VALÈNCIA. Cuando en 2013 la Fundación de la Solidaridad y el Voluntariado de la Comunitat Valenciana cerró como consecuencia de la reestructuración del sector público, Juan Ángel Poyatos decidió continuar por su cuenta un trabajo que ya había empezado a tomar forma durante esa etapa: ayudar a las empresas a entender, estructurar y profesionalizar su relación con la acción social. De aquel cierre nació Volies, compañía certificada como B Corp, con casi 50 trabajadores de varias nacionalidades y presencia en Europa, América Latina y Estados Unidos.
"En la fundación trabajábamos con ONGs y, un día, Ford acudió a nosotros porque, desde EEUU, les habían pedido que hicieran voluntariado. Como era el único que venía del mundo empresarial, me tocó ser el interlocutor", recuerda. Aquel contacto abrió una línea de trabajo entonces apenas explorada: cómo integrar el voluntariado dentro de la estrategia de una empresa. Con el cierre, Volies nació con la idea de superar la visión tradicional del voluntariado como una acción puntual y descoordinada.
El que fuera director general de Coordinación de la Acción del Gobierno y el Sector Público, Modelo Económico y Patrimonio durante el Gobierno de Ximo Puig, entre otros cargos, insiste en que "todo el voluntariado es bienvenido", pero también en que no toda actividad genera valor social ni repercute positivamente en la cultura interna de la empresa. El reto era demostrar que la acción social podía tener un papel estratégico más allá del "buenismo" y que, bien diseñada, podía contribuir al talento, a la cohesión y a la relación de la empresa con su entorno.
Del escepticismo inicial al despegue tras la pandemia
Para Poyatos, los primeros años fueron "predicar en el desierto". La cultura empresarial española no veía claro que el voluntariado pudiera vincularse a objetivos corporativos o a la gestión del talento. Aun así, algunas grandes compañías empezaron a confiar en Volies: Telefónica, Endesa o La Caixa fueron de las primeras en solicitar apoyo para dar coherencia a iniciativas que ya realizaban, pero que necesitaban más estructura y orientación.
El cambio se aceleró después de la pandemia. En 2021 y 2022, Volies experimentó un crecimiento significativo ya que, cada vez más empresas acudían con una demanda común: transformar lo que ya hacían en algo con mayor profundidad e impacto. Las presiones sociales, tanto de empleados como de clientes, han empujado a las compañías a involucrarse en la acción social de una forma distinta a la tradicional. Ese nuevo contexto facilitó que el mensaje que Poyatos llevaba tiempo defendiendo comenzara a calar y que el voluntariado corporativo fuera visto como una herramienta capaz de movilizar talento y de responder a las expectativas de una plantilla que busca compromisos tangibles.

Programas que conectan habilidades, necesidades y propósito
Una de las claves del modelo de Volies es la forma en que diseña los programas según la motivación de cada empresa. Cuando la iniciativa nace desde Recursos Humanos, el foco está en el desarrollo de habilidades. Esto exige proyectos más prolongados, con una interacción continuada y un desafío real que obligue a los empleados a comunicar, empatizar y trabajar en equipo. "Hicimos un programa para líderes y mánagers de una gran empresa con el objetivo de mejorar sus habilidades de comunicación y el proyecto era de taller de lectura en una prisión de mujeres. Hay que adaptar el lenguaje o romper barreras y esto reporta un beneficio para todas las partes", reconoce.
Cuando el impulso procede de las áreas de responsabilidad social o de fundaciones corporativas, el objetivo es fortalecer el vínculo con el entorno y generar una relación de confianza con la comunidad en la que opera la empresa. En estos casos, se elaboran convocatorias internas en las que los propios empleados proponen iniciativas, lo que permite construir programas muy variados y que responden a sensibilidades y causas diversas. Sea cual sea el origen, Poyatos insiste en que solo se puede generar impacto real si el programa tiene una estructura, un propósito y una medición. "Un voluntariado de un día no es suficiente para aportar valor", subraya. La empresa debe saber por qué lo hace, qué resultados espera y qué relación construye con las ONG que participan.
Durante décadas, ONG y empresas han funcionado en esferas diferentes, con desconfianzas mutuas y maneras de trabajar muy alejadas. Las ONG temían perder independencia y las empresas dudaban de la capacidad operativa de las organizaciones sociales. Poyatos reconoce esa brecha, pero asegura que se está reduciendo. Volies ha trabajado durante 15 años para tender puentes, especialmente a través del think tank Voluntare, que reúne a empresas, académicos y entidades sociales.

