VALENCIA. Ha sido necesario un aconteciendo inesperado, como la fusión de Cajamar y Caja Campo, para que los resortes de todo el sector de las rurales hayan saltado. La falta de una consolidación de esta parte del sector financiero, pese a lo reducido de su tamaño en activos, es una de las asignaturas pendientes después de que hayan fracasado los dos intentos de crear Sistemas Institucionales de Protección (SIP) que hubieran agrupado, por un lado, a las rurales provinciales, y por otro, a las locales.
Se da la paradoja de que las cajas rurales iniciaron antes que las de ahorros su proceso de concentración y sin embargo los resultados cosechados son magros. Hace más de tres años que se empezó a hablar de la necesidad de crear estructuras comunes para agrupar a un sector muy atomizado, con más de 70 entidades repartidas por todas las comunidades autónomas, muchas de ellas, minúsculas, surgidas de las antiguas secciones de crédito de las cooperativas agrarias.
De hecho, las primeras entidades que se propusieron crear un SIP antes de que las cajas de ahorros se lo planteasen fueron precisamente las rurales. Tanto que se estuvo trabajando durante años en dos: uno con las provinciales, donde estaba Ruralcaja, y otra con las más pequeñas, el que se conoció como el SIP de AFI, por el despacho que les asesoraba.
Fuera de esos proyectos, Cajamar, que desde hace tiempo ha optado por ir en solitario. Mientras los dos grupos intentaban cerrar los acuerdos para presentar sus planes al Banco de España, la que es la mayor rural de España se adelantó a todos anunciando hace un par de años la creación del Grupo Cajamar, un SIP en el que inicialmente se integró Caja Campo. Era la visualización del desembarco de la entidad andaluza en el caladero de la Comunidad Valenciana. Después se unieron Casinos, Alabalat, Petrer y Turis.
Ruralcaja reaccionó y puso en marcha también su grupo, bautizado como CRM (Cajas Rurales del Mediterráneo). Logró la adhesión de 14 entidades para alcanzar unos activos de 12.000 millones, menos de la mitad de los de su competencia, que alcanza los 26.000.
LOS DOS SIP NACIONALES, FUSTRADOS
Fuera se quedaron un grupo de 16 rurales valencianas que no se apuntaron ni a CRM ni a Caja Campo. Muchas estaban pendientes de participar en el SIP de AFI. Pero el proyecto fue rechazado por el Banco de España. El motivo es que la mutualización de beneficios en la entidad paraguas era del 40%, cuando el organismo que dirige Miguel Ángel Fernández Ordóñez estaba ya pidiendo que se pusieran en común el 100%.
El fracaso de este grupo desanimó al SIP de la provinciales que optó por tirar la toalla.
En estos momentos no existe ningún proyecto concreto para consolidar el sector de las rurales en España. Pero el Banco de España quiere que esa concentración se produzca.
De momento, al margen de los grupos de CRM y Cajamar, se está trabajando en Castilla-La Mancha, Aragón o Extremadura, por poner unos ejemplos, para crear grupos regionales.
Sin embargo, distintas fuentes del sector dibujan un escenario futuro en el que estos grupos habrán de converger en una estructura mayor. Esta posibilidad es la que ha hecho saltar las alarmas. En el caso de que el supervisor fuerce esta opción, podría darse el caso de que CRM y Cajamar acabasen compartiendo SIP. El peso con el que llegue cada uno a ese hipotético momento será clave para controlar los órganos de gobierno.
Es por ese motivo que, tras el paso dado el lunes por Cajamar y Caja Campo se ha interpretado como relevante en el sector. Hay movimientos y hay que estar atentos. CRM aspira a capitalizar las dudas que despierta en el sector la absorción de la antigua Caja Rural de la Valencia Castellana.
Caja Rural de Castellón, por ejemplo, tiene pendiente de aprobación de su asamblea su incorporación al grupo liderado por los andaluces. Desde las oficinas de la Alameda de Valencia, sede de CRM, se está lanzando ya el mensaje de que, con ellos, no hay peligro de absorción, que mantendrán la identidad de sus socios. Una idea fuerza, que dada la idiosincrasia de estas entidades, puede ser clave. También para las 16 pequeñas rurales valencianas que siguen sin entrar en ninguno de los dos grupos.