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el fotógrafo manuel lorenzo buscaba el 'guiness' en su harley 

Un aventurero alicantino que recorría Sudamérica en moto, atrapado por la revuelta de Perú

31/01/2023 - 

ALICANTE. El fotógrafo alicantino Manuel Lorenzo, cuya firma es habitual desde hace años en las imágenes que publican los principales medios de comunicación locales y nacionales (colabora habitualmente con la agencia Efe), tiene un marcado espíritu aventurero y un amor por las motocicletas, concretamente por las Harley, que hace unos meses se combinaron para dibujar su próximo reto personal. Tras haber estado a lomos de su moto en los extremos norte de los continentes europeo y asiático, se le ocurrió "cerrar el círculo" cruzando de sur a norte el continente americano.

Lo que no esperaba era que la revuelta política de Perú, que suma 65 muertos en dos meses, le iba a estallar justo a su paso por el país andino. Con el agravante de que las alturas a las que ha circulado en las últimas semanas iban a pasarle factura a su montura, dejándolo varado y sin opciones de salir del país por vía terrestre. De momento, se ha frustrado, siquiera temporalmente, su sueño de llegar a Alaska desde Ushuaia (Argentina), de donde partió el pasado otoño, recorriendo nada menos que 45.000 kilómetros. Pero la situación es más grave: atrapado en medio de la revuelta, no sabe siquiera cuándo podrá salir de Perú, ni en qué condiciones.

Los problemas comenzaron en Montevideo, por donde entró a Sudamérica para desplazarse hasta Ushuaia, la región más al sur del mundo. "Tras esperar dos semanas para poder desembarcar la moto por problemas burocráticos, en el país más caro de Suramérica me dejé no solo una cantidad de tiempo importante sino también una gran parte del presupuesto para el viaje. Sobre todo el efectivo, algo muy necesario". Tras varias vicisitudes, Lorenzo consiguió finalmente llegar a Ushuaia, lo más al sur posible del continente americano, e inició el viaje hacia el norte por la famosa ruta 40.

En una zona de la ruta 40 llamada 'los Malditos 73', "porque en ese tramo de vía suelen romper los vehículos", Lorenzo siguió la tradición y rompió el protector de la correa debido a las vibraciones, con daños también en la rueda trasera. Aunque pudo seguir con una reparación provisional,  "gracias a unos brasileños que pasaban por la ruta", necesitaba encontrar un taller Harley, y el más cercano estaba a unos 2.500 kilómetros en Santiago de Chile. "Allá llego con la moto en mal estado, la economía y los tiempos del viaje de por sí tocados, reparo la moto y cambio la rueda y retorno camino para el norte por San Pedro de los Andes para entrar en el altiplano argentino y entrar por allí a Bolivia".

Al mal de altura se une una circunstancia mecánica que a día de hoy mecánicos consultados en Chile, Argentina, España y los propios de Bolivia no han podido descifrar: la moto comenzó a tirar aceite de motor por el filtro del aire hasta el punto de casi gripar. "Acabé en un pueblo de poco más de 600 habitantes en medio del altiplano boliviano en medio de la nada donde una señora me hospedó", relata. Bolivia es un sitio muy complicado. "Las infraestructuras y la sociedad allí funciona de manera totalmente diferente incluso al resto de Suramérica. Para empezar casi nadie usa tarjeta de crédito, la gasolina la cobran a precio diferente al extranjero, casi no hay gasolineras".

Por mediación del hijo de la citada mujer, consiguió un bidón de aceite con la densidad adecuada para su moto en una tienda de comestibles. "Salí de allí quemando aceite a litros cada 100 kilómetros con el peligro que conllevaba camino de la frontera de Chile a 4.600 metros de altitud, rodeado de volcanes nevados y con decenas de kilómetros de camiones atascados en dicha frontera. Un infierno", resume. Otro más. Milagrosamente, y tras una nueva avería, el fotógrafo alicantino llegó a Arica, en la frontera con Perú, donde de repente la moto dejó de consumir aceite. "Estoy convencido que lo que malogró la moto fue la altitud y no una rotura de anillos de compresión, como me decían todos los mecánicos consultados en cinco países". Pero lo peor estaba aún por llegar.

