El nuevo dueño de Nueva Rumasa, que tiene en el bufete de abogados Aszendia y en la empresa Nuevas Formas y Diseño sus pivotes de actuación, arrastra una historia repleta de polémicas por su participación en procesos como Teconsa, Marsans, Vías o Omega Urbacivil
VALENCIA (JOAQUIM CLEMENTE). La operativa es siempre la misma. Cuando la empresa está al borde de la quiebra, de repente, aparece una mano que se presenta como la salvación. Ofrecen asumir toda la deuda y los problemas de una reestructuración y saneamiento a cambio de tomar el control. Los dueños, siempre empresarios al límite agobiados por la situación, aceptan la oferta. A continuación declara el concurso de acreedores. Pero cuando el juez y los administradores concursales toman las riendas, la empresa ya es inviable. Sus activos se han esfumado, la liquidación es la única salida y los acreedores se quedan sin cobrar.
Esa es la forma de actuar del entramado empresarial de Ángel de Cabo Sanz, un empresario vinculado a Valencia que, a través de distintas sociedades, ha tomado el control de empresas como Teconsa, Marsans o, como se formalizó la semana pasada, Nueva Rumasa. Tanto los dos primeros casos como en otros de nombre menos conocido, como la alicantina Omega Urbacivil o la jerezana, Vías, el resultado del rescate ha sido el mismo: la liquidación.
Ángel de Cabo es un empresario poco conocido públicamente. De hecho, la imagen que facilitó su compañía la semana pasada cuando anunció la compra de Nueva Rumasa, es una de las pocas que hay pese a que ha desplegado una intensa actividad a través de varias sociedades.
Con un despacho de abogados como base operativa, el bufete Aszendia, con sede inicial en Castellón, De Cabo ha ido construyendo un entramado societario de difícil escrutinio. La primera empresa en la que cobró cierto protagonismo fue la sevillana Construcciones Azagra, donde entró con Nuevas Formas y Diseño (NFD). Esta empresa fue la que utilizaron durante años como mascarón de proa en su actividad liquidadora. Con ella entraron en Omega Urbacivil, Vías Canales y Puertos o Teconsa (constructora leonesa que aparece en el sumario del caso Gürtel). En los tres casos las compañías acabaron en proceso de liquidación sin margen posible para un hipotético convenio de acreedores.
NFD tenía sede en Riba-roja de Túria, con un edificio visible en uno de los polígonos anejos a la carretera de Madrid. Rompiendo su opacidad llegó incluso un día a anunciar un proyecto en Libia, donde, de acuerdo con el Gobierno de Gadafi, construiría 4.000 viviendas, dos complejos turísticos, dos hoteles de cinco estrellas, dos mezquitas, centros comerciales y salas de congresos en varias ciudades del país. Nada se supo de aquel anuncio.
Pese a que en el sector de la construcción, y en especial en la Comunitat Valenciana, se conocía la operativa de NFD (en los foros de impagados se le nombra asiduamente), De Cabo dio el salto a la primera página de la actualidad al hacerse con el Grupo Marsans. Para ello utilizó una empresa llamada Possibilitum Business, una firma sin actividad previa, creada en el vivero Sociedades Urgentes, ubicado en Ontinyent. Possibilitum, de hecho, tenía como objeto social la compra venta de animales exóticos.
El paso por Marsans no pudo ser más polémico. El informe de la administración concursal desgranaba toda una serie de supuestas irregularidades que iban desde sueldos millonarios que se adjudicaron los nuevos gestores de la exempesa de Díaz Ferran cuando ya estaba en concurso, el desvío de fondos a una empresa filial que escapaba al control judicial y la desaparición del dinero teóricamente ingresado por la venta de algunos activos. Como relataron los administradores, que denunciaron que Possibilitum se negó a colaborar con ellos, en tres meses se vació Marsans.
Mientras, NFD desmontó el luminoso que presidía la fachada, cambió formalmente la sede al País Vasco y poco a poco fue borrando el escaso rastro de su existencia. Su página web tuvo una existencia efímera. Aún se puede encontrar su dirección pero está en blanco.
Pese a todos estos precedentes, De Cabo se atreve ahora con Nueva Rumasa y lo hace con la misma promesa que cuando llegó a Marsans, y en realidad a todas las empresas en las que ha estado. Saneamiento y viabilidad. Pero el primer paso ya apunta hacia una dirección conocida: la sociedad que ha utilizado, Back in Bussines, también es una firma vacía. Su objeto social, la venta y fabricación de jabón. Esta empresa, con De Cabo al frente y su colaborador habitual, Iván Losada, como segundo, aseguró el viernes haber asumido la propiedad del grupo de la familia Ruiz Mateos, a cambio de la deuda. De haber seguido su operativa habitual, el equipo de De Cabo y Losada ya llevaría tiempo tomando decisiones en la empresa, como ocurrió en Marsans.
Si ya la gestión de los Ruiz Mateos al frente de Nueva Rumasa es objeto de sospecha, especialmente por el uso de los fondos captados por las emisiones de deuda corporativa, la llegada de un liquidador conocido no hace más que añadir incertidumbre al futuro del conglomerado empresarial.