VALÈNCIA. El concepto de “veranear” es amplio: hay quienes aprovechan estos meses para viajar y descubrir nuevas ciudades, mientras que otros repiten destino verano tras verano, a menudo desde la infancia, regresando a sus pueblos de origen.

Ya sean de costa o de montaña, los pueblos se llenan en verano. Muchas familias vuelven al lugar donde nacieron sus antepasados, mientras que otros optan por comprar una segunda residencia en espacios donde se sienten cómodos para disfrutar de los días más tranquilos del año.

Uno de esos pueblos es Bicorp. Su alcaldesa, Nuria Mengual, explica a Valencia Plaza cómo cambia la vida en este pequeño municipio de la Canal de Navarrés durante la temporada estival: “En verano nuestra población aumenta bastante, mucha gente viene aquí a pasar las vacaciones, pero sí que es cierto que durante los fines de semana también tenemos gran afluencia de visitantes, sobre todo de la zona de València”.

Como curiosidad, Mengual destaca que mientras el visitante habitual de fin de semana suele ser valenciano, en verano llegan muchos catalanes. La explicación está en la historia: “A principios del siglo pasado mucha gente de Bicorp emigró a Catalunya, y hoy son sus hijos y nietos quienes vienen a pasar aquí los días de verano”.

Algo similar ocurre en Macastre, en la Hoya de Buñol, donde la vida tranquila que reina todo el año se transforma en verano. Según su alcalde, Vicente Montó, la población llega a duplicarse, no solo por los propietarios de segundas residencias, sino también por los turistas, ya que “Macastre es un destino de referencia en el ámbito rural y en el turismo de interior”. El propio Montó reconoce que en estas fechas “es prácticamente imposible encontrar una casa de alquiler porque todo está ocupado”.

Este verano, el municipio incluso ha recibido un grupo de entre 15 y 20 turistas londinenses que, además de alojarse en el pueblo, han participado en las fiestas locales: “Estaban alucinados con los festejos taurinos”, comenta el alcalde, quien también subraya el creciente número de visitantes británicos. No obstante, el turismo más habitual sigue siendo el de proximidad, especialmente el procedente de València.

“A veces nos vemos desbordados”

El aumento de población en verano también trae consigo ciertos retos para los municipios más pequeños. En el caso de Bicorp, Mengual admite que en ocasiones los visitantes “tratan de imponernos sus costumbres”. Y añade: “Les molesta que a determinadas horas suenen las campanas de la iglesia, que haya jóvenes en la calle por la noche, e incluso nos han llegado a decir que en el pueblo hay muchas moscas… Se supone que vienen a descansar, pero a veces parece que somos nosotros quienes les molestamos”.

En Macastre, sin embargo, Montó señala que la convivencia está más asentada: “Quizá antaño podía haber una percepción diferente porque era novedad, pero ahora los vecinos están acostumbrados y no hay ningún tipo de problema”.

Con la llegada de septiembre, la calma regresa. Es entonces cuando los ayuntamientos y asociaciones locales tratan de dinamizar la vida social y cultural del día a día.

En Macastre, ese esfuerzo se canaliza a través de un tejido asociativo cada vez más fuerte, que permite extender las actividades de verano al resto del año. En Bicorp, la candidatura a capital cultural sirvió para vertebrar mejor el trabajo de sus asociaciones, que hoy ofrecen una programación variada para todos los públicos, con el objetivo de que los vecinos no necesiten salir del municipio para encontrar ocio y cultura. Como resume su alcaldesa: “Al fin y al cabo somos un pueblo pequeño, y aquí socializamos todos los días”.