VALÈNCIA (EFE). El sumario judicial que un juzgado de Catarroja ha empezado a conformar con las denuncias y relatos de hechos de los familiares de las víctimas de las riadas del 29 de octubre incluye testimonios de desapariciones de varias personas sin hogar, inquilinos de caravanas u otras personas vulnerables que fueron arrastradas por el lodo.

Los cientos de páginas en las que se recopilan las denuncias efectuadas por los familiares de las víctimas los días posteriores a la tragedia evidencian que la riada arrasó con quienes no tenían más espacio vital que la calle, o quienes trabajaban a pie de acera.

Es el caso de un venezolano de 54 años, vendedor de cupones frente a un conocido supermercado de Benetússer y residente en la calle Massanassa de Alfafar.

Sus familiares explicaron a la Guardia Civil que solía estar todas las tardes en su kiosco hasta alrededor de las 21 horas, cuando solía montarse en un carrito eléctrico de color negro para regresar a su domicilio, algo que no logró aquella jornada.

La riada acabó, además, con la vida de un hombre que convivía con su novia y su tía en una caravana junto al cauce del barranco del Poyo en el término municipal de Catarroja, y cuya desaparición fue denunciada días después por familiares.

Igual que hizo la hija de un hombre sin hogar, esquizofrénico y con problemas de adicciones, que vivía en la calle y solía dormir en Catarroja, cerca de una residencia de ancianos donde acudía ocasionalmente en busca de comida. No tenía ingresos recurrentes ni tampoco teléfono móvil.

Otra mujer con problemas mentales fue arrastrada por la corriente en la calle Jaume I de Massanassa. Un hombre trató de rescatarla, según detallaron sus familiares a las autoridades, pero se la llevó el agua "hacia l'Albufera", que es hacia donde se dirigía la tromba, según recoge el texto de la denuncia.

El sumario judicial recoge un rosario de dramas personales que configuran la tragedia colectiva y que evidencian que la mayoría de víctimas fue sorprendida por la avalancha de lodo mientras trataba de poner a salvo sus vehículos o simplemente cumplía con su jornada habitual.

Es el caso del empleado de una empresa de transporte de pasajeros, natural de Marruecos pero vecino de Benetússer, que murió en mitad de un servicio.

Sus familiares relatan a la Guardia Civil que la tarde del 29 de octubre acudió a recoger a una clienta en Alfafar, una mujer que se dirigía a Burjassot. La última señal GPS de su coche lo sitúa en la calle l'Horta de Sedaví antes de las 21 horas.

Aunque la mayoría de fallecimientos se produjo entre las 19 y las 20 horas, como el anterior, también hay denuncias de muertes y desapariciones posteriores a las 20:11 horas, momento en el que la población recibió el mensaje especial de alerta en sus móviles.

Es el caso de un hombre de 52 años, vecino de la calle Salvador Carbó de Benetússer, que habló con su mujer entre las 21 y las 21:30 horas desde un garaje, donde se quedó atrapado, para pedir ayuda.

Su cuerpo se encontró a las 14 horas del 1 de noviembre en el interior de un garaje que no era el suyo, sino que su coche fue arrastrado allí mientras regresaba de su puesto de trabajo en Sedaví.