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Edimburgo: la capital de los fantasmas

  • Vista de Edimburg al atardecer (OLGA BRIASCO)
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VALÈNCIA.-El sonido de las gaitas se eleva sobre el trajín de la ciudad y me acompaña mientras paseo por las calles de Edimburgo, cuyos edificios transportan a un pasado repleto de leyendas que han llegado hasta nuestros días y conceden ese halo de misterio que invita a adentrarte por sus closes (callejones) para conocer las historias que esconden. Como la de Annie, la niña que fue ‘descubierta’ por una médium japonesa que notó su presencia al visitar el callejón y, según contó, su espíritu deambulaba por el Mary King’s Close en busca de la muñeca que perdió. Para ayudarla, la mujer dejó sobre el arcón una muñeca y, desde entonces, imitarla se ha convertido en casi una tradición de quienes visitan el lugar. Con tanto peluche seguro que la niña ya no se aburre.    

Historias que permanecen ocultas tras la bulliciosa Royal Mile, la gran avenida que discurre desde el castillo de Edimburgo hasta el palacio de Holyroodhouse,  residencia oficial de la reina en Escocia. Una curiosidad que hace asomarte por el coqueto White Horse Close o el advocate’s close, un estrecho callejón cuyas paredes enmarcan el monumento a Scott dejando una imagen de postal. Eso sí, ármate de paciencia porque entre los que pasan y los que quieren hacer la foto se hace eterno... Muy cerca está la Catedral de St. Giles donde, además de visitarla, tienes que mirar bien al suelo para encontrar el Corazón del Midlothian, que indica dónde estaba la antigua prisión de Edimburgo (fue demolida en 1817). Colócate bien porque la tradición dice que, para tener suerte, hay que tirar un 'ñapo' en el medio —¡con cuidado de no dar a alguien!—. 

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Hasta aquí los edificios y plazas pueden resultar un tanto sombríos pero el colorido llega en la calle Victoria, hoy famosa gracias a J. K. Rowling y su callejón Diagón, en el que Harry Potter y compañía compran sus artilugios. No tan alegre es donde desemboca la calle, el Grassmarket, que en el medievo era el lugar donde se celebraban las ejecuciones públicas. Un pasado tenebroso que recuerdan dos pubs: The Last drop, donde los condenados se tomaban su último whisky, y Maggie Dickson, la única condenada a la horca que logró sobrevivir a la misma. Tras su caso modificaron la sentencia de «queda condenado a la horca» por la de «queda condenado a la horca hasta su muerte». Todo un detalle.

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