VALÈNCIA. El territorio rural se enfrenta a un nuevo panorama, es lo que se conoce como “la nueva ruralidad”. Pese al desafío que el despoblamiento conlleva, los municipios rurales son también una fuente inagotable de recursos y oportunidades, así como un entorno propicio para una calidad de vida envidiable. Es en esta paradoja donde surge la necesidad de destacar y apoyar a aquellos emprendedores que han sabido ver el potencial del territorio y convertirlo en su medio de vida, convirtiéndose en auténticos motores de cambio y desarrollo.

Entre las historias más inspiradoras destaca la de Maite Bellés Segarra, cofundadora de Somnia multidisciplinar. Maite y su hermana Paloma Bellés identificaron una necesidad crucial en su comunidad de Culla: la conciliación familiar. Su valiente iniciativa de crear una red de servicios de atención a menores, que abarca ahora 13 localidades, no solo ha aliviado la carga de muchas familias, sino que también ha generado empleo local, dejando un legado de impacto duradero.

Otro ejemplo notable es el de César Rodrigo Mínguez, cofundador de Rural Life. Este proyecto, nacido de la colaboración público-privada en la Mancomunidad del Interior Tierra del Vino, se propuso combatir la despoblación atrayendo a familias europeas con hijos en edad escolar. La visión de César no solo buscaba aumentar la población local, sino también revitalizar la economía y fortalecer el tejido social, demostrando así que la colaboración es clave en la búsqueda de soluciones para los desafíos rurales.