Marinela y Lola son las mujeres de negro. De los pies a la cabeza. Marinela, eso sí, se permite jugar con unas briznas naranjas. La suela de sus zapatos es naranja, la funda de su móvil es naranja y las letras de la marca Hawaiana en las patillas de sus gafas negras también son naranjas. Son dos modernas con gafas de pasta algo estridentes y mucha labia. Dos mujeres que se conocieron una noche loca de 2007 en el Nou Pernil 2 (un juego de palabras para que parezca una traducción al valenciano de Nueva York), el antro que regentaba en el Carmen una de las grandes damas de la noche en la ciudad: la inimitable Olga Poliakoff.
Marinela Forcadell Brava -las dos exigen que figure también su segundo apellido- es una mujer de Castellón -"pero de Castellón de ocho apellidos castellonenses", dice- que después de estudiar en las Carmelitas, hizo Marketing en Esic y se puso a trabajar en las empresas de sus padres: Cristalerías Forcadell y Forcadell Decoración. Al mismo tiempo, alimentaba su afición por la fotografía gastándose un dineral en buenas cámaras y objetivos de todo tipo. Pero todo cambió esa noche en el after de la Poliakoff. Allí conoció a Lola Barcia Albacar y esta, poco después, le enseñó la magia de la fotografía estenopeica. Lola, que es de València, había estudiado en las Esclavas y después se formó en Bellas Artes para hacer lo que ella define como "ser una pintamonas".