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Los nuevos despidos en Banco de Valencia obligarán a cerrar casi la mitad de oficinas

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VALENCIA. Sin personal, no hay sucursales. Esa máxima tendrá una aplicación directa en Banco de Valencia una vez se aplique el nuevo expediente de regulación de empleo (ERE) anunciado por la dirección de la entidad a los representantes sindicales. En concreto, la reducción de la actual plantilla, que ronda los 1.600 empleados, a algo más de la mitad, con 890 despidos, implicará de forma casi automática el cierre de prácticamente la mitad de las oficinas que Banco de Valencia tiene en la actualidad. 

Cuando el septiembre pasado la entidad, aún en el proceso de subasta, anunció el primer ERE, los adminsitradores del FROB estimaron que los 350 despidos que se aprobaron finalmente irían acompañados por el cierre de algo más de 60 oficinas. Así, tras la aplicación de aquel expediente, Banco de Valencia se quedó con unos 1.600 empleados y 350 oficinas. 



Entonces, el FROB justifició ya el adelgazamiento de la plantilla en la obligación de cumplir con las exigencias del MOU (Memorandum de Entendimiento), firmado en julio entre el Eurogrupo y España, según ha informado la entidad controlada por el Fondo de Reestructuración Odenada Bancaria (FROB). Sin embargo, Europa ha aplicado condiciones más duras desde entonces, especialmente para las entidades nacionalizadas.

En el caso de Banco de Valencia, Bankia, NovaGalicia y Catalunya Caixa, Bruselas ha impuesto una reducción del 60% del tamaño de estas entidades controladas por el Estado. El nuevo ERE presentado por Banco de Valencia, afecta, por tanto, a prácticamente ese porcentaje de la plantilla resultante del primer proceso.

Pero el ERE tiene una segunda consecuencia, además de la pérdida de puestos de trabajo, ya que conllevará, obligatoriamente, el cierre de sucursales. Haciendo un cálculo basado en el número de empleados y en las sucursales ahora en funcionamiento, y sin tener en cuenta que que parte la plantilla trabaja en los servicios centrales, con los 890 despidos, quedarán unos 770 empleados que podrían atender un máximo de 170 sucursales.

SIN ESPERAR A LA FUSIÓN CON CAIXABANK

El adelgazamiento de Banco de Valencia se realiza, por tanto, antes de la fusión de Caixabank, la entidad que se quedará con el banco una vez se cumplan todas las condiciones pactadas entre el FROB y la caja que preside Isidre Fainé.

Aunque desde la actual administración de Banco de Valencia se era consciente de que este proceso de reducción de plantilla y de oficinas se iba a producir, se espera que se realizase teniendo en cuenta ya la suma de las sucursales de La Caixa en la Comunitat Valenciana y las de propio banco. De esta forma, el coste social se repartiría entre las dos. No en vano, La Caixa tiene más oficinas solo en el territorio natural del banco que la propia entidad valenciana, unas 465. Igualmente, desde Banco de Valencia también se confiaba en que la entidad catalana contase con una plantilla que conoce el negocio del banco sobre el terreno.

Pero todo apunta a que el proceso de saneamiento de Banco de Valencia, cuya viabilidad era imposible en solitario, se ha elegido como punta de lanza de la fuerte reducción del tamaño de los banco nacionalizados.

Tampoco se descarta que, una vez CaixaBank tome el control y se produzca la integración real entre las dos redes, se acabe realizando un nuevo ajuste, esta vez sí teniendo en cuenta el resultado global, como ha ocurrido con SabadellCAM. 

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