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MEMORIAS DE ANTICUARIO

Un paseo cultural por el área metropolitana (y un poco más allá)

El área metropolitana de Valencia también existe. Que muchas veces no se visibilice adecuadamente su riqueza artística es otra cosa. Esta es una relación de lugares de interés cultural no es ni de lejos exhaustiva. Es más una llamada de atención sobre un amplio conjunto patrimonial que tenemos muy cerca y que vale la pena tener la curiosidad de descubrir

28/08/2016 - 

VALENCIA. El mar, La huerta, la Albufera, el Parque del Turia ¿puede pedirse más para una ciudad?. Pocas áreas metropolitanas reúnen esta variedad de ecosistemas. Si uno se pone a pensar, les rodalíes de la ciudad de Valencia son una amalgama compleja desde muchos puntos de vista. La metropoli tiene un área de influencia absolutamente heterogénea, sin embargo, urbanísticamente, la prosperidad ha originado un crecimiento poco armónico y a borbotones. El desarrollo incontrolado tiene evidentes peligros y un urbanismo poco sensible llega para quedarse. 

Tras esa maraña edilicia existe, milagrosamente, un patrimonio cultura que es digno de valoración. Si antes las murallas eran de piedra tallada o mampostería, ahora los núcleos urbanos de muchas poblaciones vuelven a estarlo pero en este caso es una muralla de promociones a diez alturas. Tras esta pantalla sobreviven núcleos urbanos populares, en mayor o menor medida conservados, con esa tipología de vivienda a dos plantas tan típica de nuestros pueblos, salpicados por alguna casa de siglos incluso anteriores y si tenemos suerte, contados vestigios de un pasado fundacional de época medieval. Cuando uno pasea esas plazas y calles se siente sumergido en un ambiente diferente al de la urbe que se encuentra, como quien dice, a un par de calles. No hay que irse muy lejos para experimentarlo: a la plaza de Campanar se llega andando.

Dos museos de cerámica y uno de abanicos:
Paterna, Manises y Aldaia

Hablar de Paterna y Manises es hacerlo de parte de la cerámica más prestigiosa en la Europa medieval, herencia de la tradición y técnica islámica. Y, por si no lo saben, no sólo existe el Museo Nacional de Cerámica González Martí, los museos de Paterna y Manises.

La labor de recuperación del patrimonio cerámico de Paterna todavía no está concluida. Aún aparece en el subsuelo de la población restos de un gran pasado de cerámica medieval de primer orden y las piezas fueron exportadas más allá incluso del Reino de Aragón. Situado en el centro de la localidad, este pequeño museo es testimonio de ese prestigio. En 2014 se tuvo noticia de la aparición de cerámica de Paterna en excavaciones realizadas en la república de Taquiristan y en el Kremlin de Moscú.

No podía ser menos la ciudad manisera, que como Paterna la existencia de un museo de cerámica es algo va de suyo. El esplendor de Manises llega temporalmente hasta nuestros días. Al igual que el cercano de Paterna, las salas se disponen cronológicamente desde época medieval hasta la actualidad, puesto que en Manises la fabricación de cerámica decorativa no ha cesado y las sagas de maestros se han ido renovando.

Complemento imprescindible desde el siglo XVIII, el abanico tiene desde su museo en Aldaia. Inaugurado en 2015 se trata del único museo de titularidad pública de Europa dedicado a este objeto entre práctico y ornamental. La localidad situada en el oeste del área metropolitana expone en el edificio llamado popularmente “la Casa de la LLotgeta” unas 150 piezas cedidas por coleccionistas y artesanos, que van desde el barroco – el más antiguo de 1720- hasta los trabajos que todavía se realizan en los talleres de la localidad.

Godella: Alfaro y Pinazo

Tengo especial predilección por la localidad de Godella con esa parte de la ermita que que mira al interior, y esa otra que lo hace a la huerta y al fin de esta, al mar. La plaza de Santa Magdalena, y concretamente el bar La Parra, es uno de esos lugares deliciosos que todavía quedan muy cerca de la gran ciudad. La huerta configura un paisaje singular mitad naturaleza mitad artesanía, de indudable belleza, y parece que de ello nos hemos dado cuenta hace muy poco. En Godella la cosa va de nombres propios, de grandes artistas. 

