VALÈNCIA. En diversos puntos de la provincia de Valencia, junio, julio y agosto no son meses: son emboscadas. A veces, también septiembre, si es que el calor sigue apretando. En el último incendio declarado en la Comunidad, el de Gátova, las lamentaciones han sido, otra vez, de manual: que si es lo de siempre, que si se veía venir, igual que se veía hace un año y dos y tres... que ahora qué con la falta de personal, que para qué aparecen los políticos cuando todo se está empezando a perder.
El abandono de los trabajos tradicionales para mantener limpios los entornos rurales justifican la amarga protesta de un bombero que ha colgado en la redes sociales un vídeo para denunciar la situación del monte valenciano.
En un momento en el que atraviesa la maleza, el bombero estalla: "Los gobiernos proteccionistas del monte que vengan aquí a pasar por estas zarzas, por estas carrascas, para llegar al foco del incendio. Y cuando el incendio se coge, que te ayuden a salir de dentro. No te jode...".
Para la organización Greenpeace, soluciones no hay ante un gran indencio, aunque sí planes para actuar de forma rápida cuando se declara un Gran Incendio Forestal (GIF) o para evitar que llegue a serlo con violencia, como las medidas de autoprotección a los que la ley obliga a las urbanizaciones situadas en zonas de alto riesgo, los planes de protección civil para incendios forestales para municipios cuyo núcleo urbano está en contacto con el bosque y el resto de sobreentendidos: mayor vigilancia, educación ambiental y la regulación de usos del medio rural.
"Aquí tendrían que estar para limpiar el monte. Cuando se quema, se quema todo. Y con suerte no salimos escaldados los bomberos", continúa el bombero en su vídeo, justo antes de pasar a un plano general de hectáreas humeantes y monte bajo calcinado. "Nos gusta conservar el monte para que sea un puto infierno, así nos va", ataja.
Para la organización ecologista, el 90% de los incendios que se declaran está relacionado con actividades negligentes del ser humano. Y, sin ayuda de la Administración, es gente voluntaria y desinteresada la que, con sus iniciativas, deshace un camino de peligroso tránsito. Numerosos colectivos sociales inician cada fin de semana una nueva restauración forestal -como lo llaman- del suelo afectado de la Comunidad Valenciana. Pero es insuficiente.
Aún hoy, cuando se declara una emergencia, las autoridades valencianas se limitan a aplicar un protocolo que sirva para proteger los núcleos urbanos y las vidas de las personas. Desde la tragedia medioambiental de Cortes de Pallás durante el verano de 2012 no se han introducido demasiados cambios. Poca prevención; poca dotación de medios a las brigadas de extinción. ¿Y luego? Sobre la reforestación, el anterior Consell se defendía como podía: si no hay dinero, no lo hay para nada. Al actual, denuncian los profesionales que combaten el fuego, los deberes se le están haciendo bola.