La alumna de 2º de ESO del IES Lluís Vives de València ha organizado un torneo internacional de cubo de Rubik al que se han inscrito 120 participantes de 12 países
VALÈNCIA.- ¿Qué tienen en común el futbolista David Silva, el cantante Justin Bieber, el actor Will Smith y Lucía Pascual, una alumna de 2º de ESO del IES Lluís Vives de València? Son lo que se conoce como cubaholics o entusiastas del juego más vendido de la historia: el Cubo de Rubik. De todos los citados, quien cuenta con un mejor single (resolución más rápida) es Lucía, y además, es la única que puede presumir de haber organizado un campeonato internacional al que se han inscrito ya 120 aficionados (el más joven, de 8 años) de 12 países (algunos tan lejanos como Baréin, Australia, Pakistán, Vietnam, Argelia, Irán, Japón, o Perú. La cita tendrá lugar el próximo sábado 23 de diciembre en el centro.
“Me regalaron mi primer cubo cuando tenía diez años”, recuerda, “pero estuve jugando unos días y como no podía resolverlo lo dejé estar. Un año más tarde o así, por casualidad, encontré en youtube un tutorial y conseguí acabarlo”. Desde entonces, no se ha separado de alguno de los más de 70 cubos que tiene en su colección. Solo hay que ver la agilidad con que los mueve para darse cuenta de que a sus 13 años es algo así como una joven veterana.
Tal y como lo cuenta Lucía, parece que el torneo se haya organizado solo. “En septiembre del año pasado, en un campeonato, se me ocurrió la idea y pregunté al delegado de la World Cube Association (WCA) y me dijo cómo hacerlo”. Luego, con la bendición de la entidad —y el apoyo del delegado en València, Javier Tirado— se plantó en el despacho de la directora de su instituto, Carmina Valiente.
“La idea me encantó desde el primer momento”, explica la docente y máxima responsable de este centro público. “De pequeña me gustaba mucho el cubo”, añade, “incluso tenía el récord de mi colegio, así que me encantó la idea”. Valiente aprovechó que el IES Lluís Vives celebra todos los años un Festival de Navidad para incorporarlo. “Me pareció que encajaba perfectamente en el programa”, añade. Mucho trabajo, permisos y seguros después, todo quedo listo para anunciar la convocatoria por internet.
La red, no hace falta decirlo, ha sido fundamental. Es donde ha acudido Lucía, incluso para hacer las medallas que ella misma ha diseñado (un cerebro levantando una pesa con dos cubos en sus extremos). Por esa vía fueron llegando las inscripciones y ya está todo listo para una cita que, además de un campeonato, es un lugar donde verse las caras y hacer amigos.
“Lo que más me gusta es el ambiente, porque aunque es una competición en la que hay muy buen rollo. Si alguien bate un récord, todo el mundo se alegra y se pone a aplaudir”, apunta Lucía. A diferencia de otro tipo de campeonatos, aquí todo es muy colaborativo: cuando alguien no está compitiendo se convierte en árbitro en unas pruebas en las que no hay categorías por edad ni por sexo y es normal que entre los presuntos rivales se intercambien trucos y algortimos para mejorar.
El cubo de Rubik nació en 1974 en Budapest. El profesor del departamento de diseño de interiores de la Academia de Artes Ernö Rubik intentaba crear un mecanismo que permitiera mover de manera independiente los elementos de una estructura y, de repente, se dio cuenta de que había inventado un rompecabezas al que bautizó como “Cubo Mágico” (Buvos Kocka) cuando llegó la hora de comercializarlo un año más tarde. Pero no fue hasta que cruzó el Telón de Acero, en 1980, que recibió el nombre por el que ahora se le conoce.
La historia recordará a Rubik por haber creado el juguete más vendido de la historia (se dice que ya se han despachado más de 400 millones de unidades) y del que es imposible saber cuántas variaciones existen: hay más de mil de distinto tamaño (el más grande es el 22x22x22) y formas (redondos, cuadrados, irregulares, de un solo color…), sin contar el que hay en Knoxville (Tennessee), que mide tres metros de alto y pesa media tonelada, el de 6 milímetros de alto, o el Masterpiece Cube creado por Diamond Cutters internacional y que cuesta 1,5 millones de dólares.
Otro dato por el que será recordado el padre de la criatura es por su carácter huraño, ya que se cuentan con los dedos de una mano las entrevistas que ha concedido a la largo de su vida o las veces que se ha dejado ver en una competición de su creación.
La resolución del cubo se basa en lo que los cuberos llaman algortimo, que son una serie de movimientos que permiten que las piezas vayan encajando en su sitio. La rapidez a la hora de mover el cubo es fundamental en las pruebas de speed (velocidad), pero no en las que consisten en completarlo en el menor número de movimientos posibles. “La gente cree que los cubos chinos son malos, pero no es verdad. Los que son malos son los que venden en los bazares, pero algunas de las mejores marcas son chinas, como Yuxin, Moyu o ShengShou”. ¿Y el de la rubik? “Ese es un poco malo”, dice con una sonrisa. Es un secreto a voces que tiene problemas con la rotación.
Resolver el tipo cubo (un 3x3x3) es sencillo… relativamente. El movimiento más largo es de 22 movimientos, pero hay 43 trillones de posibles configuraciones, una cifra tan elevada que no se puede ni expresar en campos de fútbol. La primera vez que lo intentó, Rubik tardó un mes en resolverlo; ahora, el récord del mundo es de 4,59 segundos (del coreano SeugnBeom Cho).
“Hay muchas pruebas. Hay un cubo de 2x2x2 que es fácil de hacer pero el récord está en 0,49 segundos, así que es muy difícil superarlo. Luego hay muchas pruebas, como resolverlo con los ojos vendados, una mano o con los pies. Luego están ya los que tienen otra forma, como el Pyramid, el Skewb, Square 1…”, explica Lucía. Luego está la prueba más alucinante de todas: el multiblind, en el que hay que resolver el mayor número de 3x3x3 seguidos con los ojos tapados. “El truco es que a cada pegatina [pieza para los profanos] se le asigna una letra, y se junta varias letras para formar una palabra, y luego con ella haces un frase, y luego una historia y lo resuelves”, añade.