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Agosto: contra pronóstico, se mantuvo la complacencia en los mercados bursátiles globales pese a las incertidumbres

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Cuando una buena parte de los analistas esperaba una corrección de los mercados de renta variable en agosto, éstos han vuelto a sorprender manteniendo la fortaleza, (o quizás la complacencia) que han venido mostrando en los últimos meses.

Desde mediados de abril, los índices de renta variable han mostrado una notable fortaleza, impulsada por una combinación de factores macroeconómicos y geopolíticos que, aunque inestables, no han derivado en la volatilidad esperada. Este comportamiento se enmarca en un contexto donde la participación de inversores minoristas ha sido elevada, con una concentración extrema de ganancias en un puñado de valores tecnológicos, lo que ha generado preocupaciones sobre la sostenibilidad del rally.

Entre los elementos de cautela destacaban la volatilidad estacional de agosto, la amenaza latente de estanflación —con presiones inflacionarias persistentes y un crecimiento económico moderado— y un panorama comercial global aún incierto, marcado por tensiones arancelarias entre potencias como Estados Unidos y China. Además, eventos geopolíticos clave, como las conversaciones entre el presidente Trump y Putin sobre la paz en Ucrania, y la reunión anual de banqueros centrales en Jackson Hole, añadían capas de imprevisibilidad. En particular, el discurso del presidente de la Reserva Federal (Fed), Jerome Powell, era esperado como un barómetro para ajustar las expectativas de recortes de tipos de interés, que muchos consideraban excesivamente optimistas.

Sin embargo, la evolución de las bolsas durante las primeras dos semanas de agosto fue sorprendentemente tranquila. Los principales índices, como el S&P 500, el Nasdaq Composite y el Euro Stoxx 50, mantuvieron un sesgo positivo, apoyados en una distensión temporal en las tensiones comerciales y una temporada de resultados empresariales que superó las previsiones iniciales. Aunque los aranceles continuaron siendo un factor de riesgo, su impacto inmediato en los balances corporativos fue menor de lo temido, permitiendo que los mercados digirieran las noticias sin pánicos generalizados.

Uno de los pilares de este rally inicial fue, una vez más, el sector tecnológico, especialmente las denominadas "Siete Magníficas" (Apple, Microsoft, Amazon, Alphabet, Meta, Tesla y Nvidia). En un entorno de expectativas de tipos de interés más bajos, estas compañías vieron elevadas sus valoraciones, ya que los inversores descontaban flujos de caja futuros a tasas más atractivas. No obstante, este optimismo conllevaba riesgos: un giro hawkish en la retórica de la Fed podría erosionar rápidamente estas valoraciones exigentes, dado que las tecnológicas son particularmente sensibles a los cambios en la curva de rendimientos.

En Europa, el mercado cotizó positivamente las apuestas por un posible alto el fuego en Ucrania, aunque las probabilidades seguían siendo bajas. Esto debilitó al sector defensa, con caídas en compañías como Rheinmetall y BAE Systems, mientras que las infraestructuras repuntaron ante perspectivas de reconstrucción. Adicionalmente, la firma del acuerdo marco comercial entre Estados Unidos y la Unión Europea impulsó sectores como el automovilístico y farmacéutico, aunque generó sombras para las bebidas alcohólicas debido a cláusulas proteccionistas. En general, el acuerdo no trajo grandes sorpresas, pero contribuyó a un tono más constructivo en las relaciones transatlánticas.

Tensiones en la tercera semana: el impacto de Jackson Hole y la curva de tipos

La tercera semana de agosto trajo un freno temporal al entusiasmo, con caídas notables en las grandes tecnológicas que arrastraron a los índices principales. El temor a comentarios más hawkish de Powell en Jackson Hole, combinado con un empinamiento de la curva de tipos en Estados Unidos —donde los rendimientos a largo plazo subieron más que los cortos—, generó presiones vendedoras.

Las "Siete Magníficas" habían acumulado ganancias cercanas al 40% desde abril, lo que invitaba a tomas de beneficios técnicas. Además, factores geopolíticos como las restricciones cruzadas en tecnología entre EEUU y China añadieron volatilidad; por ejemplo, informes sugirieron que Nvidia podría haber pausado la producción de componentes para su chip H20 ante presiones regulatorias chinas.

El contexto de Jackson Hole era especialmente relevante. En la reunión de 2024, Powell había señalado un ciclo de flexibilización monetaria ante un mercado laboral debilitado, lo que redujo drásticamente los rendimientos de los bonos a dos años. Un año después, en 2025, el empleo estadounidense mostraba signos de deterioro similar, pero con riesgos inflacionarios en ascenso debido a tarifas comerciales y déficits fiscales persistentes. Los mercados, altamente dependientes de la Fed, aguardaban con ansiedad.

Contrariamente a los miedos, Powell emitió un mensaje dovish, interpretado por los inversores como una confirmación de al menos dos recortes de tipos antes de fin de año, comenzando posiblemente en septiembre. Esto reavivó el apetito por el riesgo, con las bolsas estadounidenses subiendo lideradas por las tecnológicas. La importancia de la curva de tipos no puede subestimarse: un aumento en su pendiente beneficia a las valoraciones de las tech al reducir el descuento de beneficios futuros. Sin embargo, el mercado parece olvidar que el tramo largo de la curva no solo responde a la política monetaria corta de la Fed, sino también a expectativas de déficits públicos elevados —especialmente en EEUU, donde el déficit federal ronda el 6% del PIB— y a temores de un crecimiento más débil en medio de tensiones comerciales y geopolíticas.

