Las raves pueden ser simpáticas, al menos eso buscan los responsables de este local que cumple semanas
VALÈNCIA. De Berlín a València. Sin pretensiones pero sin medias tintas. Esta es la máxima de Umbral, un nuevo local de música electrónica que no ha cumplido siquiera un mes de vida pero que nace con una clara vocación de diferenciarse en una escena urbana que se ha desarrollado exponencialmente en los últimos años. La empresa es complicada, pero la receta que proponen para hacerlo llevadero es ponerle actitud y hacerlo a la valenciana (“es decir, a tope con todo”). Aunque empieza a resultar redundante contextualizar continuamente a la escena electrónica local (síntoma de buena salud), los referentes de hoy siguen siendo de ayer, de aquella explosión de creatividad y ojo clínico a la hora de traer a artistas a la Comunitat que se llamó Ruta del Bakalao y que está viviendo su segunda oportunidad gracias a la memorabilia. Londres-Berlín-València, se dice ahora de entonces. Londres-Berlín-València también quiere ser la ecuación de la que se hable dentro de unos años. El público que empiezan a arrastrar iniciativas como Oven o La Carbonera (es decir, de lo más visible a lo más invisible) da lugar a la ilusión porque así sea.
Dentro de este mapa que se ha de crear para hacerlo posible se ha abierto Umbral. Un nombre que no ha sido elegido tanto por la estética sino por el objetivo de sus tres socios (Diego Amador, Adriana Petit y Andrea Arlandis): crear un ambiente al que cruzar, singular, extraño, atractivo. En la puerta, el rótulo está en metal y tiene una pinta oscura, dentro no hay mucha luz y suenan de fondo unos sonidos extraños. El reto es traspasar el umbral y dejarse llevar: “el baile es como un ritual chamánico y arcaico, una manera de ser tú a través de la música sin que te importe nada más”, dice Adriana Petit. Los responsables conocen bien la escena local en particular y la musical en general. Saben bien lo que quieren, pero sobre todo, saben todo lo que han vivido en otros lugares y no quieren. Los pilares que intentarán llevar de manera religiosa en Umbral son un sonido muy cuidado (es la gran inversión que han hecho en el proyecto) y un esfuerzo importante en crear un ambiente muy concreto, más amable, que sea capaz de reunir en el mismo local a nostálgicos y a gente que quiere escuchar nuevas músicas.
El cartel que ellos proponen poco tiene que ver con los locales que les rodean, en la zona de Taronjers. Tras el umbral empieza a sonar cada fin de semana música industrial, minimal, IDM, o coldwave, y pasarán artistas locales, nacionales y ocasionalmente algún nombre internacional. Las referencias musicales van desde proyectos musicales hasta lugares y desde lo local hasta lo internacional: Antoni Baus, Mecánica Analógica, Conjunto Vacío, Demonodrone o Dais Records, entre otros muchos. En febrero les visitará a iniciativa Pinpanpun, la cita mensual con la música experimental local dirigida por Martí Guillem.
Todo esto cabe en un pequeño bajo que no es, ni mucho menos, una nueva industrial como las macrodiscotecas de entonces. La idea es tener un aforo limitado al que poder llegar y que sean conscientes del sitio al que acuden, trasladando así lo mejor de los clubes europeos y metiéndolo en una pequeña sala de València.
Aquella Ruta que revive en cada artículo, libro o conversación de madrugada desde la nostalgia o la admiración, podría replicarse en la ciudad otra vez. Aunque ni la sociedad ni el ambiente cultural ni lo valores nocturnos sean los mismos que entonces. Al menos eso piensa Diego Amador, buen conocedor de la noche valenciana de hoy en día: “En determinados círculos de la escena underground de la electrónica ya empieza a tenerse a València como una referencia en lo que respecta a crear mini clubes, eventos y un ambiente, un bagage cultural y un enfoque vital hedonista puro que recuerda a los inicios de la ruta. Con el añadido de que internet facilita la acogida de nuevas generaciones de post-ruteros. También en la escena de la electrónica comercial se puede respirar esa contundente herencia de la ruta, tanto en el estilo de vida a toda pastilla, como en la relación con la música electrónica y los guiños a los estilos que encumbraron a la ciudad en su momento… Yo creo que sí que va a ocurrir”.
Por otro lado, a los artistas aún les queda por descubrir la ciudad. Muchas giras siguen sin pasar siquiera por España. Y aunque la Ruta se está revalorizando en –prácticamente- todo el país, València sigue teniendo mucho que contar más allá de las fronteras estatales: “En grupos reducidos ya se están emulando situaciones que recuerdan mucho a los mejores años de aquel fenómeno, y cuando hay una visita de un artista de la escena undeground internacional o nacional, se aprecia el saber hacer que hay aquí para generar espacios y situaciones de libertad vital y calidad musical”, opina Amador.
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