Parte del cambio tiene que ver con la profesionalización del sector. "Si una empresa no percibe valor o si una ONG se siente instrumentalizada, el programa no funciona", afirma. La clave está en diseñar proyectos que respondan a necesidades reales de los colectivos y que tengan una utilidad clara para los empleados y para la compañía. La ética, explica, es un eje transversal: hay empresas con las que ciertas ONGs no pueden trabajar por motivos de coherencia y lo mismo ocurre a la inversa. "Debe existir beneficio para ambas partes. Si solo una gana, no tiene sentido", apunta.
Una expansión internacional que sigue el paso de sus clientes
La internacionalización de Volies ha sido consecuencia del trabajo con grandes corporaciones españolas que necesitaban apoyo fuera del país. Telefónica fue uno de los primeros casos: con 8.000 empleados en Alemania, requirió replicar el modelo que Volies desarrollaba en España. A partir de ahí, otras firmas comenzaron a solicitar programas que se desplegaban de forma simultánea en varios países, un proceso que para una empresa sin un soporte externo resulta ingobernable.
A día de hoy, Volies opera de manera estable en Europa y América Latina. El año pasado creó una filial en Medellín, a la que se suman equipos en México y Argentina. En Europa ya están presentes en Francia, Alemania, Portugal e Irlanda. El salto más reciente ha sido a Estados Unidos, tras comenzar a trabajar con Amazon Web Services (AWS) desde Aragón. La compañía estadounidense pidió extender el modelo a su red global de centros de datos y, como consecuencia, Volies creó Volies North America, que ya cuenta con un equipo propio y en expansión.
Los estudios internos de Volies y los datos de su Informe Voluntare 2025 apuntan en la misma dirección: el voluntariado corporativo ha alcanzado un grado alto de madurez y vive un momento de consolidación. Las empresas europeas y latinoamericanas lo promueven mayoritariamente por responsabilidad social y lo alinean con temas valorados por sus grupos de interés. Los empleados, por su parte, consideran cada vez más que esta vía les permite activar su solidaridad dentro de la empresa.

- Fotos: EDUARDO MANZANA
Una herramienta para atraer talento
El voluntariado también se ha convertido en una herramienta para atraer y retener talento, especialmente en sectores tecnológicos donde las nuevas generaciones buscan compañías con propósito. Para muchas empresas, el voluntariado es una ocasión para fomentar liderazgo, cohesión interna y sentido de pertenencia. La tendencia que refleja el informe es clara: habrá un crecimiento moderado-alto en los próximos cinco años, una mayor integración en la estrategia de negocio y una demanda creciente de formación y medición.
La digitalización será otra de las claves. La pandemia aceleró la aparición del voluntariado virtual y hoy las empresas exploran modelos híbridos en los que la tecnología permite ampliar el alcance y la personalización de los programas. La colaboración entre organizaciones -empresas, ONG, administraciones y comunidades- aparece también como una condición imprescindible para lograr impactos sostenibles.
Desde Volies también están desarrollando con Femeval para que las pymes del metal puedan diseñar programas de voluntariado compartidos. Al mismo tiempo, la empresa ha creado Comms&Events, una agencia especializada en comunicar iniciativas sociales, un reto creciente para las empresas que desean trasladar estos mensajes sin caer en discursos superficiales.

Este 5 de diciembre, el Día Internacional del Voluntariado, la compañía fue invitada a participar en un acto en la sede de Naciones Unidas, un reconocimiento que llega en un momento de pleno crecimiento y que coincide con la planificación de nuevos proyectos, incluyendo la participación en iniciativas europeas como Horizon y el desarrollo de programas de voluntariado de emergencia. Además, 2026 será el Año Internacional de los Voluntarios y Voluntarias, por lo que esperan una mayor consolidación de los programas empresariales que se acercan a la sociedad.