VALÈNCIA. El presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, navegaba hacia el ecuador de la legislatura de forma relativamente plácida. Más allá de la aprobación presupuestaria -ahora aplazada- pendiente, para lo que necesitaba el apoyo de Vox, el líder del PPCV ejercía el mando con tranquilidad apoyado en su buena relación con el empresariado, con un interesante uso de las redes sociales basado en su carácter cercano, manteniendo un apreciable control mediático y con la vista puesta en impulsar cualquier evento destacado, ya fuera conciertos como 'Som de la Terreta' o el posible regreso de la Copa América.
Esa hoja de ruta cómoda y soleada se resquebrajó en la tarde noche del pasado martes con la irrupción de un tsunami de agua y barro en las casas y calles de miles de valencianos que ha causado, de momento, dos centenares de muertos. Y con ello, buena parte del crédito cultivado por el presidente Mazón, cuyo gobierno, por mucho que se haya jugado y se juegue al despiste, es el responsable de tomar las decisiones respecto a protección civil y emergencias. Sí, incluida la de enviar un mensaje de alerta a la ciudadanía para que no salieran de casa cuando muchos ya estaban con el agua al cuello luchando por su vida.
La prioridad en este momento se dirige a la recuperación de los cuerpos de los fallecidos, la ayuda a los afectados y la limpieza y reconstrucción de los municipios e infraestructuras, pero en paralelo también discurre un apartado -y un relato- referido a la responsabilidad política de lo ocurrido. Este diario ya informó de los tres errores básicos de la Generalitat en la jornada crítica. Mazón apuntó, según sus colaboradores apoyado en información de la Aemet, que a las 18 horas se alejaría la Dana (después borró el tuit) y restó importancia a los incidentes hídricos. Posteriormente, se tardó más de la cuenta en decretar la Emergencia 2 sobre inundaciones (19.17 horas), a lo que se sumó el consabido retraso en el envío masivo de la alerta a los móviles valencianos (20.10 horas).