Tal y como se esperaba, la Fed decidió bajar tipos de interés en 50 puntos básicos (hasta el rango 4,75%-5,00%) durante su pasada reunión del mes de septiembre, iniciando así una nueva fase de ajuste en su política monetaria, toda vez que los niveles de inflación se han acercado de manera consistente a los objetivos del 2%. La decisión fue prácticamente unánime, y el dot plot (gráfico de puntos) que se publicó poco después, indicaba que podrían bajar otros 100 puntos hasta final de año y 100 puntos más a lo largo de 2025. En su discurso posterior, Powell afirmó que siguen viendo fuerte a la economía estadounidense, y por tanto el objetivo de la Fed con este movimiento es propiciar que tanto el crecimiento como el empleo sigan yendo por la misma senda. De hecho, advirtió sobre la posibilidad de que el tipo neutral donde la Fed deje de bajar tasas, podría ser significativamente más alto que el que se consideraba normal en épocas anteriores a la pandemia.
La realidad es que los datos que se están publicando en Estados Unidos en las últimas semanas están siendo mixtos. El PMI manufacturero por ejemplo se mantuvo inalterado en 47,2 puntos, todavía en territorio de contracción, mientras que el PMI de servicios repuntó desde 51,5 hasta 54,9, superando los niveles de expansión. También por el lado positivo, se publicó un buen dato sobre el PIB del segundo trimestre, con crecimiento del 3% (compara con el 1,6% del trimestre anterior), que sin duda reafirma el discurso de Powell de que la marcha de la economía americana sigue a buen ritmo. La gran sorpresa la dieron los datos de empleo, donde el crecimiento de nóminas no agrícolas batió todas las expectativas, pues donde se esperaba un incremento de 147.000, finalmente crecieron en 254.000. La tendencia en el crecimiento de empleo está siendo estable todo el año, y prueba de ello son tanto la tasa de ocupación (que ya ha recuperado niveles prepandemia), como la media de crecimiento mensual de empleo en 2024 (medido por las nóminas no agrícolas), que se sitúa en 204.000, ya por encima de la media prepandemia (2011-2019) de 194.000. Adicionalmente, la tasa de desempleo volvió a bajar del 4,2% al 4,1%, terminando definitivamente con los repuntes que habíamos visto a comienzos de verano, con un ligero incremento de los salarios.
En cuanto a inflación, tanto el de Gasto de Consumo Personal (PCE), donde el índice general bajó de 2,5% a 2,2%, mientras que a nivel subyacente se mantuvo estable en 2,7%, como el IPC, que bajaba una décima a nivel general y subía una a nivel subyacente, mantienen la senda bajista y se acercan al objetivo del 2% marcado por la Fed.
Con todo esto, el mercado se ha reposicionado en cuanto a expectativas de bajadas de tipos, y rápidamente las rentabilidades de los principales bonos de referencia, empezando por el americano, han subido contundentemente en las últimas sesiones. El propio presidente de la Fed Powell, en declaraciones recientes confirmó que si la economía sigue yendo por la senda prevista, es probable que veamos dos bajadas de 25 puntos básicos de aquí a final de año, cuando como hemos comentado, el mercado descontaba 100.
En Europa por su parte, el Banco Central Europeo bajó nuevamente los tipos un 0,25% (la decisión fue unánime y era lo esperado), dejando la tasa de depósito en el 3,50%. El discurso por parte de Lagarde fue bien diferente al de Powell, y es que en Europa ya no existe preocupación por la inflación sino por la marcha económica de la eurozona, con foco especial a la situación en Alemania y Francia. De hecho, se anticipan al menos dos nuevas bajadas de 25 puntos, una de ellas probablemente en octubre. Lagarde dejó claro que no necesitaban esperar a que la inflación se sitúe en el 2% para volver a bajar tipos, ya que los malos datos macroeconómicos en general en Europa preocupan y mucho. Los últimos datos de PMIs industriales salieron muy por debajo de lo esperado, con Alemania en particular publicando un dato muy débil en 40 puntos, muy lejos del nivel de 50 que indica expansión. Tan solo aguantó el indicador de servicios, ligeramente por encima de 50 puntos, pero lejos del 52,9 anterior. Francia por su parte publicó un PMI también muy débil (44,6), y adicionalmente atraviesa por problemas presupuestarios importantes, con un déficit público que podría superar el 6%, motivo por el que el nuevo gobierno de coalición está planteando diferentes medidas de cara a aumentar de manera significativa la recaudación.
Como decía Lagarde, la inflación no parece ser ya el principal problema en Europa. El último dato correspondiente a los precios de septiembre, bajó ligeramente a nivel subyacente desde el 2,8% hasta el 2,7% (anterior 2,9%), y contabilizó un descenso más importante aún a nivel general, desde 2,2% hasta 1,8% (anterior 2,6%), que la sitúa ya por debajo del objetivo del Banco Central Europeo.
