VALÈNCIA (EP). Eunice Espinoza, su marido y sus tres hijos, uno de ellos recién nacido, vivían de alquiler en una planta baja del barrio de La Torre, en València, hasta que en la noche del 29 de octubre de 2024 "entró un metro y cuarenta de agua y por dentro se rompió todo". La dana se llevó sus muebles y el empleo. No pudieran seguir con aquel arrendamiento y se encontraron que "no había manera" de alquilar otra casa. Desde entonces, residen en una vivienda de Casa Caridad, a la espera de "días mejores".
En las primeras horas de la riada, llamaron a la policía para pedir ayuda porque "la casa estaba completamente inundada", y se les condujo a la residencia Orpea donde permanecieron varios días, ha relatado Eunice Espinoza en una entrevista a Europa Press, con motivo del aniversario de las inundaciones.
"Yo no estaba trabajando en ese momento porque estaba recién parida, tenía unos días de haber nacido mi hijo", ha explicado esta vecina hondureña. La obra en la que trabaja su marido se inundó y él se quedó sin empleo. En medio de esta situación y menos de una semana después de la riada, el propietario de la vivienda donde llevaban tres años viviendo les reclamó el alquiler de noviembre. "Nosotros estábamos literalmente sin nada, sin un centavo, y yo le dije que no teníamos para pagar. Él cambió la cerradura. No tuvimos acceso más a la vivienda con las pocas cosas que nos habían quedado buenas dentro", ha lamentado.
Sobre el propietario, sostiene que "era un particular" y que no existía contrato de alquiler. "La prisa de él por sacarnos a nosotros de ahí" la interpreta así: "Lo que quería era cobrar en las ayudas de la dana como si el afectado fue él y fuera su casa, porque sí, al final fue su casa la que se inundó, pero con nuestras pertenencias". "Él necesitaba el dinero del alquiler y dijo que la dana no era su problema y que nuestra obligación era pagar el alquiler y punto", resume.
Eunice subraya que lo que había dentro era suyo: "La casa se nos entregó únicamente con la vitro puesta y el váter. Nosotros la amueblamos por completo desde la cocina a las habitaciones. Lo perdimos completamente todo, porque todo era nuestro", afirma.
"El arcoíris después de la tormenta"
La vía de alojamiento temporal llegó a través de una derivación municipal, estando aún en la residencia Orpea. "Una chica del Ayuntamiento se acercó y me dijo 'hay una vivienda que les pueden dejar un tiempo'", explica. "El 4 de noviembre nosotros tuvimos la oportunidad de conocer Proyecto Fénix -- un programa de alojamiento de Casa Caridad-- y fue donde nos brindaron el apoyo con una vivienda para nosotros".
Para Eunice, acceder a una vivienda temporal gracias a la entidad social fue "como el arco iris después de la tormenta". No obstante, todo lo vivido para ellos ha sido "aterrador, muy complicado, un trago muy amargo". "Para los nenes sobre todo ha sido difícil, es un cambio de cole, un cambio de vivienda, y hay miedo, hay esa inestabilidad de la incertidumbre de qué va a pasar. Mucho trauma y mucho miedo", ha reconocido.
En la vivienda de Casa Caridad les facilitaron mobiliario y la cuna para su bebé. En el plano de ayudas, expone que les ayudaron a solicitar la renta valenciana de inclusión, que acaban de dejar de recibir porque su marido ha encontrado un trabajo.
"No había manera" de acceder a un alquiler
El mercado del alquiler ha sido un obstáculo para que esta familia acceda a una vivienda fuera del programa social. "Lo intentamos los primeros días y no había manera; con niños menos. En cuanto mencionabas que había niños, de una ni siquiera te daban información, es 'no' y ya está'".
A ello se suman las exigencias económicas: "Tienes que tener una nómina de 3.000 para arriba para que te den acceso a una vivienda de dos habitaciones mínimo, que es lo que nosotros necesitamos". Antes de la dana, ya le había resultado difícil encontrar una vivienda por la situación del mercado. "Mucha gente se quedó sin viviendas y tuvo que buscar un sitio. Fue como que un plus más para que la cuestión empeorara", ha lamentado.
Cuando se cumple un año de las inundaciones, el objetivo es que ambos consigan contratos de trabajo y "poder ganar más estabilidad" para alquilar una vivienda. Su marido ya ha obtenido un nuevo empleo. "Para mí es un poco más difícil porque necesito algo que se adapte a la recogida y dejada de los niños en el cole. Es el primer año de la guardería, normalmente se suelen enfermar más, y no quiero perder el trabajo por pedir permiso porque me llaman de la guardería, porque ya me ha pasado con el de cuatro años", ha afirmado.
Para Eunice, "ser optimista es una decisión; nada pasa porque sí". "Si sientes que lo estás perdiendo todo, recuerda: los árboles pierden sus hojas cada año y todavía se mantienen de pie, esperando que lleguen días mejores". Y comparte un versículo de la Biblia que, dice, la acompaña: "Joven fui y he envejecido, y no he visto justo desamparado ni su simiente que mendigue pan".
"Yo hace seis años llegué con mi pareja a España sin tener absolutamente nada más que una maleta, con tres mudas de ropa. Y pude, junto a mi pareja, construir un hogar con tres nenes en medio de dificultades y de situaciones malas y bonitas. Podemos hacerlo ahora también de nuevo, con la ventaja que ahora tenemos una residencia. Tenemos la ventaja de tener la mano amiga de Casa Caridad, Proyecto Fénix, que para nosotros ha sido muy importante en todo esto", ha asegurado. Las cosas están "siendo mejores cada día, y espero días mucho mejores", ha concluido.
"Impacto devastador en cientos de familias"
Desde Casa Caridad, han explicado que han sido "testigos directos del impacto devastador que la pérdida de vivienda tuvo en cientos de familias tras la dana". "Más allá de los daños materiales, muchas personas --incluidos menores-- perdieron su hogar, su lugar seguro. Un año después, para muchas de ellas sigue siendo extremadamente difícil acceder a una vivienda digna", ha lamentado la entidad.
Según la institución, el mercado de alquiler se ha convertido "en un laberinto inalcanzable": "Precios desorbitados, condiciones imposibles de cumplir y una oferta cada vez más limitada han dejado fuera a quienes ya vivían al límite".
"Hoy, demasiadas familias continúan en situaciones muy precarias: menores que duermen en habitaciones alquiladas a desconocidos, familias separadas para poder tener un techo, personas obligadas a volver con parientes con los que apenas tienen relación o que permanecen en recursos temporales sin saber hasta cuándo", ha expuesto la entidad, que puso a disposición de las familias afectadas 12 viviendas en Torrent.
Un año después, "varias familias han podido pasar de estos pisos a soluciones habitacionales estables", ya sea a través de alquileres gestionados con la mediación de la entidad o mediante la rehabilitación de sus propias viviendas o las de familiares. "Un año después, seguimos caminando junto a ellas, manteniendo nuestro compromiso con la inserción y la dignidad de cada persona", ha asegurado.