ALICANTE. Si el orden de las estaciones es invierno, primavera, verano y otoño, en el imaginario popular, el relato es: supuestos casos de corrupción del PSOE, manifestación, congreso y elecciones. ¿Elecciones aunque no pueda convocarlas el líder de la oposición? Da igual. El relato manda. Y eso es lo que vino a decirles el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, a todos sus cargos políticos, militantes y simpatizantes, venidos de todos los puntos de la Comunitat que pudieron coger una silla en los abarrotados salones de Juan XXIII de Alicante.

No era tarea fácil esa, la de tener mesa y mantel, tras el ilógico orden de parlamentos de los líderes populares. Empezó Luis Barcala, que era el anfitrión; apareció Núñez Feijóo como telonero de Carlos Mazón -quizás porque debía colocar el mensaje en los telediarios de las 3;- siguió un titubeante Mazón y cerró Toni Pérez, como presidente de la institución provincial. Más de mil personas, como se encargó de remarcar el también alcalde de Benidorm, agolparon los salones de un restaurante que es talismán en el PP de Alicante, dónde se celebran los mitines de final de campaña, y a veces las grandes noches electorales. 

Pues eso, que vienen elecciones generales, reiteró Feijóo, y corearon el resto de intervinientes, y por lo tanto, hay que tener al PP preparado. Y por este motivo, se ha convocado el congreso de principios de julio. ¿Las razones? También las enumeró Feijóo, pero las leemos y escuchamos todos los días: un presidente y su entorno rodeado de escándalos; un Gobierno atrincherado y que hace de las instituciones su cortijo. Y claro está, este marco que define el líder nacional del PP le viene como anillo al dedo a Carlos Mazón: el president le ha cogido el gusto eso también de disparar, día sí, día también, a la Moncloa, aunque razones tiene, pese a que la impresora del juzgado de Catarroja no para escupir papel con evidencias de cómo fue la gestión de la tarde del 29O. Pero esa tarde son como las elecciones.

Y además, el marco funciona, y más en Alicante, donde la comarca de l'Horta Sud queda muy lejos.Y si es en los Salones Juan XXIII, pues es como estar en casa. Un buen baño de masas. Sólo hay que ver la sonrisa que esbozaba Mazón en el besamanos que se dieron él y Feijóo por las mesas del banquete, sobre todo, en aquellas en las que había cargos distinguidos o miembros del grupo parlamentario en las Cortes. Y con invitados de pedigree como al alcaldesas de València y Castelló, María José Catalá y Begoña Carrasco, respectivamente, o los presidentes de las diputaciones hermanas, Vicent Mompó y Marta Barrachina. Todo el Consell en pleno, a excepción del general Gan Pampols, diputadas y diputados nacionales, alcaldes destacados y viejas glorias. 

Aunque el gallego insistió en fijar las coordenadas de ese marco nacional, también se preocupó de aterrlizarlo al de la Comunitat Valenciana, pero siempre con Sánchez como enemigo. A los clásicos del agua, las inversiones y la infrafinanciación, Feijóo también puso todo el foco de la postdana en el Gobierno central: su huida el día de Paiporta frente a las visitas del líder popular, que enumeró; las ayudas que aseguró no llegan -da igual que cada institución tenga una visión diferente sobre las cantidades gastadas- o las transferencias a cuenta para las autonomías que tampoco llegan (aunque el Ejecutivo diga que haya habido un anticipo). Así, el líder popular habló de "asfixia" y de "ir contra el adversario"; y por esta razón, puso en valor la labor de Mazón: "Ha sido capaz de aprobar un presupuesto, que es la primera piedra de la reconstrucción".

¿Un aval a su gestión? A primeras de cambio, eso parece...porque entre cosas tampoco dice lo contrario. Y sobre todo, porque la pieza a derribar, ahora, es Pedro Sánchez. Es decir, en estos momentos, dentro del imaginario popular, si algo es evidente es que Feijóo y Mazón son, al menos de momento, un pack. ¿Por qué? Pues porque, según ese relato, vienen elecciones, y ante tal escenario, nadie, y menos Feijóo, se puede presentar con esa debilidad, amén de otras razones. Y mientras, Mazón, desahogado. A 167 kilómetros es distancia. 

Así que mientras las tinieblas judiciales (hermanísimo, fiscal, UCO, Leires, Begoña Gómez, etc) cercan a Sánchez, Feijóo vive con ese marco y blinda su discurso ante otras amenazas internas. Mazón resopla, gana días en el Palau y vende a Feijóo como la solución a los problemas de la Comunitat con las eternas promesas para los valencianos: agua, inversiones y fondo de nivelación para una mejor financiación. Eso es el pack. El de Feijóo con un semblante más serio; el del president, de júbilo hasta que aparezca un elemento inesperado. O alguien les diga que les falta una pieza de ropa.