VALÈNCIA. No hay marcha atrás. Aunque el agua arrasó casales, monumentos e indumentaria, las Fallas se celebrarán en l’Horta Sud, una de las comarcas más castigadas por el temporal del mes de octubre. La decisión, tomada por las 103 comisiones adscritas a la Junta Comarcal Fallera, es firme: pese a los destrozos de la Dana, que aún se dejan sentir en municipios como Paiporta, Massanassa, Sedaví o Albal, la fiesta sigue adelante. Eso sí, aunque el espíritu fallero se mantiene inquebrantable, cada comisión lo hará con sus propios recursos y dentro de sus posibilidades.
“Todos han hecho un súper esfuerzo y, en mayor o menor medida, van a celebrar las Fallas”, afirma el presidente de la Junta Comarcal Fallera de l’Horta Sud, José Miguel Salas, en declaraciones a Valencia Plaza. El impacto del temporal ha sido desigual. Por ejemplo, en Paiporta, municipio considerado la ‘zona cero’ de la Dana, ninguna de las comisiones ha podido salvar su monumento, lo que les ha llevado a tomar la decisión de no plantar fallas, aunque sí se celebrarán actos simbólicos y culturales para “mantener viva” la esencia de la fiesta.
En cambio, en Massanassa, la situación es dispar: dos comisiones han conseguido recuperar sus monumentos y seguir adelante con la celebración, mientras que otras dos han debido renunciar a la plantà por los daños sufridos. Por su parte, Aldaia ha optado por una programación más “comprimida” y adaptada a las limitaciones logísticas derivadas de la riada. En Catarroja, las comisiones han tenido que recurrir a locales y espacios de otras localidades para llevar a cabo las presentaciones y actos previos a la ‘semana grande’ de las Fallas.

- Imagen de archivo de los efectos de la Dana -
- Foto: E. MANZANA/EP
Mientras tanto, en Albal, cuatro de sus siete comisiones han sufrido graves desperfectos en sus casales; de hecho, una de ellas ha registrado daños por valor de 110.000 euros. Por otra parte y, según explica Salas, las comisiones falleras situadas en los municipios de Benetússer, Alfafar y Sedaví “han intentado reorganizarse como han podido”, lo que demuestra el carácter resiliente de la comunidad fallera.
Las comisiones afectadas piden estar incluidas en las ayudas gubernamentales
Más allá del estruendo de las mascletàs, las Fallas representan un pilar económico y social fundamental para una comarca que, cuatro meses después, todavía intenta recuperarse de la peor crisis en su historia reciente. Cabe recordar que la Dana no solo ha afectado a los monumentos: talleres de artistas falleros, indumentaristas y comercios locales han quedado al borde del abismo como consecuencia de la intensidad de la riada.
Para paliar el golpe, han surgido iniciativas como el proyecto Som, que prevé la plantà de un monumento en Paiporta el próximo 2 de marzo, entre otros actos solidarios previstos en l’Horta Sud. Por otra parte, la campaña “Fallas y Barro” también busca recaudar fondos para reconstruir los casales falleros, que constituyen el epicentro de la vida festiva y comunitaria de estas celebraciones.

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Pero la solidaridad no es suficiente. Desde la Junta Comarcal Fallera, reclaman que las administraciones amplíen las ayudas económicas a las comisiones afectadas por la Dana que, al tratarse de asociaciones sin ánimo de lucro, han quedado fuera de muchas subvenciones. “Las Fallas son un motor económico y cultural. No pedimos más que nadie, pero tampoco queremos ser los últimos de la fila”, subraya Salas.
Una fiesta que dura todo el año
El golpe ha sido duro, pero renunciar no se presenta como una opción. Artistas falleros, floristas, bandas de música y pequeños negocios dependen de esta celebración. “Si hubiéramos cancelado las Fallas, el daño habría sido aún mayor, como ocurrió con la pandemia de la Covid-19”, recuerda Salas.
Y, en ese sentido, añade: “Esto es corcho, pintura, madera, empleo. Es el bar que abre hasta tarde, la tienda que vende los trajes y los músicos que ensayan todo el año”. Con la vista puesta en marzo, que ya asoma tímidamente en el calendario, la determinación resulta palpable. “Las expectativas son altas porque somos falleros, y el optimismo es parte de nuestra esencia. Las Fallas no son solo una semana al año, sino un vínculo que une a nuestros pueblos”, concluye Salas.