VALÈNCIA. La tarde del 29 de octubre quedará grabada en la memoria de todos los valencianos como el inicio de una de las mayores catástrofes naturales de los últimos años. Desde primera hora de ese día, las previsiones meteorológicas alertaban sobre el riesgo extremo de precipitaciones torrenciales. Sin embargo, la magnitud del fenómeno superó cualquier expectativa. La Dana se dejó caer sobre la provincia de Valencia con una intensidad inusitada, provocando riadas que desbordaron ríos, anegaron calles y sembraron el caos en más de 80 municipios de la región. En cuestión de horas, miles de personas quedaron atrapadas en sus vehículos, viviendas o lugares de trabajo, mientras el agua avanzaba sin control.
Ante este escenario tan devastador, la respuesta de los servicios militares de emergencia fue, según asegura la Unidad Militar de Emergencias (UME) a Valencia Plaza, "inmediata". Es más, la UME explica que la activación del operativo se produjo "durante la misma tarde del 29 de octubre". De este modo, el Tercer Batallón de Intervención en Emergencias (BIEM III) se adelantó a la catástrofe y se posicionó en la comarca de la Plana de Utiel-Requena gracias a "un sistema de alerta temprana". Más tarde, en la madrugada del 30 de octubre, el resto de batallones se unieron al dispositivo.
No obstante, cabe recordar que el despliegue del Ejército se produjo de manera escalonada y con un ligero retraso. Mientras la UME ya operaba en la zona desde el primer día, el grueso de las Fuerzas Armadas no llegó hasta tres días después. En concreto, 500 efectivos se incorporaron el viernes 1 de noviembre y el despliegue se amplió hasta alcanzar los 5.000 militares dos días más tarde. Así, las primeras unidades llegaron a la provincia al amanecer del día posterior a la tragedia, mientras el número de efectivos crecía de forma progresiva hasta alcanzar un máximo de 8.500 militares en los días siguientes.
Una cifra que siguió aumentando, puesto que, según datos facilitados por la UME a este diario, "en total, más de 30.000 efectivos han participado en esta operación de emergencia". La mayoría de ellos, un 44%, pertenecerían al Ejército de Tierra, mientras que un 27% serían de la propia UME. Tras estos dos cuerpos militares, los más numerosos, destacarían también en cuanto a volumen de miembros la Armada, cuyos integrantes supondrían el 12% de los efectivos desplazados, y los Cuarteles Generales (8%). Además, también se movilizó a parte del Ejército del Aire (7%) y de la Guardia Real (2%). En estos porcentajes estarían también contemplados los integrantes de los Cuerpos Comunes, un equipo multidisciplinar que incluiría a sanitarios, psicólogos y expertos en logística y rescate.
Los efectivos necesitaron un soporte logístico acorde a la magnitud de la crisis. Según asegura la UME, se movilizaron 2.100 medios operativos entre vehículos ligeros, autobombas, ambulancias, helicópteros, drones, buques y maquinaria pesada. También se implementaron sistemas de transmisión avanzados y Starlink para mantener la conectividad en las zonas más afectadas.
- Varios militares en la Feria de Muestras de Valencia -
- JORGE GIL/EP
A su vez, para la coordinación del operativo se establecieron bases logísticas en Bétera, Requena, Paterna, La Pobla Llarga y Carcaixent. De hecho, la Feria de Muestras de Valencia se convirtió en el epicentro del despliegue, con 60.000 metros cuadrados dedicados a alojamiento, logística y distribución de ayuda. Según la UME, hasta 25.000 soldados han pasado por estas instalaciones en los meses posteriores a la riada.
En total, tal y como se desprende de la información proporcionada por las Fuerzas Armadas, el Ejército intervino en hasta 77 localidades de la provincia. De ellas se destacan especialmente, entre otras, poblaciones de l'Horta Sud como Paiporta, Picanya y Catarroja; municipios de La Ribera Alta, como Algemesí; o de la Plana de Utiel-Requena, como Utiel. De igual manera, se señala también a las pedanías del sur de València, entre las que figuran, principalmente, Castellar-L'Oliveral, La Torre y Forn d'Alcedo.
Misiones sobre el terreno
Las actuaciones de la Unidad Militar de Emergencias y de las Fuerzas Armadas en general se tradujeron en un total de 11.500 intervenciones. Según la UME, la apertura y limpieza de viales fue "una prioridad absoluta" para restablecer la movilidad en las zonas devastadas. Se ejecutaron 2.890 operativos, que incluyeron la retirada de toneladas de lodo y escombros. En paralelo, se llevaron a cabo 1.000 acciones de desescombro, lo que facilitó el acceso a viviendas y locales comerciales.
El rescate de personas atrapadas en sus domicilios, vehículos y azoteas movilizó a los equipos especializados en 780 intervenciones. En muchos casos, las operaciones requirieron del uso de helicópteros, con 150 misiones de helitransporte y otras 7 de rescate aéreo. Por su parte, la extracción de vehículos atrapados en calles y garajes inundados supuso 1.130 intervenciones, en un despliegue que evitó riesgos estructurales y permitió la recuperación de bienes personales.
- Un militar en Paiporta -
- ROBER SOLSONA/EP
Asimismo, las labores de limpieza y desinfección se extendieron a todas las áreas afectadas. Se realizaron 420 operativos de baldeo, que eliminaron restos orgánicos y químicos que comprometían la salubridad de las calles, y también se llevó a cabo la descontaminación de distintos depósitos de agua potable.
El reparto de suministros y ayuda humanitaria garantizó el acceso a bienes esenciales en las localidades más afectadas. Miles de paquetes con alimentos, medicamentos y productos básicos fueron distribuidos entre la población damnificada.
Una crisis que aún requiere presencia militar
Han pasado más de 100 días desde el desastre, pero la intervención de las Fuerzas Armadas sigue siendo esencial en varios municipios. Según la UME, el Centro de Coordinación Operativa Integrada (Cecopi) continúa demandando apoyo militar para garantizar la seguridad y la estabilidad en las zonas afectadas.
El impacto de esta intervención va más allá de las cifras. Detrás de cada número hay un barrio despejado, una familia rescatada y una comunidad que recupera la esperanza. Esta emergencia no solo ha puesto a prueba la capacidad operativa de los servicios militares de emergencia, sino que ha consolidado su papel como un escudo frente a la devastación.
