VALÈNCIA. El cambio climático ya no es un aviso que se piensa en futuro, sino una realidad que condiciona la vida y el turismo de los municipios valencianos. Así lo afirma a Valencia Plaza el CEO de la consultora Open Ideas, Leonard Pera, quien insite en que los destinos de la Comunitat deben adaptarse cuanto antes si quieren seguir siendo competitivos. "El calentamiento global no es algo que vaya a llegar; ya está aquí y afecta a todo lo que hacemos", subraya Pera.
Sus palabras, lejos de sonar alarmistas, buscan provocar una reacción inmediata en ayuntamientos, empresas y visitantes. Pera participó hace unas semanas en el Congreso de Turismo Sostenible que se celebró en Canet d'en Berenguer, una cita que reunió a 40 expertos de diferentes puntos de España para abordar cómo el cambio climático altera el funcionamiento de los destinos turísticos.
Allí, Pera insistió en que los municipios deben dejar de pensar en medidas extraordinarias y empezar a reorganizarse para convivir con un clima que será más cálido, más irregular y más extremo en los próximos años. Y, sobre todo, deben hacerlo ya. Lo cierto es que los efectos del cambio climático en la Comunitat empiezan a ser cada vez más visibles.
Para muestra, un botón. Las olas de calor aparecen antes de tiempo y se prolongan durante semanas; las Danas descargan lluvias torrenciales que caen de golpe después de largos periodos de sequía; los embalses sufren niveles más bajos de capacidad y el litoral pierde arena a una velocidad mayor de la que se puede recuperar.
Para Pera, estos fenómenos no son episodios aislados, sino señales de una dinámica que se repetirá cada temporada. "Tenemos sequías más largas, lluvias más violentas y un aumento progresivo de las temperaturas. Esa combinación hace que los municipios costeros tengan que replantearse toda su gestión", explica.

- Imagen de archivo de Canet. -
- Foto: VP
Reorganizar horarios y actividades turísticas
Uno de los problemas más urgentes es el consumo de agua. Durante el verano, un municipio de 2.000 habitantes puede multiplicar por diez o quince su población debido a la llegada de turistas. Ese crecimiento repentino dispara la demanda de un recurso que será cada vez más escaso.
En ese sentido, Pera recuerda que un visitante suele gastar el triple de agua que un residente, un dato que obliga a crear campañas de concienciación y a modernizar las infraestructuras de abastecimiento. La planificación hídrica, dice, se convertirá en una pieza imprescindible de la hoja de ruta turística de cualquier localidad del litoral.
La adaptación de los municipios a la nueva realidad climática pasa por reorganizar horarios y actividades. Según el experto, programar visitas guiadas o rutas culturales a primera hora de la tarde dejará de ser viable cuando las temperaturas superen los 40 grados.

- Ola de calor. - Foto: EFE/JUAN CARLOS CAVAL
Por eso, Pera propone desplazar parte de la actividad turística a las tardes y noches; generar más espacios de sombra; instalar toldos urbanos en zonas de paseo y ampliar las áreas verdes, que funcionan como refugios climáticos para residentes y turistas.
El CEO de Open Ideas recuerda que en ciudades de Oriente Medio y del norte de África, donde conviven con temperartuas extremadamente cálidas, la vida turística inicia cuando baja el sol. A su juicio, ese será el futuro de muchos destinos mediterráneos.
El papel de la tecnología
La defensa del litoral es otro frente inaplazable. Las playas valencianas sufren un proceso de erosión constante que amenaza su función turística y su valor ambiental. "Estamos perdiendo metros de arena cada año", señala Pera y cita como ejemplo la playa Racó de Mar, en Canet d'en Berenguer.
En esta zona, el ayuntamiento lleva a cabo un proyecto piloto basado en un sistema de boyas inteligentes capaz de monitorizar corrientes, movimientos de sedimentos y variaciones en la línea de costa. La información que se extrae permite a los técnicos municipales decidir cuándo es necesario reforzar un área vulnerable.
Además, el objetivo es que los datos puedan compartirse con otros municipios que enfrentan el mismo problema, como Sagunto o las playas del sur de València. Pera insiste en que la tecnología ayuda a prevenir riesgos. En ese sentido, cita la instalación de sensores en bosques y montes permite detectar incendios en cuestión de minutos.
También pone como ejemplo la sensorización de ríos, que puede activar avisos tempranos tras episodios de lluvia intensa. Por otra parte, destaca los sistemas de control de aforo, que permiten gestionar mejor la saturación en las playas más concurridas.
Para Pera, estas herramientas son esenciales, sobre todo en municipios pequeños. "La tecnología no sustituye a las personas, pero nos da información para actuar antes de que los problemas se conviertan en emergencias", sostiene.
El residente, en el centro de la política turística
Otra pieza fundamental de este modelo que describe Pera es el papel del residente. Durante décadas, la política turística se centró solo en atraer visitantes, pero ahora se reconoce la necesidad de equilibrar convivencia y actividad económica.
Pera recuerda que los vecinos son los primeros que sufren el ruido, la saturación de espacios o la presión del alquiler vacacional. Por ello, cada vez más municipios incorporan talleres participativos, entrevistas y reuniones abiertas para escuchar sus inquietudes. Sin residentes satisfechos, advierte, ningún destino puede aspirar a ser sostenible.
El futuro será exigente, pero también lleno de oportunidades si se sabe leer el momento. "No podemos parar el cambio climático, pero sí decidir cómo queremos vivir con él", afirma Pera. En esa decisión se juega buena parte del porvenir turístico de la Comunitat Valenciana, un territorio que se prepara para convivir con un clima distinto sin renunciar a su esencia mediterránea.