
El bajo consumo y los altos precios del alquiler han dejado el edificio modernista medio vacío
VALENCIA. Cuando se cumplen 10 años de la rehabilitación del Mercado de Colón de Valencia, una de las joya de la arquitectura modernita de Valencia, más de la mitad del complejo está vacío y el alto precio de los arrendamientos han forzado a una rebaja de los alquileres parte de las empresa municipal Aumsa, después del cierre y desahucio de sus ocupantes.
Con una inversión de 33 millones de euros, la idea era convertir el complejo en un centro de ocio y cultura, lejanamente inspirado en el Covent Garden de Londres, con la planta baja y el edificio recayente a la calle Jorge Juan dedicado a la hostelería, principalmente.
El sótano debía servir de foco de atracción con un amplio departamento de ocio y cultura de El Corte Inglés, aspirando a reproducir el éxito de la FNAC de la plaza de San Agustín. De forma marginal, sólo en un extremo de esta parte baja del edificio se mantendrían actividades vinculadas con la venta de productos de alimentación, pero centrada en la alta gama.
CAMBIO DE FILOSOFÍA
Sin embargo, la estrategia empezó a hacer aguas al poco de ponerse en marcha. El cambio de los hábitos culturales de consumo, fruto de la venta on line de libros, música y películas y el auge de la piratería cultural, llevaron a los grandes almacenes a abandonar el proyecto, concentrando sus esfuerzo en el centro comercial de la calle Colón y dejando vacías tres cuartas partes del sótano.

Por otra parte, la crisis del consumo fue erosionando el negocio de las cafeterías de la planta baja, llevando a una sucesión de cierres y aperturas que culminó este año con el primer desahucio y una sublevación de los arrendatarios, que se negaron a pagar hasta que se rebajara el precio. Al mismo tiempo, los dos restaurantes del mercado, Bamboo y El alto de Colón, tuvieron que cerrar ante la imposibilidad de mantener el negocio.
Por contra, la numantina división de alimentación ha ido manteniendo el tipo, ampliando al oferta con nuevas enseñas y ofreciendo la opción del consumo en el propio local, al estilo del Mercado de San Miguel de Madrid, referencia de éxito en este tipo de ofertas y posible modelo para una reestructuración de la propuesta.
El espacio disponible en el sótano se ha intentado dinamizar con al celebración de distintos eventos al modo de mercadillos para nuevos diseñadores con distinto éxito. También en la parte superior, el alquiler a carritos para la venta de bisutería ha servido al complejo para obtener ingresos suplementarios, pero no han logrado afianzar una clientela fija.
GUERRA POR LOS PRECIOS
Fuentes inmobiliarias señalan que la política de precios llevada por el Ayuntamiento de Valencia en la gestión del complejo no ha respondido a la situación real del negocio de sus arrendatarios. Mientras el resto de la zona ha tenido reducciones de un 50% en los precios desde el inicio de la crisis, según estima la consultora CB Richard Ellis, el complejo ha mantenido casi inalterables los arrendamientos.

Actualmente, los cubos que sirven de cocina y barra tienen un coste de entre 4.000 y 8.500 euros, dependiendo del tamaño, a los que se suma la explotación de la terraza. A pesar de la reducción de un 10% anunciada por el consistorio, aplicada en un 5% desde el pasado mes de julio y en otro 5% desde enero de 2014, y algunas otras ventajas, las condiciones están muy lejos de las exigencias de los afectados.
En todo caso, distintas fuentes conocedoras del negocio aseguran que la posible solución a los problemas del conjunto pasan tanto por una recuperación del consumo, como por un replanteamiento integral del modelo de negocio, un especto que debería empezar a plantearse con vistas al futuro.