Comunitat Valenciana

CCOO rinde homenaje a los trabajadores que sufrieron la dana: "El sonido de agua se mezcló con gritos y sirenas"

Visibiliza en un acto la "lacra social" de la siniestralidad laboral con motivo del Día Mundial de la Seguridad y Salud en el Trabajo

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VALÈNCIA (EP). Trabajadoras de una residencia de ancianos a las que los mayores que fallecieron "se les escaparon de las manos" y empleadas de una tienda de Bonaire que recuerdan "el sonido del agua mezclado con gritos, sirenas y llantos" han protagonizado este viernes un acto de CCOO PV para visibilizar el sufrimiento de la Dana en los lugares de trabajo, junto a testimonios de siniestros laborales que, al margen de las inundaciones, este año se han llevado la vida de personas "por el simple hecho de acudir a su lugar de trabajo".

Con motivo del Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo, el sindicato ha colocado en la plaza Nápoles y Sicilia de València botas embarradas, cascos y siluetas de cuerpos y ha guardado un minuto de silencio que ha dado paso después al sonido de la ES-Alert que saltó a los teléfonos móviles el día 29 de octubre a las 20.11 horas.

Después, la responsable de Salud Laboral de CCOO, Nuria Lázaro, ha compartido algunas cifras negras sobre la siniestralidad laboral: "La gestión nefasta de esta Dana que asoló Valencia ha hecho incrementar las cifras de siniestralidad superando las 100 personas muertas por el simple hecho de acudir a trabajar" este año en la Comunitat Valenciana. Un total de 16 de estas muertes, según el sindicato, están relacionadas con la Dana.

En el acto se han leído tres testimonios de cómo vivieron trabajadoras el día de la Dana y otros tres de personas que, a lo largo de este año, han perdido a algún compañero en accidentes laborales.

Subir por las escaleras a 122 dependientes

Así, se ha compartido la experiencia de Inma, trabajadora de la residencia de ancianos Savia Paiporta, con 124 residentes en su mayoría con movilidad reducida. Ella no trabajaba aquel día pero ha conocido lo que ocurrió por sus compañeras, 12 personas que "empezaron a subir por las escaleras a pulso a 122 dependientes, la mayoría con demencia y en silla de ruedas".

"No recibieron ninguna llamada ni ninguna alerta. Llamaron al 112 y a la Guardia Civil, pero nada. A los pocos minutos la corriente ya era como un río enfurecido entrando en la residencia. Rompió paredes, ventanas y muros, al punto de que los coches que había aparcados fuera estuvieron a punto de entrar al comedor. En ese momento quedaban seis residentes en la planta baja y tal era la fuerza del agua que a mis compañeros se les escaparon de las manos. Ahí sonó la famosa alerta", ha lamentado.

Inma cuenta que a una de las trabajadoras "casi se la lleva la corriente intentando salvar a un residente". "Pasamos más tiempo con ellos que con nuestras familias, que no son números ni cajas de un almacén. Conocemos sus vidas, sus manías, sus gustos y duele muchísimo perderlos así, sintiendo impotencia porque nadie avisó de nada", ha explicado. A primera hora de la mañana siguiente llegó la UME con auxilio. La plantilla quiere "que no se vuelva a repetir la situación" y "trabajar en condiciones seguras".

"Caos, miedo e impotencia"

Andrea estaba trabajando en un establecimiento de Bonaire aquel día. "Después de conseguir llegar a la parte superior del complejo y en un estado de nerviosismo severo, mi compañera y yo, con lágrimas en los ojos, vimos que nuestro centro de trabajo estaba siendo arrasando por un río de barro. Con la angustia oprimiéndonos el pecho, observamos cómo todo se desvanecía en minutos y todo era tragado por una corriente incontrolable. A nuestro alrededor, el sonido del agua mezclado con gritos, sirenas y llantos componía un escenario casi surrealista que aún hoy cuesta digerir", ha relatado.

Esta trabajadora espera que lo ocurrido "sirva de ejemplo para no volver a cometer los mismos errores" y ha pedido "justicia", "un poco más de humanidad" y que "se respete la vida de los trabajadores y las trabajadoras por encima de las cifras".

Otro testimonio ha sido el de una trabajadora del Ayuntamiento de Benetússer, que ese día no acudió porque su lugar de trabajo cierra lunes y martes, pero después de la tragedia ella y otros compañeros hicieron "jornadas larguísimas durante más de un mes" para ayudar a sus vecinos. "Los servicios públicos no solo son necesarios, son esenciales y hay que exigirlos y defenderlos", ha subrayado.

Muertes en accidentes laborales

Más allá de la Dana, se ha recordado a algunos de los fallecidos este año en accidentes laborales, como Juan Bautista Vidal Palmj, empleado del Centro Especial de Empleo Moymaval que "perdió la vida porque le cayó encima un palet de palos en altura y le aplastó la cabeza, evidenciando graves deficiencias en la gestión de la seguridad y la prevención de riesgos laborales en el centro". "Estas deficiencias habían sido advertidas previamente por el comité de empresa de Moymaval, sin que la dirección tomara las medidas correctivas necesarias", han asegurado sus compañeros.

La representación sindical de los centros especiales de empleo ha denunciado la "grave situación de inseguridad" de los trabajadores de estos lugares, "la mayoría con diversidad funcional y una especial vulnerabilidad, diversa y opacada", y han exigido la revisión inmediata de sus condiciones de trabajo, registros públicos y detallados sobre los siniestros en este tipo de centros y un refuerzo de la formación en seguridad laboral adaptada a las necesidades específicas del personal con discapacidad, entre otras reivindicaciones.

Desde la industria, han recordado a un compañero afiliado a CCOO PV y trabajador de una empresa de instalación de internet que cayó de unas escaleras el 24 de febrero y que, aunque "su accidente fue declarado como leve", murió tres meses después.

También se ha mencionado el siniestro de Benifairó de les Valls (Valencia) donde fallecieron tres temporeros de naranjas arrollados por un camión, y a las tres víctimas de la explosión de una caldera en una fábrica de Ibi (Alicante) en noviembre.

El acto ha puesto el foco también en los datos de siniestralidad del sector del Hábitat y las enfermedades de origen profesional de empleadas de hogar, limpieza, seguridad privada y construcción.

Nuria Lázaro ha subrayado que la siniestralidad laboral es una "lacra social", ha apostado por combatirla a través de la pedagogía y ha reclamado a las administraciones un subregistro de enfermedades profesionales, medidas para que se pueda demostrar el origen laboral de las enfermedades profesionales y que haya "evaluaciones de riesgo de calidad", al tiempo que ha denunciado la "ausencia de protocolos" ante situaciones como la Dana.

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