VALÈNCIA. Poco podía imaginar el arquitecto valenciano Santiago Calatrava que su idilio con Zúrich, la ciudad donde vive, iba a tener que pasar por un trance tan amargo. En 2016 la compañía ferroviaria nacional de Suiza (SBB), con sede en Berna, solicitó a través de su filial SBB Immobilien que la oficina de Calatrava le diseñara una ampliación de la estación de Zúrich que él mismo había creado en los años ochenta.
Como autor de la estación, la séptima más importante del país, el valenciano parecía el hombre más indicado para llevar a cabo este proyecto. Y más teniendo en cuenta el afecto que se le tiene en el país helvético, donde se le considera un ciudadano hispano-suizo y ha sido protagonista incluso de especiales de la oficina oficial de información.
SBB Immobilien es una empresa que gestiona 4.000 parcelas de terreno con 3.500 estaciones y se encarga de alquilar los espacios que hay en ellas. La propuesta de la empresa incluía la incorporación a la estación de un nuevo espacio comercial y la extensión de una cuarta vía, todo ello integrado arquitectónicamente con la estación existente y su entorno.
Calatrava creó un borrador que perseguía entre otros objetivos, y según se explica en su página web, una integración lógica y coherente de la cuarta pista en el sistema de estación existente, un manejo cuidadoso de los edificios existentes en términos de construcción, la preservación de los edificios del paseo superior y las áreas verdes, así como las posibilidades de la ampliación comercial de la estación.
La ‘ballena varada’ sí que se salvó; el ‘barco’ navega
Si bien en el estudio del arquitecto estaban muy satisfechos con su propuesta, en la empresa SBB no convencieron tanto. No era la primera vez que tenía problemas. Su futuro edificio para AXA próximo a la estación había provocado ya una agria polémica en el concejo, hasta el punto que algunos lo habían denominado como “ballena varada” o “barco transoceánico”.
La obra también despertó un debate patrimonial, ya que se construirá sobre una edificación que no ha tenido suficiente valor histórico como para ser salvada, y que fue sacada del catálogo local en mayo de 2014. En el caso del edificio la propuesta, con su aparcamiento para 1.000 bicicletas, salió airosa, con 91 votos a favor y 29 en contra, y se aprobó su diseño.