VALÈNCIA. Os tengo que confesar que esto del desconfinamiento me tiene con el pie cambiado. Me había acostumbrado rápido a eso de los paseos a partir de las ocho de la tarde. Ni un minuto antes. A organizarme en base a dos escenarios: dentro de casa y a un kilómetro de casa. Un día a día en dos actos. Ahora me siento un poco perdido en la ciudad y si a eso le sumas que en verano se pone patas arriba con obras tienes la receta perfecta para huir del centro. Eso no quita, claro, que en un momento dado acabe pasando por esa plaza del Ayuntamiento que pronto será de todos y todas, de los peatones, pero sobre todo de València, muy de València y muy valenciana. A lo que iba. Estaba yo paseándome esta semana por la plaza cuando me sorprendió una ‘V’ sellada en el suelo. Y no era de Vendetta. Conforme iba a acercándome completé panel. Ocho letras. Compro vocal.
Resuelvo.
VALÈNCIA.
El nombre de la ciudad ya luce en el suelo de la plaza. Buenas noticias para los más despistados, claro, aunque no sé si es ese el objetivo del proyecto de ¿diseño? Quizá sea por aquello de hacer ‘marca ciudad’, para que las fotos de los turistas -o las aéreas, que pillarán mejor el nombre- se conviertan en un ‘Yo estuve aquí’. A saber. Pocos meses antes, no me acuerdo exactamente cuando, hicieron lo propio en la Ciudad de las Artes y las Ciencias, con un corpóreo gigante en el que se lee ‘València’ o ‘Palau de les Arts’. Yo insisto, que si el Ayuntamiento ha detectado que el ciudadano medio se pierde con mayor facilidad hoy que ayer, estoy a favor con la medida, pero me temo que no es ese el fondo de la cuestión. La verdad, nunca he entendido esa manía de plantar un cartelón inspirado en el ‘Only Lyon’, que viaja por los puntos más conocidos de la ciudad francesa, o del archiconocido ‘I Amsterdam’ de la plaza del Rijksmuseum, que no hacen más que ensuciar el paisaje a ritmo de selfie. Por suerte el de la plaza solo está en el suelo, así que aquellos que caminen bien erguidos podrán pasarlo por alto.
No sé yo si con tanto cartelito nos estamos acercando a nuestras ‘hermanas’ europeas o volviendo a esa fiebre de la rotonda que hoy cuenta con inscripciones tan míticas como ‘Carlet, ciutat del Kaki’, para disfrute de todo aquel que entre al pueblo por la CV-50 desde l’Alcúdia. Con suerte con el diseño se podrán hacer totebags, que nunca vienen mal. Sea por lo que sea, eso de que la ciudad esté cargada de carteles con su nombre se me hace raro, feo, casi como aquellos que bordan su nombre en la ropa interior. No hace falta. Ni lo uno ni lo otro. También me recuerda a esa manía en la música urbana por ‘firmar’ las canciones, repitiendo el nombre de quien la canta cada vez que empieza el perreo, no vaya a ser que se te olvide qué estás escuchando. Lo hace Pitbull (¿os acordáis de Pitbull?), Jason Derulo o Lola Índigo. Porque en esta época de fast-food mejor recordarte mucho y muchas veces dónde estás, qué escuchas o qué ves. Igual por ahí no es tan mala idea lo de 'València', no vayamos a pensar que estamos en Nueva York con tanta hamburguesería. Por suerte la nueva plaza del Ayuntamiento no se va a llamar València-Plaza Roja-Lola Índigo-Jason Derulo-Centro. Tiempo al tiempo.