VALENCIA. Ángela Roig, hija de Francisco Roig, ha iniciado un proceso judicial contra la familia de su difunto marido, Javier Reyzábal, por haber ocultado parte de la herencia que le correspondía a los dos hijos que tuvieron en común. La familia Reyzábal era la propietaria de numerosos inmuebles en Madrid, entre ellos el edificio Windsor, que ardió en un incendio en 2005.

Según informó este martes El Confidencial, tras el fallecimiento repentino de Javier, los Reyzábal encargaron a un miembro de la familia el reparto de la herencia. Ángela Roig renunció a sus derechos de herencia en favor de sus dos hijos, menores de edad entonces y Florentino Reyzábal actuó como albacea.

Todo parecía estar en orden hasta que Ángela Roig descubrió que la familia Reyzábal había ocultado parte de la herencia. Se trataba de unas fincas en Méjico que el fallecido había heredado de su madre y que podrían estar valoradas en 18 millones de dólares. A partir de ahí se inició un cruce de burofaxes y reclamaciones de información por parte de Roig a su familia política proteger los derechos de sus hijos. 

Las relaciones entre las dos familias se fueron tensando y, según la información del diario, han llegado a producirse agresiones físicas. Una denuncia presentada por Roig contra su cuñada, Blanca Reyzábal, relata un episodio en que esta última embistió con su coche al de la hija del expresidente del Valencia CF. También hay una acusación de lesiones leves y de agresiones verbales: "Nada es de tus hijos, ni tuyo. Es nuestro y te lo vamos a quitar". 

La fortuna que está en disputa fue amasada por Florentino Reyzábal y se distribuyó entre sus cuatro hijos: Javier, Blanca, Mónica e Íñigo. Éste último falleció sin dejar descendencia. El fallecimiento de Javier, el marido de Ángela Roig, de un infarto, hizo que los hijos del matrimonio fueran los siguientes en la línea de la herencia.

La polémica por el reparto de los millones de euros tanto de la parte española como mejicana de la familia Reyzábal acabará en los tribunales.