CASTELLÓ. Dos de cada tres partidas de cítricos turcos y egipcios rechazados en las fronteras de la Unión Europea por superar los límites máximos de residuos de pesticidas o por contener alguno prohibido en el territorio europeo tenían restos de clorpirifos o de alguno de sus derivados. Estos productos son la base de los fitosanitarios vetados desde hace año y medio en el territorio europeo en una decisión que alzó una gran polémica en la Comunitat Valenciana porque dejó a los citricultores sin el principal arma contra el cotonet de Sudáfrica, lo que ha permitido que la plaga se expanda sin control.
En un comunicado para criticar su "pasividad" por la entrada de fruta contaminada de estos dos países al imponer que el 20% de los cítricos procedentes de Turquía deberán ser revisados, tal y como ha avanzado Castellón Plaza, la interprofesional citrícola española, Intercitrus, ha destacado la cifra. No en vano, de las 226 partidas interceptadas que suman Turquía y Egipto, "el 66% contenían clorpirifos, metil clorpirifos o clorpirifos etil", indican desde la entidad.
"Doble moral"
Por esta razón, así como por el incremento desmesurado de las interceptaciones por fitosanitarios (en el caso de Turquía han pasado de 11 en 2019 a 181 en lo que va de año) desde Intercitrus critican la "doble moral" de la Unión Europea en esta cuestión.