificar y ordenar entre todos el modelo de ciudad turística que queremos.
Alberto Galloso es socio-director de Soluciones Turísticas
Si todo esto del turismo, los festivales y las fallas continúa a ese ritmo podemos terminar abocados al caos. Hay que poner normas, repartirnos culpas y responsabilidades pero, sobre todo, aprender todos a ser un poco más respetuosos y cívicos. No sólo valen las cifras