No pertenecen a la guardia pretoriana de la Real Señera, no son élite, pero sí guardianes de la memoria, del relato corto, vanguardia de la supervivencia de un Club que vive parapetado en el éxtasis de la circulante impaciencia. Escritores anónimos forman parte de una efervescente generación literaria de la cultura popular emergente en el siglo pasado. No pertenecen al 98 ni al 27, son del 19. La semana literaria comenzaba en la calle Embajador Vich con la presentación del libro, #Los100delCentenari, edición de UvaM, sin ánimo de lucro, escrito desde el corazón, con cierto aire patriótico en la andadura personal por las calles del Pueblo de Mestalla del pequeño de la familia Calvo-Saavedra. Maite y Joaquín, progenitores de la saga pilarista, educados bajo la tutela del Mestalla per dins, pueden estar orgullosos de la educación recibida por sus tres varones, Chimo, Miguel y Sergi. Me une con ellos un “sentimiento compartido a apenas un tabique de distancia“. No podía ser de otra manera que en el local de moda del Centenario, el Casal del Tío Pep, aquí los tardeos son culturales, falleros y falleras rugen como leones para aupar al nada efímero Centenari al tombe. El libro de Sergi Calvo es pura poesía, literatura solidaria, dotada de ilustraciones artísticas por el pincel de El abrigo de Peral, nieto del que fuera exjugador del Valencia F.C. y artista fallero. Un día después de la presentación, el Real Madrid caía en Mestalla, y a los dos siguientes, es decir, ayer viernes, la marcha blanquinegra desfilaba a pocos metros del kilómetro cero, el origen, para presentar el libro Los Relatos del Centenario, reuniéndose el monstruo amable -sociedad interclasista blanquinegra- en el hemiciclo de utilidad pública e imponente edificio del Ateneo Mercantil, ubicado en mi particular plaza, la de San Francisco, actual del Ayuntamiento.
Caí de rebote -me gusta siempre que puedo ser suplente-cuando ya no era un embrión el proyecto literario diseñado por la editorial valenciana Vinatea, empresa capitaneada por un león de Mestalla, Salvador Raga. En el sorteo fui agraciado con la figura de Pepe Claramunt, difícil misión la de construir un relato para quién no lo ha visto jugar. Tuve que recurrir al purgatorio de la memoria paterna e ir tirando del recuerdo para construir con ingenio mi vínculo personal a base de paper i llapis con el de Puzol. La figura del relator, necesaria en la coordinación de los anónimos relatos escritos por los militantes del blog del valencianismo literario Últimes vesprades a Mestalla con la editorial, que gestionó el bueno de José Carlos Fernández. Él fue quien me rescató como un futbolista desahuciado cuando llega a su nuevo equipo en el mercado de invierno para sumar al conjunto en la recta final de la temporada. El libro ya ha visto la luz. Los relatos, escritos por la cuperativa, son desde la tarde de ayer tangibles para todos los públicos desde una perspectiva traquera con movimientos verticales al sentimiento y solidarios con la memoria de un pueblo. No pecan de conjuntivitis para ninguna otra élite literaria, se pueden leer y releer.
Las firmas de la cooperativa mestallista superan en cinco a la cifra de los ballesteros que formaban filas en El Centenar de la Ploma custodiando la Real bandera cuando sonaban tambores de guerra en la capital del Reino. La efeméride conmemorativa por el viejo natalicio del club con alma franciscana ha cosechado un reguero de brillantes relatos forjando un testimonio literario y culto, de carácter personal, gracias a la florecida familia de nuestro génesis, el desaparecido Torino. La generación del 19 es amplia y diversa, variopinta entre las páginas de otro libro de oro para la biblioteca valencianista que cuenta con las aportaciones literarias de políticos, periodistas, exjugadores de fútbol, familiares, aficionados, escritores que integran la sociedad valenciana. La generación del 19 ha sabido centrifugar fútbol, literatura y valencianismo. Les recomiendo ambas lecturas por su carácter solidario. Los beneficios recaudados con las ventas del primero, #Los100delCentenari, irán destinados a mejorar la calidad de vida de Elvira Roda Llorca, aquejada de Sensibilidad Química Múltiple. Los del segundo, Los Relatos del Centenario, destinados a proyectos solidarios con niños y niñas en los lugares más remotos del planeta. ¡No lo duden, no se queden sin ellos!