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el tintero / OPINIÓN

Valencia se enfrenta a una ola, pero de delitos

El calor es lo habitual en verano, los días con temperaturas más elevadas y de poniente también, aunque cada año seguimos convirtiendo en noticia el intenso calor en verano y las nevadas en invierno. Lo que no es normal es la ola de atracos, robos y agresiones violentas. 

20/07/2022 - 

La situación, por desgracia, se ha consolidado, hace meses hubo varios avisos, niños adolescentes eran brutalmente asaltados por la noche en céntricas calles de Valencia, los dejaban inconscientes y les robaban móvil, reloj y cartera. Parecían, o eso queríamos creer, hechos aislados, pero no. Estamos muy por encima de las cifras de delitos de hace un año, más del 46% y mucho más del 100% si nos referimos a delitos con violencia y agresión sexual. La realidad puede verse desde muchos lados, no es lo mismo vivir en una urbanización con seguridad privada que en un barrio periférico de la ciudad, porque, aunque lo nieguen, la periferia existe y eso es normal, lo que no es normal es que se vea sometida a peligro y marginalidad.

Suele decirse que el mejor termómetro de una ciudad es un taxista, si quieres saber como va el tráfico (lógico) pero la economía y otros indicadores, súbete a un taxi y conversa con su conductor. Pues, de la misma manera, si quieres saber cómo está la seguridad de una urbe, pregunta (si lo conoces) a un policía, a poder ser nacional porque tienen la competencia en temas de interior (delincuencia y seguridad) y te podrá decir si la cosa está mejor o peor, respecto a otras épocas. Y así llevo tiempo haciéndolo, hablo regularmente con un amigo que patrulla la ciudad y cada vez me confirma el preocupante aumento de la violencia y la inseguridad que se extiende entre los ciudadanos.

La intranquilidad como acompañante

Los sucesos de robos, atracos, agresiones, palizas y violaciones llevan aparejado el miedo, la preocupación y la intranquilidad de miles de padres que cada noche sufren hasta que oyen la llave de su hijo abriendo la puerta de casa. Siempre se dice que queremos ciudades seguras, pero como también queremos ciudades grandes con muchas zonas de ocio y muy cosmopolitas, llega un momento que la cuadratura del círculo se hace inviable. También debemos reconocer que hay un tabú, artificialmente impuesto, para omitir o menospreciar como algo sin valor alguno, que casi la totalidad de este nuevo tipo de delitos (nocturnos principalmente) tiene como autores a personas extranjeras y no europeas.

Pilar Bernabé. Foto: KIKE TABERNER

La complejidad del mundo del siglo XXI hace que los flujos migratorios descontrolados y provocados por las mafias, como repitió varias veces el presidente socialista del gobierno, Pedro Sánchez, muevan cantidades de ciudadanos a países occidentales y que éstos se vean en situaciones de desamparo, lo cual nos debe hacer reflexionar sobre qué haríamos cada uno de nosotros en su situación. Lo cual no justifica, pero sí debemos razonar, que se comentan delitos. Lo que a muchos les parecen casos aislados, empieza a ser una norma habitual en diversos barrios de la ciudad, sólo hay que ir y hablar con sus habitantes.

A la fresca o no

Cuando llega el verano nos encanta recordar esa tradición tan valenciana de salir a la fresca a la calle a conversar con los vecinos, algo que en pueblos y algunos barrios como los Poblados Marítimos se sigue realizando. El hecho de compartir con los vecinos una tertulia callejera y dejar la puerta de casa abierta, transmite una sensación de confianza, seguridad y tranquilidad. Pero el aumento de la delincuencia nos lleva a tener miedo, a buscar la tranquilidad dentro de casa y sobre todo a no llegar tarde y no caminar sólo por la calle. En definitiva, atenta contra nuestro derecho a la libertad de manera global. Y por desgracia, en algunos barrios me han confirmado que este miedo está instalado, que la noche los convierte en territorio abonado para bandas y malhechores y la presencia policial no es suficiente.

La nueva delegada del gobierno, Pilar Bernabé, de quien tengo un buen concepto, debe priorizar y exigir más agentes y mayor presencia, tanto por su aspecto disuasorio como para actuar si es necesario, pero los ciudadanos honrados y que pagan impuestos, merecen cuidado y protección y poder vivir en paz y salir a la calle, ellos y sus hijos, sin vivir con el miedo en el cuerpo. Y, además, nuestros policías deben contar con todo el material necesario para defenderse y defendernos de las agresiones y la violencia, son nuestros ángeles de la guarda y merecen respeto y recursos suficientes para desarrollar su trabajo en las mejores condiciones. El calor pasará, pero esperamos también que esta ola de delitos y violencia pase y no vuelva a nuestra querida y antaño tranquila ciudad.

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