Las compañías Hongaresa de Teatre y La Zafirina recuperan la obra por la que Lluïsa Cunillé fue aclamada hace 25 años
VALÈNCIA. Qué evocadores resultan los parques. Ya sea por la nostalgia de la propia infancia, ya sea por apelar a la de nuestros hijos. “Es una llamada al inconsciente colectivo, porque es donde empieza todo, donde terminas de acabarte en los encuentros y en los peligros”, opina la actriz y directora de escena Lola López, que a estos recuerdos comunes suma que su primer hito profesional hace un cuarto de siglo fue en el escenario de un parquecito.
Recién llegada a España junto a la actriz Lina Lambert después de seis años en Londres, Lola estrenó el 8 de marzo de 1994 en la Sala Beckett de Barcelona una obra de una dramaturga en ciernes, Lluïsa Cunillé, por consejo de José Sanchis Sinisterra. La propuesta desarrolla una trama misteriosa sobre dos mujeres que se encuentran tres noches consecutivas frente a un balancín.
El director de aquel montaje, titulado Libración, fue Xavier Albertí, actual director artístico del Teatre Nacional de Catalunya. La propuesta ganó todos los premios de la crítica de aquella temporada: a mejor texto, dirección y actrices.
Fue el arranque de una fructífera trayectoria de colaboraciones en tándem entre autora y director. Y consolidó a Cunillé como una de las dramaturgas más importantes de Europa. Entre sus reconocimientos, ya atesora el Premio Nacional de Literatura Dramática, el Premi de les Lletres catalanes y el Born de Teatre.
La pieza dejó una honda huella. Tanto es así que cuando hace dos años, la Sala Beckett se mudó al distrito de Poblenou, para despedirse del emplazamiento primigenio el público eligió en una encuesta que se hiciera una lectura dramatizada de Libración. Así y todo, la obra no se ha vuelto a llevar a escena en nuestro país.
Lola López ha decidido que ha llegado el momento de retomarla, pero a los mandos. Ahora ejerce las veces de directora, y las mujeres que se dan cita bajo la Luna son Mafalda Bellido y Blanca Martínez.
Carme Teatre acogerá del 21 al 24 de marzo un work in progress del nuevo montaje, que se estrenará oficialmente en el Centro Cultural Mario Monreal de Sagunto el próximo 1 de junio.
“Libración nos habla de la soledad, del anonimato, de la necesidad del otro, de la lucha por comunicarse, factores más que patentes en una sociedad como la nuestra tan tecnológica y aislante”, resumen desde Hongaresa de Teatre y La Zafirina.
Ese eco en nuestro presente no ha tentado a las compañías que coproducen la reposición a introducir dispositivos electrónicos en la trama. En el momento en que se estrenó, los móviles no existían, todavía proliferaban las cabinas en las calles. Y la versión actual respeta y homenajea la cualidad de desconexión de aquellos tiempos. Tal y como se titula otra pieza de Lluïsa Cunillé fechada en 2002, la obra se encuentra suspendida en Aquel aire infinito.
La incorporación que sí han hecho a la puesta en escena original ha sido la de otra persona al elenco, la violinista Luisa Moya.
El espacio en el que se encuentran sus mujeres protagonistas se presta a la presencia de este nuevo personaje. “En los parques se oye a veces una música y no sabes de dónde viene, sabes que está pero no su procedencia”, comenta Lola López.
En su momento, Albertí eligió que sonara la música de piano de Henryk Górecki, pero la actual directora se ha decantado por Altitud, de Frederic Mompou. Moya es una intérprete más, en la medida en que en su arco se personaliza la partitura original. “Por más que Bach sea el autor de las piezas que toca Glenn Gould, el pianista canadiense les mete 20 minutos más y las hace suyas”, compara la directora, que entre todos los instrumentos, eligió que sonara en escena el violín, “porque tiene una cualidad femenina, así que resulta coherente con una obra que habla de la balanza, de la Luna y del equilibrio, en la que somos, casualmente, un equipo mayoritariamente de mujeres”, explica López.
La palabra libración se refiere al “movimiento de oscilación que un cuerpo perturbado en su equilibrio efectúa hasta recuperarlo poco a poco”, un balanceo, por otro lado, propio del satélite de la Tierra. Para introducir a las actrices en el universo femenino que plasmó Cunillé, el de unas mujeres cotidianas y sencillas evocadas con aliento poético, Lola ha propuesto a Mafalda y Blanca la lectura previa a los ensayos de poesías de autoras como Alejandra Pizarnik y Olga Orozco.
Como en todas las dramaturgias de Cunillé, el subtexto dice más que el texto. De hecho, durante la preparación de sus papeles, las actrices hayan compartido con su directora su sorpresa ante la riqueza de capas que tienen sus conversaciones.
“Los grandes escritores tienen una gran capacidad de síntesis: detrás de cada simple palabra resuenan diferentes lecturas y connotaciones, se producen unos ecos de transversalidad y verticalidad gigantescos”, alaba Lola López.
La reconocida dramaturga catalana añade, además, un componente de magia al medido y riguroso conjunto.
“Sucede como con el clásico de Beckett, Esperando a Godot, que no habla tan sólo de tres tíos que esperan a un cuarto que no llega. Sus personajes son anodinos, pero no por eso la obra es palmaria y plana”, advierte la directora.
Las protagonistas de Libración son dos mujeres que luchan por encontrar su norte y salir del laberinto de la soledad. No tienen nombre y no se ubican en un espacio ni en un tiempo concretos. Pero su creadora les aporta una dignidad absoluta. Esa cualidad extrapolable a nuestros días presentes y futuros es lo que le da una trascendencia al montaje que va más allá del realismo cotidiano.
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