Recuerdo que en la escuela nos decían en clase de geografía política que España era un país de servicios. ¿Servicios? Yo salía a dos calles de mi casa, en todos los puntos cardinales, y sólo encontraba campo. Pero campo en plena producción. No los campos sembrados de grúas en plena ebullición de la burbuja del ladrillo antes de explotar. No los campos baldíos que vemos ahora, post-crisis, sembrados de esqueletos de PAI’s. Los sembrados que yo recuerdo de mi niñez eran las altas mazorcas de maíz y las enredaderas de cañas de los tomates, naranjos y nogales, moreras y almendros… Esto era el campo valenciano.
Los veranos cruzábamos la meseta, camino de la tierra de mi padre. Una vez pasada la frontera que nos separa con el pantano de Contreras por medio, el paisaje cambiaba radicalmente. Desaparecían el verde y las palmeras, mientras el aire se hacía cada vez más seco y más caliente. Campos de inmensos girasoles daban paso a un océano amarillo de trigo que se mecía a nuestro paso, un horizonte infinito en el que el sol y el tórrido calor eran protagonistas. En aquellas carreteras de los años 70, en aquellos coches sin aire acondicionado, cruzar media España era toda una odisea. “Cierra la ventanilla, que nos ahogamos”, decía mi madre. Parecíamos pollos con la boca abierta, a punto de perecer con una oleada de aire de poniente, sin una pizca de la humedad que nos trae aquí la brisa marina…
Un país de servicios. ¿Se acuerdan? ¿Qué servicios, si este país era inminentemente agrícola? Alguien nos estaba preparando para cambiar nuestra forma de producción, nuestra base económica. Tal vez alguien a quien le interesaba que España fuera un Estado convertido en una extensa red de carreteras para transportar hacia Europa todo lo que llegaba de ultramar a nuestros puertos, una España radial con el centro en Madrid. Tal vez, nos estaban preparando… Pero aún no habíamos entrado en la Unión Europea y, parece extraño que un país tan barato, como lo era entonces España, renunciara a inundar el mercado europeo con unos precios tan competitivos.
¿Han visto lo cuidados que están los campos y los caminos al otro lado de los Pirineos? Cruzar Francia es un lujo para los sentidos. Y los productos franceses siempre han sido mucho más caros. ¿Dónde está el secreto? El secreto está en el amor a la tierra y en el respeto al trabajador. El agricultor francés ha tenido siempre al Estado de su lado. ¿Recuerdan cuando los agricultores franceses quemaban los camiones españoles cargados con hortalizas? Nunca sufrieron represalias. Defendían su mercado. Mientras, en España, los grandes intermediarios disfrazados de cooperativas del campo apretaban cada vez más al pequeño agricultor, que es mayoritario no sólo en España sino también en Europa. Por eso, hoy, la producción agrícola francesa, con un valor al precio de base de 70.400 millones de euros en 2011, es la primera de Europa y Francia conserva su estatuto de primera potencia agrícola,
Un poco tarde, la Unión Europea se ha dado cuenta de que no puede estrangularse a sí misma. Un poco tarde, va a intentar quitar la soga al cuello que agricultores y ganaderos llevan desde hace tiempo, con políticas productivas irracionales y sinsentido, con inyección de fondos sin control. ¿Recuerdan las millonarias subvenciones al lino español, cuando en España nunca se produjo lino? Latifundistas de Castilla, Extremadura y Aragón hicieron su agosto a través del presidente del Fondo Español de Garantía Agraria (Fega) Nicolás López de Coca. Recibieron ayudas por cultivar lino textil en los años 90. El fraude del lino se llamó el caso, con 18 acusados. La OLAF hace tiempo que denunció a la Generalitat Valenciana, cuyo anterior gobierno repartió casi 7 millones de euros sin control en ayudas agrícolas de 2007 a 2013. Y así todo.
Un poco tarde, la Unión Europea decide legislar para proteger a agricultores y ganaderos contra las prácticas comerciales abusivas, injustas dicen desde Bruselas. El Consejo ha aceptado la propuesta de la Comisión y sólo queda que el Parlamento lo apruebe para que comiencen las negociaciones. La nueva legislación irá dirigida a proteger al pequeño agricultor frente a los grandes distribuidores del sector. Se regularán los pagos tardíos, cambios retroactivos en los contratos, abusos unilaterales de los grandes operadores… Un poco tarde, la Unión Europea pretende garantizar un nivel de vida justo para el trabajador del campo, la European Way of Life. Un poco tarde…