No creo equivocarme si digo que, si bien Ignacio Pinazo Camarlench (Valencia 1849- Godella 1916) nació en Valencia, se le tiene como un godellense más, y como nos encontramos en el “Año Pinazo” creo que el gran impresionista valenciano bien merece una peregrinación a su casa museo. No necesitaba del gran formato para hacer llegar a la tabla la huerta, sus vistas de Valencia (por las que tengo especial predilección), las escenas de fiestas callejeras o unas marinas ejecutadas de forma que su arte no han perdido un ápice de modernidad. El conjunto de colecciones de pintura, escultura y dibujo de la Casa Museo Pinazo constituyen un fondo imprescindible para conocer de cerca la producción artística y la forma de vida de la familia del artista, pues en esta se recrea la vida de la época con mobiliario, artes decorativas y un pequeño patio trasero con jardín.

Seguimos en Godella. Otra figura de la modernidad pero perteneciente a otra época es la de Andreu Alfaro (nacido en 1929). Tras su reciente desaparición en 2012, familia ha querido ejercer de guardiana de su memoria y mostrar al público la "Colección Andreu Alfaro", a través de una selección de las piezas de diversos períodos en el taller que tenía en la localidad L´Horta Nord. La colección permanente está compuesta por 48 esculturas y 33 dibujos. Al parecer fue el propio artista, Premio Jaume I en 1980 y Nacional de Artes Plásticas un año después, el que indicó en vida sus preferencias a la hora de conformar la colección. Además existe un amplio fondo de su obra con el que hay idea de llevar a cabo exposiciones temáticas de carácter temporal

Entre Iglesias, monasterios y castillos

Recuerdo cuando uno de mis mejores maestros en la facultad-Amadeo Serra- decía que hasta hace relativamente poco tiempo que el viajero tenía de las iglesias, castillos y catedrales en lontananza era muy distinta pues veía emerger estas de entre unas casas de, a lo sumo, tres alturas. Hoy en día podría parecer que todo ese patrimonio ha desaparecido y no hay rastro de él, puesto que no lo vemos si no lo buscamos. En unos casos se encuentra agazapado o mejor, avasallado por un urbanismo brutal, en otros, afortunadamente, más aislados se reparten por el entorno natural.

La relación no puede serexhaustiva: de entre las iglesias deberemos desplazarnos un poco más allá del áreametropolitana para descubrir para quienes no las conozcan la Basílica de SanJaume de Algemesí, fundada durante la reconquista en el siglo XIIIcon el retablo del altar mayor obra de Francesc Ribalta entre 1603-1610, laiglesia de la Natividad de Turís,obra de Antonio Gilabert de unacademicismo sobresaliente y sobre la cual el profesor y fotógrafo Joaquín Bérchez ha realizado un excelente trabajo gráfico, y cuyafachada recuerda mucho a la iglesia de San Felipe Neri de Valencia. En Llíria tenemos dos ejemplos excelentes en la Iglesia de la Sangre del siglo XIII (de las denominadas “de reconquista”) y la Iglesia de la Asunción con sumagnífica fachada-retablo del siglo XVII, prima hermana de la Iglesia delCarmen de Valencia o de San 

Miguel de los Reyes

Llamada a capítulo merece quien todavía no se haya dejado caer por tres edificios monacales de primer orden. El citado Monasterio de San Miguel de los Reyes, perjudicado por una ubicación a desmano, pero al que puede acercarse uno hasta en bicicleta. Hay que motorizarse para visitar otro imprescindible como es el Monasterio del Puig y, muy cerca de este, la Cartuja de Ara Christi.

El Castillo de Alaquás, si se hallara en el centro de Valencia, sería uno de los lugares de peregrinaje turístico obligado. Erigido a principios del XVI pasó a manos públicas tras su expropiación en el año 2002. Impresiona sus dimensiones y su patio a modo de claustro con arcos y columnas. Una de las más agradables sorpresas fue el descubrimiento hace unos años de Alfara del Patriarca y su Casa de la Sirena, una de las escasas alquerías fortificadas de la huerta, aunque está en el centro de la población, así como el Palacio de Cruïlles también dentro del casco urbano de esta pequeña localidad al norte de Valencia.

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