VALÈNCIA. Uno de los barrios con menos equipamientos de València es El Ensanche. La idea la repite en privado continuamente el concejal de Hacienda, Ramón Vilar, y los datos le dan la razón. Es por eso que muchos de sus habitantes tienen que usar el vehículo privado casi todo los días. El Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de València es un pequeño galimatías lleno de paradojas como ésta, asimetrías, algunas de ellas inesperadas, y problemas “mal resueltos”. Son esas deficiencias las que se pretenden subsanar con la revisión del ordenamiento urbanístico.
El concejal de Desarrollo Urbano Sostenible, Vicent Sarrià, acompañado por el coordinador de la revisión detallada, Josep Vicent Gregori, presentó este martes el documento que recoge las directrices de la revisión. El texto, una suerte de manual de instrucciones y radiografía de la ciudad a un tiempo, aspira a ser “un enlace” entre las dos escalas de revisión del PGOU de València que están ahora en marcha: la estructural metropolitana y la pormenorizada de los barrios.
Entre las características del estudio destaca el que especifica las dotaciones de los distintos barrios. Con ese conocimiento lo que se quiere es lograr que los habitantes de cada uno de ellos no tenga que coger el coche para nada, que en su entorno encuentre respuesta a todas sus necesidades. Se trata, dijeron, de alcanzar la “calidad urbana” para mejorar la vida de los ciudadanos y asegurar la “habitabilidad del espacio público”, habitabilidad que se mide a partir de las personas, del peatón, y una movilidad que tiene como indicadores “personas a pie, en bicicleta o en transporte público”.
¿Por qué se ha diseñado así? El vehículo privado se ha convertido en uno de los principales problemas de la ciudad. En concreto, según explicó Gregori, los cálculos que manejan es que en estos momentos más del 70% del espacio público disponible se dedica al tránsito y aparcamiento de transporte privado. La proporción debe acercarse “en la medida de lo posible” al ideal, que sería que ocupase el 50%; “en la medida de lo posible”, repitió. Para ello se pretende hacer esta reordenación del espacio, así como favorecer iniciativas como la construcción de aparcamientos en vertical.
La Junta de Gobierno Local del Ayuntamiento aprobará este viernes este texto, elaborado paralelamente a la revisión del PGOU, que ayudará no sólo a “solventar” errores sino también a implantar este “nuevo modelo de ciudad que, a partir del diseño urbano, ofrezca soluciones sostenibles”, y donde se acotará, por ejemplo, “el crecimiento de la ciudad a expensas de la ocupación de la huerta”. Un trabajo, señaló Sarrià, que “se podía haber hecho antes”, en clara crítica a los anteriores gobiernos municipales del PP. Porque, insistió, “era imprescindible realizar un estudio pormenorizado de la ciudad para poder calibrar en qué medida se han cumplido las previsiones del PGOU del año 88 y si estas satisfacían las necesidades de la sociedad actual”.
Josep Vicent Gregori explicó que, en un principio, se han delimitado 23 áreas funcionales en el núcleo de la ciudad, a la que se suman las de los poblados Norte y Sur (enclaves urbanos de origen agrícola dispersos en la huerta, con elementos como el parque natural de La Albufera) y la que conforma por sí sólo El Perellonet (como desarrollo litoral de segunda residencia). Estas áreas se han obtenido de la superposición del desarrollo histórico y evolución urbana de la ciudad, el soporte físico con las barreras propias del urbanismo y la división administrativa existente. Para ello los funcionarios han pasado un año de diagnosis a pie de calle, un trabajo que permite a partir de este momento iniciar la labor de revisión “barrio a barrio”, según Sarrià. Con ello se ha conseguido de entrada “abordar la problemática de la calidad urbana de forma distinta”, atendiendo a las necesidades específicas de cada zona, si bien siempre con un objetivo “común”.
Delimitadas estas áreas, los técnicos han propuesto “valores para la medición de la calidad urbana de la ciudad y metodología para llevar a cabo esa medición”. Al determinar el nivel de calidad de cada una, para saber “si están por encima o por debajo”, se han podido plantear medidas para lograr “equilibrio” y que las dotaciones “responden a las necesidades de la población”. Así han podido saber de las carencias de La Fonteta o comprobar que el Ensanche tiene cubiertas sus necesidades de vivienda.
Entre las intervenciones y objetivos para mejorar y medir la calidad urbana, además de la habitabilidad, la movilidad y el equilibrio dotacional, se tendrá en cuenta la sostenibilidad de la trama, la infraestructura verde, la sostenibilidad económica, la ocupación y uso eficiente del suelo, el patrimonio histórico y la rehabilitación, el acceso a la vivienda, la cohesión social y la integración. El documento será además sometido a un proceso de participación pública previo a la elaboración de cada uno de los planes pormenorizados de cada uno de los barrios de la ciudad. Porque, advirtió Sarrià, la revisión “es un trabajo ingente, por lo que no se tratará todo a la vez; iremos zona a zona”. Partido a partido que diría el Cholo Simeone.
El trabajo inicial ha sido realizado por un equipo de arquitectos coordinado por Gregori que, junto con los técnicos municipales, “han marcado el rumbo”. Con este texto en la mano se podrá establecer el método de trabajo y establecer un marco real entre la escala estructural y la pormenorizada, para ver cómo enfocar la revisión. Se trata pues de conocer el bosque, tener la fotografía completa, para saber qué es lo que se quiere y puede hacer en él. “Ahora fijamos el criterio; luego ya veremos el instrumento. Se trata de tener criterios”, insistió Gregori. Como hizo ver Sarrià, ahora es cuando comienza todo.