VALÈNCIA. El reciente nombramiento de la ontinyentina Rebeca Torró como secretaria de Organización del PSOE ha puesto de nuevo a la federación valenciana liderada por Diana Morant en primera línea política de la formación del puño y la rosa.
Lo cierto es que en el plano órganico, el PSPV está teniendo una relevancia más que notable en el reinado de Pedro Sánchez desde que regresara al poder en 2017, tras vencer en las primarias a la andaluza Susana Díaz y al vasco Patxi López.
Así, primero designó en ese privilegiado puesto al ahora defenestrado José Luis Ábalos, también valenciano; en el pasado congreso federal de Sevilla a finales de 2024 nombró como secretaria de Igualdad (número 4 del partido) a la delegada del Gobierno en la Comunitat, Pilar Bernabé, y, ahora, apuesta por Torró para sustituir al investigado Santos Cerdán.
A ello hay que sumar la clara confianza que Sánchez tiene en la ministra de Ciencia y exalcaldesa de Gandia, Diana Morant, por quien apostó para liderar el partido en sustitución de Ximo Puig frente a otros aspirantes como el secretario provincial de Alicante, Alejandro Soler, y su homólogo en Valencia, Carlos Fernández Bielsa.

- Morant y Sánchez, juntos en el congreso del PSPV de principios de año. Foto: KIKE TABERNER
De esta manera, resulta indiscutible el peso que ha adquirido la federación valenciana en la cúpula federal del PSOE y, con ello, la privilegiada elevación que han adquirido algunas dirigentes como las ya mencionadas, además de otros que se mantienen en puestos de relevancia en el Gobierno, como Arcadi España, secretario de Estado de Política Territorial o Lydia del Canto, secretaria de Estado de Comunicación; además de otros que se mantienen en la ejecutiva, como el ilicitano Alejandro Soler.
Ahora bien, el estado de crisis en el que se encuentra sumido el PSOE resulta evidente. Más allá de los ataques de la oposición e incluso de las voces críticas de históricos exdirigentes del partido, lo cierto es que ya ha comenzado a instalarse en la formación socialista, así lo reconocen fuentes del PSPV, una mirada a medio plazo respecto al futuro de las siglas socialistas y el escenario 'postsanchista'.
Parecen haber quedado atrás los tiempos, especialmente tras las primarias de 2017, en los que el 'sanchismo' era símbolo del poder de decisión de la militancia, casi de justicia poética, y de resistencia única contra el peligro de la ultraderecha. De hecho, muchos de aquellos 'sanchistas', como le ocurrió a Ábalos y a otros muchos, fueron purgados por el propio líder por unas u otras razones. O ninguna.
Es por ello que en el PSPV hay quien se pregunta si el propio honor de gestionar el área de Organización proporcionado a Torró no puede resultar un regalo envenenado dada la situación de la formación socialista y las propias incógnitas que se presentan en el horizonte electoral.

- Bielsa y Sánchez en una acto en Mislata en 2022. Foto: Eduardo Manzana
A día de hoy, el dirigente más crítico en público con Sánchez dentro de la estructura del partido viene siendo el presidente manchego, Emiliano García-Page. Eso no significa que, sin llegar a esos extremos, no existan sectores y dirigentes en desacuerdo o al menos con reservas a la hoja de ruta marcada por Sánchez en los últimos meses. En el PSPV, el grupo liderado por el mencionado secretario general provincial, Carlos Fernández Bielsa, es donde probablemente se aglutinan más voces discrepantes con el presidente del Gobierno.
En la otra orilla, las tres dirigentes que con más vigor han unido su trayectoria al 'sanchismo' son las mencionadas Morant, Bernabé y Torró, lo que en estos momentos les otorga una visibilidad y posición orgánica de fuerte relevancia. El precio a pagar, no obstante, es la estrecha vinculación a un proyecto político, el de Sánchez, que suscita en estos momentos un número considerable de dudas.
Por tanto, el poder político, a menudo sujeto a fuertes fluctuaciones, que ahora ostenta el PSPV encarnado en sus diversas representantes en el entorno de Sánchez, al margen de que pueda traducirse o no en decisiones beneficiosas para la Comunitat Valenciana, tiene en este caso un especial aroma de provisionalidad por la propia situación inestable del líder.