"Entro en Perú en el peor momento"

La intención es llegar a Lima, donde hay mecánicos específicos de Harley. Pero al día siguiente de entrar en Perú, estando a Atico, presencia "cómo se comienzan a movilizar autobuses para ir desde las provincias a protestar a Lima. El ambiente está muy caldeado", recuerda. "A las cinco de la mañana me levanto para iniciar la marcha y veo en las noticias que la Panamericana está cortada por multitud de sitios por piquetes violentos y la capital del país está ardiendo".

Por el camino empieza a encontrar numerosas marchas que cortan la carretera "pero solo por momentos". Sin embargo, al llegar a Ica los piquetes se vuelven más agresivos y no dejan pasar un solo vehículo. "Consigo pasar tres piquetes no sin pocas dificultades y pactando con ellos pero una vez dentro de Ica, al salir camino de Lima por Pisco la negativa a pasar es total y violenta". En ese piquete conoció a dos jóvenes que también iban en moto hacia Lima. "Nos recomiendan un atajo para acceder a la Panamericana por Paracas, a través de un camino que mezcla el ripio con los bancos de arena por medio del desierto".

Aunque el camino es tan malo como otros anteriores, a riesgo de quedar varados en la arena, siguen adelante hasta que Lorenzo decide darse la vuelta casi al final de camino, al encontrase camiones hundidos. "Lo contrario sería dejar la moto enterrada irremediablemente en la arena". Tras una noche en vela por temor a un asalto, el alicantino retoma el camino, y con no pocas penurias y "mofas de los que van en coche", llega a Ica "en un estado deplorable". Allí consigue ayuda del grupo M.A.I. Moto Ayuda Internacional, que se organiza por WhatsApp. Lorenzo consigue llevar la moto a un taller especializado, que no consigue dar con el problema. Tras cuatro días, un grupo de moteros emprende viaje por un atajo diferente para intentar llegar a Lima: un tortuoso rodeo por caminos de trocha a 4.000 metros de altitud y una distancia extra de varios cientos de kilómetros a través de Huaytará.

A 500 metros de enlazar la Panamericana por Pisco, por segunda vez en su viaje, aquel sospechoso ruido del motor se vuelve estruendo, y Lorenzo decide parar. En una gasolinera lo recoge una camioneta venida desde Lima, a cambio de 200 euros. Esa noche llegará a Lima previo control policial. "Allí, por fin un mecánico entendido podría verme la moto y decirme qué le pasa". La respuesta no fue agradable: la rotura era importante, costosa y las piezas de difícil obtención. Y a eso hay que añadir la situación de bloqueo del país.

Intenta volver a España sin la moto

Así que "con la estimable ayuda de una amiga de aquí de Lima", Lorenzo inicia los trámites para alargar la estancia de la moto con la intención de, mientras la arreglan, regresar a España a trabajar, ahorrar, evitar gastos de manera estéril y esperar a que la situación en el país mejore.  "Pero una vez iniciados los trámites nos informan de que hay letras pequeñas que me impiden salir del país sin la máquina. Y si lo hago la moto sería requisada por entrar en estado de abandono, según las autoridades. Estoy vinculado a ella sin remedio". Toca esperar a que la arreglen y una vez hecho intentar salir del país, llegar hasta Colombia y desde allí pasar por vía marítima o aérea hasta Panamá para llegar a México, donde sí hay convenio con España.

Ahora Lorenzo tiene que demostrar a las autoridades que no es un turista al uso, sino que estaba en mitad de un hito como ser el primer hombre en llegar en su moto al círculo ártico por tres puntos distintos (Europa, Asia y ahora América), para que le concedan una moratoria similar a la de los equipos del Dakar, y poder regresar a España dejando la moto atrás de manera legal hasta su total reparación, mejora de la situación en Perú y mejora de las condiciones climáticas en el norte. "Espero que lo que ni la tundra siberiana ni la guerra de Ucrania pudo parar, no lo haga la burocracia peruana en pos de un logro histórico".

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