VALÈNCIA (VP). El cáncer de mama es el tumor más frecuente en las mujeres occidentales. Solo en España, cada año se diagnostican alrededor de 28.000 nuevos cánceres de mama. Una de cada ocho mujeres lo padecerá en algún momento de su vida y la incidencia de esta patología muestra una tendencia en forma de curva ascendente, con un incremento de un 2-3% anual. “Actualmente, la mayor esperanza de vida se asocia a un mayor número de mujeres en riesgo y además el cáncer de mama está muy relacionado con el estilo de vida: el tabaco, el consumo de alcohol, el tipo de dieta y la obesidad son factores aumentan el riesgo de desarrollar la enfermedad”, apunta el doctor Vicente Guillem, jefe del Servicio de Oncología Médica de la Fundación IVO.
Sin embargo, se sigue teniendo la percepción de que el cáncer de mama tiene un gran componente hereditario, cuando en realidad no es realmente así. “Hay un pequeño porcentaje, entre un 5-7% de los casos, que sí que tienen un componente hereditario claro. Es lo que se conoce como el Síndrome de Cáncer de Mama y Ovario Hereditario, que son aquellos que tienen una alteración genética en dos genes, el BRCA 1 y en el BRCA 2. Pero el 95% no son hereditarios, sino que aparece de forma esporádica favorecido por la edad (pico de incidencia máximo a los 58 años) y por los hábitos de vida poco sanos que se tiene en las sociedades occidentales”.
El doctor Guillem señala que las dos principales vías para actuar contra esta enfermedad son el diagnóstico precoz y la investigación médica. Y aunque la tasa de supervivencia es alta, de un 86% a cinco años, todavía mueren 6.500 mujeres al año en España por cáncer de mama. De ahí la importancia del diagnóstico precoz. Mientras que un tumor en estadio I tiene una tasa de supervivencia del 95%, un tumor en estadio III es menor del 50%. “Con respecto a otros tipos de cáncer, una de las características del de mama es que se puede detectar a tiempo, porque es una enfermedad moderadamente indolente al principio y habitualmente evoluciona muy lentamente, por lo que con una mamografía cada dos años es suficiente para la detección precoz en la mayoría de los casos y con eso conseguimos una reducción de la mortalidad de un 30%”.