Cierre de mes: resultados de Nvidia y revisión del PIB estadounidense

En la última semana de agosto, la atención se centró en los resultados trimestrales de Nvidia, publicados al cierre de la sesión del 27 de agosto de 2025. Como líder en inteligencia artificial (IA), Nvidia es un termómetro clave para el sector tecnológico y, por extensión, para los mercados globales. La compañía reportó ingresos para el segundo trimestre fiscal de 2026 (finalizado el 27 de julio de 2025) de 46.700 millones de dólares, un aumento del 6% secuencial y un impresionante 56% interanual, superando las expectativas de Wall Street que rondaban los 28.680 millones de dólares según datos de LSEG. Este crecimiento fue impulsado principalmente por la demanda de chips para centros de datos y aplicaciones de IA, con un margen bruto que se mantuvo robusto en torno al 75%.

Aunque las acciones de Nvidia llegaron a caer un 4% en el after-hours, reflejando decepciones en ciertos aspectos, se recuperaron posteriormente y no alcanzaron los porcentajes de bajada que se han visto en otras ocasiones tras sus publicaciones de resultados. Un punto clave fue la ausencia de ventas del chip H20 a clientes chinos, debido a restricciones comerciales impuestas por ambos lados. Nvidia, con una exposición del 12% de sus ventas en China según FactSet, había diseñado el H20 para cumplir con las regulaciones de exportación de la administración Biden, pero las medidas adicionales de Trump en abril generaron amortizaciones por 4.800 millones de dólares en el primer trimestre y previsiones de pérdidas de 8.000 millones trimestrales. A principios de agosto, Nvidia acordó ceder el 15% de los ingresos de H20 en China para obtener licencias, pero las presiones de Pekín para priorizar semiconductores locales detuvieron la producción de componentes relacionados. A pesar de esto, la compañía anunció un programa de recompra de acciones por 60.000 millones de dólares, lo que podría mitigar presiones bajistas a medio plazo.

Este anuncio de Nvidia refuerza la exposición de las "Siete Magníficas" a riesgos geopolíticos y comerciales, ya que muchas dependen de ventas internacionales. No obstante, la confianza en la IA como motor de crecimiento persiste, y es probable que el sector recupere momentum si las expectativas de tipos bajos se mantienen.

Otro evento pivotal fue la revisión trimestral del PIB de Estados Unidos para el segundo trimestre de 2025 (abril-junio), publicada el 28 de agosto por la Oficina de Análisis Económico (BEA). La estimación inicial de un crecimiento anualizado del 3,0% fue revisada al alza hasta el 3,3%, superando las previsiones de los economistas que esperaban un 3,1%. Esta revisión se debió principalmente a mejoras en la inversión fija no residencial, el gasto en consumo —elevado al 1,6% anualizado— y un impulso mayor del comercio neto. Además, los beneficios corporativos rebotaron, con un aumento del 1,7% trimestral, lo que sugiere resiliencia empresarial pese a aranceles y otras tensiones.

El índice de precios de gastos de consumo personal (PCE), la medida preferida de inflación por la Fed, fue revisado a la baja hasta el 2,0%, acercándose al objetivo del 2% y reforzando el caso para recortes de tipos. Este dato, combinado con un mercado laboral que muestra signos de enfriamiento, pero no de colapso, pinta un panorama de "aterrizaje suave" para la economía estadounidense, resistiendo impactos de aranceles y geopolítica.

Perspectivas: riesgos persistentes en un entorno dovish

En resumen, agosto de 2025 ha sido un mes de complacencia bursátil, con los mercados globales navegando incertidumbres sin derrumbes mayores.

De cara al futuro, los inversores deben vigilar la curva de tipos, las dinámicas comerciales y la geopolítica. Las tecnológicas, pese a valoraciones elevadas (con PER forward de Nvidia por encima de 40x), siguen siendo el motor, pero vulnerables a shocks regulatorios. La revisión alcista del PIB sugiere que EEUU podría evitar una recesión, apoyando un ciclo de flexibilización monetaria. No obstante, déficits fiscales y riesgos inflacionarios podrían tensionar el tramo largo de la curva, limitando el potencial de subida.

La complacencia actual es cómoda, pero la historia enseña que los mercados complacientes son propensos a sorpresas. Monitorear la Fed en septiembre será clave para calibrar el resto del año.

El objetivo de estas líneas no pasa ni mucho menos por hacer recomendaciones, pero no estaría mal buscar una diversificación más allá de las tecnológicas, especialmente de las más grandes, hacia sectores cíclicos como infraestructuras y energía, que podrían beneficiarse de estímulos.

iBroker ha establecido medidas para identificar y gestionar los posibles conflictos de interés que puedan surgir en relación con la emisión de recomendaciones. Estas medidas se encuentran detallada en la Política de Gestión de Conflictos de Interés publicada en la web www.ibroker.es

Las fuentes de información utilizadas para emitir esta recomendación fueron la plataforma gráfica www.ibroker.es y la web de la empresa

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