El coste total. Hemos tenido elecciones generales en 2015, 2016, 2018 y ahora en 2019. En total los españoles hemos pagado 540 millones de euros en la organización de todos estos procesos electorales sin contar comicios autonómicos, municipales y europeos. La nueva convocatoria del 10 de noviembre nos va a costar en torno a los 150 millones de euros. Aunque solo serán ocho días de campaña oficial, tendremos hasta la votación un larguísimo período de unos cuarenta días de precampaña.
En este presupuesto 13 millones se van para las papeletas, 14 para el dispositivo de de las Fuerzas y Cuerpos de seguridad del Estado y otros 7 para la jornada electoral y el operativo para el escrutinio. Si contemplamos el dinero que perciben los partidos políticos como subvenciones, cotejadas en estas cuatro convocatorias de elecciones generales, la cifra alcanza nada menos que los 730 millones de euros. Se llega a una media de 44 millones de euros por formación política que se presenta a las elecciones. Cada partido obtendrá unos 14.820 euros por cada escaño que obtengan en ambas cámaras. Y la cuenta definitiva: a cada español los procesos electorales nos ha salido a 20 euros por cabeza. Cada escaño del Congreso se cotiza a 56 céntimos y a 33 los de sus señorías del Senado. Sumando unas cosas y otras alcanzamos la cifra de 1.300 millones de euros en organizar las cuatro convocatorias de comicios generales.
¡Una auténtica broma! Sin ser demagógicos ¿con esos 1.300 millones que cosas se pueden o podrían hacer? Por ejemplo se valoran los daños provocados por las últimas Danas o gotas frías cerca de 1.500 millones; en promoción en turismo se han gastado en España en los últimos cuatro años unos 1.320 millones, otros 1.000 en el fondo de garantía agraria, algunas comunidades autonómicas podrían ver sufragada su deuda con el Estado,… y podríamos seguir.
El día de la marmota. Otra vez los mítines, los debates televisivos si los hubiere, las descalificaciones permanentes, las frases grandilocuentes, las promesas que no se cumplen, los extraños compañeros de viaje, las alianzas imposibles, la elaboración de listas porque alguno tendrá la tentación de cambiarlas porque sus otrora candidatos les han abandonado, las ideas sorpresivas, los vídeos creativos, la febril actividad en las redes sociales, los políticos haciendo que hacen en los lugares más inverosímiles, -algunos rozando el ridículo-, … y todo para a lo mejor seguir como hasta ahora en pleno bucle.
Hay quien dice que incluso el resultado electoral del 10 de noviembre podría producir la extraña combinación de que ningún candidato pudiera ser elegido para ser presidente porque los números no dieran. O sea ni bloque de derechas, ni de izquierdas ni mezclados. En fin que seguiríamos en pleno día de la marmota con todo lo que se nos viene encima (Brexit, situación económica,-nueva recesión-, los tribunales sentenciando el procés, el Supremo y la exhumación de Franco, los Eres de Andalucía, la Púnica, Gürtel en todas sus piezas,… las autonomías bramando por el FLA o por la financiación autonómica,…) La visión de conjunto es pesimista, pero como siempre tendremos que pensar que los españoles renacemos de nuestras cenizas y a lo mejor como nos pide Pedro Sánchez ahora acertamos con la votación y despejamos la situación.
Abstención, hartazgo y nervios. Los sociólogos se aprestan a vivir una carrera de publicación de análisis, sondeos y encuestas. En las sedes de los partidos están de los nervios ante un resultado incierto. Se abre paso el factor de la abstención. El hartazgo de la ciudadanía con la inutilidad de los políticos a la hora de buscar acuerdos y hacer su trabajo va a marcar estas elecciones. En los partidos políticos se estudia con autentico pavor que va a ocurrir. ¿Quién podrá gobernar si es que se da el futurible? ¿A quién va a beneficiar o perjudicar la abstención? ¿Quién va a convencer más y mejor a los ciudadanos’ ¿Se valorará quién es el culpable o los culpables de que se repitan las elecciones? ¿Hasta cuando no habrá gobierno, enero, febrero,…? ¿Cómo puede seguir adelante un país “en funciones” de manera permanente desde hace cuatro años? ¿Era la solución la repetición electoral? Ejemplos ha habido. Que se lo digan a Susana Díaz en Andalucía. A lo mejor la nueva convocatoria electoral nos trae sorpresas.