La economista de Robeco considera que "estamos más bien ante una táctica de negociación que una política arancelaria"
MADRID. ¡Cuánto pueden cambiar las cosas en meses! Recientemente, la mejoría de la economía mundial motivaba revisiones al alza de las previsiones de beneficios empresariales, y los mercados de renta variable parecían dispuestos a ofrecer más subidas. Pero algo pasó que dio al traste con este idílico panorama. Hace unos meses ya advertíamos que “nada se desplaza siempre en línea recta”. Llámenlo sexto sentido o llámenlo llevar en los mercados más años de los que me atrevo a contar, esta vez ha sido el presidente Trump el que ha decidido librar una guerra, y eso ha hecho descarrillar el tren. O al menos ha amenazado claramente con hacerlo, posiblemente con el objetivo real de lograr un 'buen acuerdo' para su país.
Como economistas podemos preguntarnos cuán bueno será ese acuerdo para los consumidores estadounidenses, o para todas las empresas del país que dependen de las importaciones. Si las medidas proteccionistas proliferan, cabe esperar un aumento de la presión inflacionaria interna. Como inversores, tenemos que decidir cómo distribuir los activos en estos mercados. Nuestra recomendación es seguir con la vista fija en el premio. En lugar de fijarnos en la volatilidad a corto plazo, deberíamos prestar atención a la dinámica macroeconómica subyacente.
El ciclo económico global sigue mejorando y los bancos centrales, incluida la FED, están procediendo con cautela y anunciando claramente sus intenciones. De seguir así las cosas, que es el supuesto fundamental sobre el que trabajan nuestros equipos de inversión en renta variable por fundamentales, aprovecharemos los baches que se vayan produciendo como oportunidades de compra. Pero es necesario vigilar bien los riesgos. Por ahora, los aranceles comerciales del Presidente Trump han generado más ruido que impacto económico real.
A la vista de la cantidad de excepciones que se han aprobado ya -Canadá y México a largo plazo, más Australia, Argentina, la UE y Corea del Sur, al menos temporalmente- parece que nos encontramos más bien ante una táctica de negociación que una política arancelaria, y que China es el objetivo principal. Por sí solas, estas medidas ejercerían un efecto limitado sobre el PIB de China, cuyo gobierno podría fácilmente compensar introduciendo algún tipo de estímulo. El Presidente Trump también propone medidas para limitar las inversiones de China en "tecnologías delicadas". Ésta era de hecho la situación preexistente, en la que la agencia estadounidense encargada de revisar las inversiones extranjeras en el país (CFIUS) ejercía una estricta supervisión.”
Puesto que la actual situación de los aranceles es limitada, la cuestión principal reside en qué riesgo de escalada existe, quizás con la introducción de nuevas medidas por parte de EE UU, o de represalias desde el lado chino. Por el momento, el gobierno de China ha respondido de manera firme pero mesurada. Ha anunciado la imposición de aranceles sobre productos estadounidenses por valor de 50.000 millones de dólares, condicionada a la adopción efectiva por parte de Estados Unidos de sus aranceles sobre productos chinos. También parece ser que Pekín y Washington están manteniendo conversaciones, aprovechando el plazo de 60 días que debe transcurrir para que los aranceles basados en el Artículo 301 entren en vigor. Nuestra previsión es que se realicen concesiones y la situación se atenúe, aunque con algún inquietante tweet de por medio.
Con todo, debemos ser muy conscientes de los riesgos: en caso de que todas las negociaciones fracasen y estalle una 'guerra comercial' como tal, los mercados de renta variable sufrirán el proverbial 'golpe doble'. Por un lado, los beneficios empresariales se verían afectados, puesto que exportadores e importadores, según el lado del arancel en que se encuentren, experimentarían graves complicaciones. Por otro lado, cabría esperar un incremento de la presión inflacionaria en EE UU, que obligaría a la FED a subir los tipos, no ya en consonancia con la mejoría del crecimiento económico (como ha sido el caso hasta ahora), sino para frenar la inflación.
Históricamente, cuando se ha realizado un ciclo de subidas de tipos en respuesta al avance de la economía mundial, el mercado de renta variable se ha visto favorecido, pero cuando dichas subidas se practican para aliviar la presión inflacionaria, lo normal es que su efecto sobre el mercado sea negativo. Pero, como hemos indicado, ésta no es nuestra previsión principal. Al presidente Trump le gusta inquietar a sus adversarios para llegar a un acuerdo y China es quien se sienta ahora a la mesa.
Mientras el mundo sigue pendiente de la posible 'guerra comercial', hay otros elementos que no debemos perder de vista. Aunque nuestras perspectivas para los mercados desarrollados de renta variable siguen siendo positivas, nos preocupa la volatilidad de cara al próximo trimestre, el auge del proteccionismo y el riesgo de incremento de la presión inflacionaria si la economía estadounidense se sobrecalienta. Somos más optimistas en cuanto al futuro de los mercados emergentes de renta variable. Aunque también aquí el proteccionismo comercial y la potencial presión inflacionaria pesan sobre nuestro optimismo, la situación económica global sigue siendo favorable para los mercados emergentes, con un sólido crecimiento tanto en ellos como en los desarrollados, y con tasas de inflación en niveles aún bajos.
Fabiana Fedeli es directora de Activos Fundamentales y gestora de Mercados Emergentes de Robeco