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Las promotores vuelven a cultivar los campos

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VALENCIA. Del mal, el menos. La tierra es la tierra y, si no se puede levantar un edificio, bien se podrá cultivar naranjos. Muchas empresas inmobiliarias han optado por ampliar su razón social para la "prestación de servicios agrícolas correspondientes a la ejecución de labores necesarias para el adecuado funcionamiento de fincas agrícolas en explotación"

Sin ir más lejos, el pasado viernes el Boletín Oficial del Registro Mercantil (BORME) recogía el caso de la alicantina Residencial Vista Alegre, una empresa que facturó 107,7 millones de euros en 2010 y que ha visto en la posibilidad de ampliar su actividad una buena salida.

No es la primera ni mucho menos la única. Grandes compañías como Bertolín o Ros Casares son citadas repetidamente en los círculos inmobiliarios como ejemplos de esta práctica. Ambas cuentan con divisiones agropecuarias en sus grupos y, según distintas fuentes, rentabilidad unos solares que no no tienen posibilidades de activar de otra manera.

Sin embargo, esta no es una salida para hacer grandes negocios, según fuentes del sector. "Por mucho que se cultive, si no se controla los canales de comercialización, el campo no es la solución", asegura un empresario implicado en el negocio agrario. En el mejor de los casos se consigue terminar el año "cuenta con paga". "Si la decisión es cambiar completamente una actividad por la otra, se está mal enfocado", asegura.

BENEFICIOS, EN LA EXPROPIACIÓN

Sin embargo, esta decisión de poner a trabajar los campos no es tan peregrina. La aprobación en octubre del Reglamento de la Ley del Suelo tiene en cuenta para las tasaciones su terreno es productivo o no.

Esta situación es especialmente importante, porque el nuevo sistema de valoraciones prohibe tener en cuenta las expectativas de futuro. Lo que sí tiene en cuenta es si el suelo es edificable, tiene en cuenta si esta edificado o en curso de edificación, si está explotado o no.

Sin embargo, este reglamente tiene utilidad si el terreno es expropiado para la construcción de una infraestructura o para las servidumbres relacionadas con las zonas de seguridad que rodean a una torre de alta tensión o un gaseoducto.

OCUPAR CAMPOS COMO FORMA DE OCIO

En la provincia de Castellón, grandes extensiones de terreno que se compró rústica con la expectativa de que fuera rectificado en los nuevos Planes Generales de Ordenación Urbana de muchos municipios han vuelto a cultivarse. "Estamos hablando de pequeñas parcelas, minifundios, que fueron vendidas agrupadas y cuyos antiguos propietarios han vuelto a explotarlas", asegura Rafael Torregrosa, director para Levante de la inmobiliario Roan.

En su mayoría son jubilados que, después de haber cobrado una cantidad sustanciosa por sus campos, echan ahora de menos ese trabajo y han decidido seguir explotándolos para consumo doméstico. "En estos casos, no se trata de negocios rentables, sino más bien de cuestiones sentimentales de no ver abandonados los campos de la familia", apunta Torregrosa.

En el caso de Moncofa (Castellón), esta práctica ha hecho que terrenos, actualmente propiedad de Bankia, presentan una actividad productiva como si nada hubiera pasado. La entidad no percibe nada por estos negocios, pero facilitan el mantenimiento de la zona, que de otro modo estaría abandonada.

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