VALENCIA. Una nueva estación se siente en la brisa de la ciudad. Multitud de colores impregnan las orillas del Río y una hilera de casetas blancas asoma a su Viejo Cauce. Lejos de dejarse amedrentar, la corriente despierta con ímpetu. Se escuchan ritmos musicales y pisadas de baile, se despierta el teatro y la agricultura, brotan los talleres y las actividades; el frenesí se adueña del paisaje. Ha llegado la Primavera tardía, la de mayo. El encuentro educativo regado por el Gobierno autonómico ha logrado hacer confluir a la comunidad completa, pese a provenir de territorios distintos y pisar puentes tambaleantes.
Más de 1.500 iniciativas confluyen desde todas las riberas, públicas y privadas, en la #PrimaveraEducativa promovida por la nueva Generalitat. La cita, que se celebra del 13 al 15 de mayo en el Cauce del Río Túria, aspira a convertirse en un baño anual de hermandad, muy por encima de las clásicas (y ahora polémicas) trobades de diferente índole. Y sí, toma su nombre de aquel movimiento de revuelta estudiantil, #PrimaveraValenciana, que hace cuatro años agitó las entrañas de la Comunitat. Luces, colores y cánticos para celebrar “la gran fiesta de la Educación”, a la que están invitados centros, asociaciones, padres, alumnos y representantes de la Administración para que la danza no cese.
Lo cierto es que el ambiente festivo contrasta con los tensos enfrentamientos vividos en las últimas semanas y protagonizados por asociaciones sindicales y Gobierno autonómico. Al conseller de Educación, Vicent Marzà, se le acusa de una mala repartición del arreglo escolar, de instaurar ratios desproporcionados, de una implantación tardía del acuerdo de jornada continua y hasta de unas condiciones poco claras para las próximas oposiciones docentes. La batalla más dura, no obstante, la libra con los centros concertados, que han convocado una gran protesta en el centro de Valencia el fin de semana que viene. Todo se olvida en el Río, donde flota la concordia con el sector privado, también invitado a la cita.