En esta semana pre-navideña y donde las noticias en el campo de la política no parecen ser muy esperanzadoras, respecto a la formación de un gobierno anti natura, o más bien anti España por parte de sus socios. Siempre se agradecen las buenas noticias, como el Premio Convivencia de la Fundación Broseta
El período previo a la fiesta de la Navidad es cierta convulsión por la mezcla de situaciones a las que nos sometemos, desde las múltiples planificaciones familiares, laborales y de amigos para celebrar estas fiestas entrañables al hecho de mantener el ritmo en el trabajo y planificar la agenda para el Año Nuevo, ese 2020 que no sabemos aún que nos deparará. Entre todo este maremágnum donde los ciudadanos nos preocupamos más por llegar a nuestro destino o lograr planificar unos días de desconexión, los políticos siguen tejiendo un futuro gobierno que como ya dijo, y habría que repetirlo todos los días, Pedro Sánchez, quizá logre que el 95% de españoles no duerma tranquilo.
Las rondas de contactos, las reuniones de media hora donde nuestros representantes parecen más bien jóvenes inmaduros que se saludan por primera vez y no saben de qué hablar, en lugar de hombres de altura moral e intelectual que puedan dirimir cómo afrontar los problemas reales que tiene la nación con un mínimo de responsabilidad y madurez, y no dando la razón a los discrepantes constantemente. Con esta triste situación de la política que no augura una gobernanza estable y duradera, siempre encontramos alguna buena nueva y sin duda esta semana, esa noticia es el próximo XXVIII Premio de Convivencia de la Fundación Manuel Broseta que ha sido otorgado a Rafael Nadal, nuestro deportista más internacional, nuestro tenista más brillante y sobre todo uno de los españoles de los que más orgullosos podemos y debemos sentirnos, como así lo recordaba hace unas semanas tras lograr la selección española la Copa Davis.
El premiado no debe eclipsar la institución que otorga dicho galardón y la figura a quién recuerda, el catedrático, jurista y político Manuel Broseta Pont, asesinado por ETA el 15 de enero de 1992. Pero sin duda, el acierto en la decisión del jurado en esta edición es total. Jurado presidido por Javier Solana, exministro socialista y exsecretario general de la OTAN y actualmente presidente del patronato del Museo del Prado, quien recordó que “se le premia no sólo como deportista”, y esa es la grandeza que demuestra la talla humana de Nadal, todos los valores que él simboliza y cómo ha desarrollado una escuela de tenis para formar a jóvenes como deportistas y como personas y transmitirles los valores en los que él destaca y que el acta del jurado recordó con detalle: “deportividad, integridad, esfuerzo, humildad, superación y ejemplo personal tanto en la victoria como en la derrota”.
En estos días de final del adviento, a menos de un mes de que se celebre la entrega de este ya histórico galardón que reúne a la sociedad valenciana en el Palau de la Generalitat y que es una de las citas anuales más destacadas, es una grata noticia conocer este reconocimiento, siempre fruto de la deliberación de un jurado que conforman ilustres personalidades de la sociedad española, abogados, empresarios, políticos, periodistas y que consolida a la sociedad civil valenciana. Además, esta noticia se enmarca en una época del año en la que todos, de alguna u otra forma, resaltamos la importancia de los valores, de los principios que rigen nuestro comportamiento vital, todo eso que nace de una tradición cultural y religiosa, de una tradición judeo-cristiana y de un pensamiento que conforma una sociedad que promueve la convivencia y el respeto de manera destacada.
Los motivos para elogiar la figura de Nadal y agradecer a la Fundación Broseta dicho galardón son obvios, pero para poner la guinda al pastel, las recientes y polémicas declaraciones del alcalde de Manacor, municipio natal de Rafael Nadal y donde instaló su prestigiosa academia de tenis, criticando al tenista balear de una manera ridícula y de las que se desdijo rápidamente, confirman que en España siempre hay alguien dispuesto a dar la nota y por ello a los mejores debemos reconocerlos y premiarlos, por evidente que nos pueda parecer. ¡Vamos Rafa!