VALÈNCIA. Hablaremos primero de lo bueno, mejor dicho: de lo excelente. La Sinfonía Turangalila es una de las grades composiciones del siglo XX, de eso no hay duda y aunque en su estreno hubo más que dudas sobre su porvenir por un sector de la crítica. Hoy, el amplio poema sinfónico estrenado en 1948 ya se ha convertido en una obra de repertorio y más que lo será en el futuro. Si no se interpreta en más ocasiones es porque además de exigir una gran plantilla orquestal, se trata de una partitura que reclama una exigencia superlativa para todos los profesores, un gran solista de piano y un solista de ondas Martenot. Comenzando por los dos solistas, su papel es de gran importancia, especialmente el del piano y, si bien, formalmente no podríamos decir que estamos ante un concierto de piano, de facto la presencia continua del instrumento, las cadencias e intervenciones de gran compromiso y virtuosismo aproximan la Turangalila a las obras concertantes.
De hecho, dudo que exista en el repertorio una partitura para piano con orquesta de la amplitud de esta, pues puede rebasar los ochenta minutos y no hay concierto para teclado que se aproxime en duración. Carlos Apellaniz en este titánico rol estuvo sobresaliente, demostrando un domino absoluto de los pasajes más brillantes que demandan una depurada técnica, a la par que mostrando expresividad y misterio en los más poéticos y líricos. Además, Apellaniz presumió de resistencia que es también uno de los requisitos imprescindibles para llevar a buen puerto la obra. Junto a este, no olvidemos el papel de Nathalie Forget a las ondas Martenot una de las más reputadas especialistas del momento en este atractivo y misterioso instrumento.
La Orquesta de València fue también triunfadora de la velada, defendiendo con total solvencia la endiablada partitura. Es difícil mencionar una familia de instrumentos o solista en particular pues todos tienen una presencia relevante citar entre otros a los solistas de Fagot, Violonchelo o Clarinete. Entre las familias mencionar, por supuesto, la enorme percusión que se emplea y que dota a la partitura de una tímbrica muy personal, las trompetas y trompas incisivas, los trombones y tuba que recitan la más célebre frase de la obra, las maderas con numerosas intervenciones solistas o la cuerda que amalgama todo el gran andamio.
Nada de esto hubiera sido posible sin la labor del gran director francés Sylvain Cambrelin, especialista en la obra, que incluso ha llevado al disco y que fue capaz armar este enorme fresco. Preparar semejante obrón en una semana es ardua tarea no apta para todos los directores y Cambrelin centra su labor en lo más importante: el del sonido global. No llegar a buen puerto en este sentido puede llevar al desastre decibélico. La Turangalila a pesar de tener muchos instantes de gran brillantez sonora es una obra tremendamente transparente, plagada de infinitos detalles tímbricos, pero su escritura y orquestación es magistral, lo que queda patente cuando se cuidan las innumerables dinámicas. Se trata de contener a la gran masa orquestal sin que la obra pierda su brillantez. Una brillantez que se resintió en algún instante puntual, más hacia el final, y es eso lo que diferencia una lectura notable de la excelencia. No obstante, bravo y enhorabuena a todos.
Acabamos con lo menos bueno: el abonado del Palau y por extensión el público valenciano no respondió en esta ocasión. Recuerdo que, en el estreno de la obra en València, con Joan Cerveró a la batuta, el patio de butacas de la sala Iturbi presentaba mucho mejor aspecto y hoy en día es una sinfonía que llena los auditorios. Es una pena que el auditorio de Les Arts viera completado el aforo en tan sólo media entrada, siendo, como es una de las obras más importantes de todo el siglo XX y que debería haberse presentado mediáticamente como uno de los puntos fuertes de la temporada, más, contando con un director del prestigio de Cambreling, y no pasar sin pena ni gloria como una cita más de la programación de abono. Eso sí, los allí presentes disfrutamos de la maravillosa Turangalila y obsequiamos a los comparecientes con una calurosa ovación.
FICHA TÉCNICA
30 de marzo de 2023, Auditori de Les Arts
Oliver Messiaen, Sinfonía Turangalila
Carlos Apellaniz, piano
Nathalie Forget, ondas Martenot
Orquesta de Valencia
Sylvain Cambreling, director musical