En el continente asiático, a finales de septiembre el Banco Popular de China (PBOC), aprobó un nuevo programa de estímulos para intentar alcanzar los objetivos de crecimiento marcados dentro de su plan estratégico (5% anual). Además de reducir 50 puntos básicos el ratio de reservas requeridas a los bancos y de rebajar los tipos de interés en 20 puntos (hasta el 1,5%), inyectaron liquidez al sistema para favorecer la financiación para la compra de acciones y se implementaron medidas para apoyar la compra de viviendas vacías por parte de los gobiernos locales, reduciendo así el stock de vivienda vacía. Aunque la reacción de los mercados ha sido extraordinariamente positiva, con subidas de más del 20% en pocas sesiones, surge la duda de si este nuevo programa será suficiente para cambiar los hábitos de consumo e inversión en China, más ahora que se empieza a especular con una posible crisis de balance como la que sufrió Japón hace unos años (burbuja de precios en activos inmobiliarios, alto endeudamiento con el inmobiliario como colateral, estallido de la burbuja inmobiliaria y por tanto, el inversor sobre endeudado comienza a ser ahorrador neto, hecho que podría derivar en un periodo deflacionista). Veremos si en los próximos días se consolida el fulgurante ascenso del mercado bursátil chino, pero cuando menos, este ha sido un primer paso de cara a la reacción económica del gigante asiático, que como sabemos tiene un peso muy importante en la economía global.
El arranque del cuarto trimestre ha mantenido el tono positivo visto a lo largo del año en los mercados de renta variable. En EEUU el S&P 500 ha marcado un nuevo máximo histórico en los 5.822 puntos, y el viernes cerró muy cerca de ese nivel con una ganancia semanal del 1,11%, mientras que el Nasdaq 100 se apuntaba una subida del 1,18%, consolidando la referencia de los 20.000 puntos. En Europa el Euro Stoxx 50 terminó con subidas del 1% siendo el Ibex una de las referencias rezagadas al anotarse únicamente un +0,52%.
En los mercados de renta fija sigue pesando el gran dato de empleo conocido en EEUU que junto a una inflación algo superior a lo estimado, está provocando un ajuste de cierta envergadura en las estimaciones del cuándo y cuanto se moverá la Fed. Así, el Treasury a 10 años veía como su rentabilidad aumentaba hasta cerrar en +4,07%, es decir, 9 puntos básicos más que la semana anterior. En Europa las subidas fueron más moderadas, +6 puntos básicos el Bund y +4 puntos básicos el Bono español, que cerraban la semana en el +2,27% y el +3,01% respectivamente.
Entre los activos alternativos, el oro volvía a subir una semana más, si bien de manera moderada, un +0,32% hasta los 2.667,80 USD/oz, gracias al fuerte rebote producido el viernes y con un mercado preocupado por el devenir de los acontecimientos en Oriente Medio. El mismo motivo estuvo detrás de las subidas del Brent, con un alza del 1,02% en una semana especialmente volátil ya que se negoció en un rango amplio que fue desde los 75 USD/b hasta los 81 USD/b. La semana la iniciamos con ciertas correcciones ante la falta de medidas contundentes por parte del gobierno chino, que se esperaba fueran anunciadas el fin de semana.
En el frente macroeconómico, el dato más importante se produjo en EEUU, el IPC se situó una décima por debajo del mes anterior pero también una décima por encima de lo que esperaba el mercado, cerrando septiembre en el 2,4%. A nivel subyacente se produjo el mismo efecto lo que supuso un incremento hasta el 3,3%. Por el contrario, a nivel empleo se vio como aumentaban las peticiones de subsidio, pero ha de tomarse con cautela el dato que podría estar viéndose afectado por la temporada de huracanes que llegan a las costas estadounidenses. Por último, hay que destacar la previsión de la Fed de Atlanta para el PIB del tercer trimestre, que ha elevado hasta el +3,2%.
A lo largo de la presente semana conoceremos los datos del PIB del tercer trimestre, las cifras de importaciones y exportaciones junto al IPC en China. En Europa se conocerá el dato de la producción industrial, el dato del IPC de septiembre para el que no se esperan cambios, y también se reunirá el BCE al que el mercado otorga una probabilidad del 95% de que vuelva a bajar los tipos de interés en 25 puntos básicos. En EEUU no habrá grandes referencias macro, siendo la evolución del empleo junto a las ventas minoristas lo más destacable de la semana.
El viernes se inició la temporada de presentación de resultados en EEUU donde los datos publicados provocaron subidas notables entre los bancos estadounidenses. Wells Fargo se anotó un +5,61% al cierre frente al +4,44% de JP Morgan o el +3,63% de Blackrock. Los números no fueron espectaculares, por ejemplo, el beneficio de JP Morgan en los 12 últimos meses caía un 1,9%, pero este dato fue bastante mejor de lo que estaba esperando el mercado. Veremos si se mantiene el buen tono en las próximas semanas que es lo que estaría esperando el mercado para continuar con las órdenes de compra.
Informe elaborado por Julian Abdey, Justin Toner, y Damien J. McCann