El amor no ha cambiado tanto en 100 años, ni el sexo ni las relaciones de pareja lo han hecho tampoco. Así lo demuestra Comedia sexual de una noche de verano, una producción de Sai & Seda que se sube al escenario de La Rambleta el viernes 21 y sábado 22 de octubre
VALÈNCIA. Un fin de semana en una casa de campo, 1920, la pareja formada por el excéntrico inventor Andrew (interpretado por Ismael Fritschi) y su esposa Adrian (Melani Oivares) deciden invitar a un grupo de amigos para pasar un fin de semana todos juntos, con motivo de celebrar la boda de Ariel y Leopoldo. A todo ellos se unen Andrew, el doctor Maxwell y su “amiga para ese fin de semana”, Dulcy. Con todo el kit completo la inocencia se convierte en un estallido de deseo, en el que el sexo y el amor se enredan en clave de comedia para plantear al espectador un debate sobre las relaciones, las fantasías y todas las necesidades humanas mezcladas: locura, amor, pasión… Todo ello se sube al escenario de La Rambleta el próximo viernes 21 y sábado 22 de octubre, con la obra Comedia sexual de una noche de verano, adaptación veraz y “punzante” del film de Woody Allen de los 80.
En la pareja que ocasiona el explosione de la situación está Melani Olivares, la prolífica actriz que da vida a Adrian, y que junto a sus compañeros representa una obra que habla de la libertad sexual y explica como en 1920 ya existían los tipos de relación que ahora consideramos como más modernos: “No tenemos que creernos que las cosas vienen dadas de ahora, o que estamos revolucionando algo. La sinceridad, el cambio de parejas y las relaciones abiertas e intercambio de parejas ya sucedían en Nueva York en el 1920”. En el caso de su personaje, una mujer con falta de deseo sexual, no es algo que “venga de ahora”: “Tanto las mujeres y los hombres, si se escuchan, se dan momentos en los que las personas no quieren hacer el amor con esas personas, ni con nadie en general”. En el relato al final Adrian acaba teniendo un giro y evolución en el que su personaje acaba reconciliándose con las relaciones sexuales: “Empieza con una desidia sexual absoluta y acaba queriendo hacer el amor como una loca”, explica la actriz.
En el otro lado de la pareja se encuentra Ismael Fritschi, a quien se le encomienda la tarea de dar vida sobre el escenario al mismísimo Woody Allen, un reto en el que el actor confiesa que se siente de lo más cómodo y sincero de cara a su representación: “Generalmente suelo ser un actor al que le encanta que le dirijan, pero en este caso me gusta que los matices se metan en la mochila y salgan las cosas de forma más inconsciente”, explica, mientras matiza que aunque puede que su personaje “caiga mal” a primeras es algo que si todo está bien hecho es lo que tiene que ocurrir: “Mi personaje es prácticamente un paralítico emocional [ríe] es un tío extremadamente inteligente para hacer sus inventos y sus cosas, pero esa brillantez es totalmente ausente en lo que se refiere al trato con las personas”, lo que llevará al personaje a roces muy pronunciados sobre el escenario de La Rambleta.
Fotos: SEDA
Tanto como para quien haya visto la película como para quien no sea conocedor la obra puede suponer un incentivo solo por el “morbo” que genera su temática. Tal y como lo explica la actriz Melani Olivares al final lo que se busca es que los espectadores puedan “olvidarse de todo durante hora y media”, y para Fritschi la clave es que el relato les haga ver y reflexionar sobre las relaciones con ejemplos que se suben a escena: “Todas las personas que vengan a ver la obra pueden acabar viéndose claramente representadas en algún momento sobre el escenario. Puedes ser hombre y sentirte identificado con una mujer y sus actitudes como con cualquier aspecto de las relaciones de pareja”. Estas reacciones o comparativas surgen, en realidad, de poder hablar a través de las artes escénicas de la intimidad más pura de las parejas, de los conflictos que surgen en el aspecto relacional y de ver como a todo ello se le pone cara y nombre. Para esto, explica Fritschi, es clave que todos los actores y actrices sepan calar perfectamente la historia y darle el tono propio al personaje, generando ese “relato coral” que permite que todo se ubique en su pertinente lugar: “Al final todos trabajamos mucho con el contexto. Yo realmente muestro reacciones genuinas de mi personaje, y comprendo que es lo que siente. Lo más importante es ver como pase tras pase sigo descubriendo cosas nuevas sobre mi relación con mis otros personajes, resulta en algo casi mágico”.
El premiado monólogo se representa en La Rambleta y bebe tanto de Homero como de Safo, Anne Carson, Pedro Lemebel y Luis Cernuda